Pediatras denuncian que cada vez más familias acuden a consulta pidiendo un justificante médico para que la escuela acepte a sus niños y niñas de tres años sin control de esfínteres, un proceso madurativo que no se debe acelerar, pues puede tener consecuencias
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“Es empezar el curso y empezar los padres y madres a solicitar informes para que con tres años permitan a los peques ir con pañal al cole”. Así comienza su denuncia la pediatra de atención primaria Teresa Escudero, quien apunta a la falta de conocimiento y de atención a la diversidad como causas de esta situación. “Me estalla la cabeza con este tipo de cosas, porque hay un desconocimiento enorme del control de esfínteres, que no es algo que se pueda forzar, y si se fuerza va a ir siempre mal. Hasta un 30% de los niños de entre tres y cinco años no han llegado a ese hito madurativo, igual que muchos niños a los 12 meses no se han puesto de pie. Como todo hito, es un proceso de maduración físico y psicológico, que puede durar hasta los cinco años. Los niños y niñas necesitan que se respeten sus ritmos”, asegura la pediatra.
El control de esfínteres es, como apunta Escudero, un proceso madurativo que se considera normal hasta los cinco años, tal y como avalan diferentes estudios y la Asociación Española de Pediatría. La tabla de desarrollo de Haizea-Llevant, citada por numerosos pediatras y asociaciones profesionales, establece las franjas de edad a las que niños y niñas suelen estar preparados para controlarlo: un 50% de ellos dejan el pañal a los dos años y medio; un 75% a los tres años y un 95% a los tres años y medio. Si a partir de esa edad todavía no han sido capaces de controlar esfínteres de día y de noche, los pediatras no empiezan a preocuparse hasta los cinco años. Esto quiere decir que es normal que muchos niños y niñas pasen el segundo ciclo de educación infantil –entre los tres y los cinco años– sin conseguirlo. Especialmente si han nacido entre septiembre y diciembre, pues en ese caso empezarán el curso antes de cumplir los tres años.
«Pedí a una psiquiatra infantil amiga que me firmase un papel recomendando que mi hija mantuviese el pañal hasta adquirir el nivel necesario de desarrollo fisiológico, madurativo y conductual. Es tremendo que haya que llamarlo patología para poder liberarte de ese estrés»
María Muñoz Morente es pediatra de atención primaria, en su caso en el ámbito rural. Ella también ha tenido que firmar numerosos informes de retraso madurativo. “Muchas criaturas, algunas con dos años, se incorporan al sistema educativo teniendo que presentarse ya desde el déficit. Llegan al colegio con una necesidad propia de su edad a la que el sistema no quiere dar respuesta”, señala. Para ella es fundamental no patologizar el desarrollo infantil, y por eso pone mucho cuidado a la hora de redactar sus informes: “El niño o la niña siempre tiene que quedar a salvo de estas exigencias, así que yo incluyo textualmente los sistemas clasificatorios de la Organización Mundial de la Salud, donde queda claro que solo se puede hablar de falta de control de esfínter a partir de los cinco años, y que por lo tanto hay una obligación de adaptarse a las necesidades evolutivas del niño o la niña”, explica.
Presiones a niños y niñas y a las familias
A pesar de esto, son muchos los colegios que siguen exigiendo que los niños y niñas empiecen su etapa en Educación Infantil sin pañal. Es algo que suele recalcarse en las jornadas de puertas abiertas de los centros y en las reuniones de bienvenida, por lo que acaba convirtiéndose en un factor importante para las familias a la hora de elegir colegio.
“Tienes todo el verano por delante para conseguirlo, pero el curso se empieza sin pañal”, le dijeron a Marian cuando matriculó a su hijo en un centro concertado. El mismo mensaje que recibió Olga. Marian consiguió retirarlo al límite, ese mismo verano, aunque reconoce que su hijo se hacía pis casi todos los días al inicio del curso. Olga no lo consiguió –tampoco lo intentó– así que buscó un diagnóstico médico para que no forzasen los ritmos de su hija.
«Forzar la retirada del pañal es un estresor muy grande para los niños y niñas, que les puede marcar la adaptación y por tanto la escolarización. Pero esto no puede recaer tampoco sobre las profesoras, que muchas veces tenemos ratios de 25 niños de tres años por aula»
“Pedí a una psiquiatra infantil amiga que me firmase un papel recomendando que mi hija mantuviese el pañal hasta adquirir el nivel necesario de desarrollo fisiológico, madurativo y conductual”, explica Olga, que también es psiquiatra. El colegio que escogieron recomendaba la retirada antes del inicio de curso, pero ella se negó. “Como profesional sabía que alterar el proceso fisiológico de mi hija podía tener consecuencias físicas y psicológicas serias. Al ver que iba a ir a por todas, en el colegio aceptaron el informe y la dejaron ir con pañal, pero no fue fácil. Es tremendo que necesitemos informes y que haya que llamarlo patología para poder liberarte de ese estrés”, asegura.
También consiguió un informe médico para su segundo hijo la pedagoga Nieves Manrique. Cuando su hijo mayor empezó el colegio, recibió presiones para quitarle el pañal, a pesar de que no estaba preparado. Pero cuando le tocó el turno a su hijo menor, una patología urinaria hacía que fuese más importante todavía respetar sus ritmos. “En su caso tengo un informe médico que le permite llevar pañal, entonces hay una persona que le cambia. Pero no es normal que a un niño que tiene el informe médico le permitan llevarlo y si es un niño sano que simplemente no puede controlar esfínteres no le dejen hacerlo. Están metiendo mucha presión a los padres y a los niños, en un momento que ya de por sí es estresante como la entrada al colegio”, denuncia.
La visión del profesorado
A pesar de que en muchos colegios y centros educativos se invita a las familias a empezar el curso sin pañal –en distintas intensidades y con distintos métodos–, gran parte del profesorado es consciente de las necesidades de los niños y niñas y están dispuestos a respetar sus ritmos. Montse Álvarez, profesora en la educación pública, es una de ellas: “Hace años que decidimos que el tema de necesitar el pañal no podía ser considerado como una dificultad. En nuestro colegio permitimos que los usen, los cambiamos y acompañamos a las familias cuando, juntos, empezamos a ayudar a los niños y niñas a quitárselo”, explica.
Andrea Martínez, maestra en el sistema público que ha pasado por Infantil y Primaria, también sabe que es un proceso que no se puede forzar. Pero reclama más medios para poder atender cada caso de manera respetuosa. “Forzar la retirada del pañal es un estresor muy grande para los niños y niñas, que les puede marcar la adaptación y por tanto la escolarización. Pero esto no puede recaer tampoco sobre las profesoras, que muchas veces tenemos ratios de 25 niños de tres años por aula, porque si estamos cambiando ropa o pañales desatendemos al resto de los niños y niñas. Debería haber una figura de cuidador o cuidadora que pueda cambiarles y esté disponible siempre”, defiende la maestra.
Un criterio en el que coincide la pediatra Teresa Escudero: “La presión no puede recaer en los niños y niñas, en las familias ni tampoco en las profesoras. Es el sistema educativo el que debe dotar de recursos las aulas. Y tiene que haber una persona que pueda cambiar pañales al menos hasta los cinco años, porque hay distintos ritmos en la adquisición de ese proceso y lo lógico es atender esa diversidad. Además, acelerar el proceso puede traer efectos secundarios como incontinencias o problemas de autoestima”, advierte Escudero.
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