Como el ámbito del empleo es desafortunadamente una fuente de preocupación, nuevas palabras, conceptos, ideas e instrumentos llevan apareciendo desde hace relativamente poco tiempo. Este es el caso del término “empleabilidad” que aparece a finales de los años noventa y que pone el énfasis en la capacidad, condiciones, cualidades, etc. que un individuo reúne y que lo hacen más o menos “deseado” en el mercado laboral.
Efectivamente, esa es la concepción más extendida pero no la única y, de hecho, no la más completa en mi opinión. Voy a tratar de explicarme:
Que una persona sea más o menos empleable depende, como ya se ha dicho antes, de su formación, conocimientos sobre determinados temas y sus características personales (versión más extendida) pero también, y no menos importante, de que haya un entorno y unas circunstancias que le permitan acceder a un empleo como por ejemplo, una normativa específica que facilite contratar a los poseedores de determinada condición (mayores o menores de determinada edad, por ejemplo). Con esta concepción se podría distinguir entre:
- Persona empleable: Aquella persona que reúne los conocimientos, características y condiciones que demanda el mercado de trabajo.
- Empleabilidad: La situación en la que se encuentra una persona en la medida que reúne las condiciones que demanda el mercado de trabajo y las que definen las políticas, programas, proyectos, etc, puestas en marcha en su entorno y/o su ámbito de interés profesional.
Con esto pretendo decir que, a la hora de buscar un trabajo, parece conveniente saber no sólo lo que uno tiene y reúne en sí mismo si no también, lo que para personas como uno y para los trabajos buscados pueda haber dispuesto sobre ayudas, programas, bonificaciones, etc. En definitiva, más trabajo para buscar trabajo, más información que manejar y tener en cuenta.
Continuará….
Autor: Rafael Peregrín Espinosa. Coordinador técnico CPEP.
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