En este momento difícil muchos establecimientos comerciales han tenido que cesar su actividad temporalmente como consecuencia de la crisis sanitaria. Pero, independientemente de cerrar, los empresarios deben seguir pagando el alquiler de los locales. Pues bien, algunos dueños de locales han perdonado el pago del alquiler mientras que dure el confinamiento y puedan volver a abrir: “No me pagues estos meses y ya hablaremos más adelante. Cuídate”.
¿QUIÉNES SON?
Los arrendadores son propietarios de inmuebles alquilados a empresas, muchas de ellas pymes de ámbito local. La iniciativa solidaria de muchos arrendadores ha sido la condonación del pago del alquiler a sus inquilinos. No son un grupo formalmente organizado, sino que son personas anónimas, empáticas con la situación difícil que estamos viviendo y, en general, buenas personas. También hay propietarios de inmuebles alquilados a particulares que han tomado iniciativas similares.
¿QUÉ HAN HECHO?
Los negocios locales están siendo gravemente perjudicados por el cese de su actividad: los empleados están parcial y temporalmente cubiertos por una prestación de desempleo, pero del pago de los alquileres de locales comerciales no se encarga el gobierno. Con la condonación del alquiler los arrendadores aportan su “pequeño gran” granito de arena a que salgamos de esta crisis con los menores perjuicios económicos y empresariales posibles.
Uno de los casos más populares ha sido el de Zaida Gallego, una peluquera pontevedresa a la que su arrendador le perdonó el pago del alquiler mientras dure la crisis sanitaria. “Sabía que haría algo así porque es una grandísima persona, pero es digno de agradecer”, comenta Zaida. No obstante, es muy probable que todos tengamos casos cercanos. Sin ir más lejos, a mi pareja, propietario de una escuela de español para extranjeros en Granada, su arrendador le ha perdonado el alquiler de abril. Mi padre, médico de familia en un pueblo de Almería, ha condonado el pago del alquiler de un local comercial que tiene arrendado a una pizzería en su pueblo natal.
Estos arrendadores son dignos de agradecimiento porque algunos siguen pagando las hipotecas asociadas a esos locales comerciales arrendados; para otros el cobro de los alquileres supone una parte importante de sus ingresos mensuales. Por tanto, al perdonar el pago del alquiler están reduciendo su capacidad adquisitiva por el hecho de ayudar a los demás. Al mismo tiempo, es importante reconocer que no todos los arrendadores tienen la posibilidad de “olvidarse” de los pagos. ¿Qué pasa con los arrendadores que no condonan el alquiler? ¿Podrían hacerlo, asumirlo? En algunos casos sí, en otros no. ¿Están obligados a hacerlo? No. Por tanto, no se les puede reprochar nada. Por ello, los que sí perdonan el alquiler merecen un reconocimiento especial porque, no solo están ayudando económicamente para que el tejido empresarial local se resienta menos, sino que también están reduciendo la carga emocional de esos empresarios de menor escala que sienten la presión, en ocasiones angustiante, de tener que cerrar su negocio y volver a empezar casi desde cero una vez que tengan la oportunidad de poder retomar su actividad.
En este punto resulta esencial mencionar que, aunque aquí nos hayamos centrado en agradecer la iniciativa de los arrendadores de locales comerciales, también gozan del mismo reconocimiento los arrendadores de viviendas, que están contribuyendo de manera sanadora a conseguir la paz mental de sus inquilinos confinados. Muestra de ello es la historia publicada en Twitter por @beaenlasnubes:
Me acaba de llamar mi casera. Os voy a hacer un resumen. Solo ha hablado ella, a mí no me has dejado.
“Bea, yo he estado pensando mucho en tu situación y he decidido que no me pagues más el piso. Ni este mes, ni los que vienen. Céntrate en no coger el virus. No te pongas mala, por favor. Lo último que te faltaba a ti ahora es tener que pensar en el alquiler. Vives en tu casa y no te voy a echar, ni ahora ni nunca. Cuando esto acabe no vas a tener trabajo porque no va a ser fácil encontrarlo y, si estás pensando en cómo pagarme, te bajarán las defensas y te pondrás mala. Y yo solo quiero que estés bien. Así que no me pagues. Te olvidas y ya hablaremos en unos meses o cuando sea. Cuando tu situación haya cambiado”. Isabel se llama mi casera. Y está sola en su casa porque es una persona de alto riesgo, con una enfermedad pulmonar crónica. Y si salimos adelante, será por ella y por gente como ella, no por los políticos que nos gobiernan. Y fin. Me voy a seguir llorando tranquila, no sé si de alegría por haberla conocido o de impotencia por no poder abrazarla.
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Personas cómo estas son las que se necesitan en momentos como este,
La solidaridad y la empatía, será la que nos ayude a superar esta tremenda y angustiosa pandemia.