Valor político
Se trata del primer documental que se ha realizado sobre la industria del libro en cualquier lengua. Y se ha hecho desde el Sur, desde una universidad andaluza, como una forma de divulgación científica financiada con fondos públicos, y lo han protagonizado 13 mujeres editoras de España y América Latina. Lo ha dirigido una mujer y lo ha producido otra, Carmen Vidal. Es, por tanto, un documental radicalmente feminista y decolonial.
Valor social
Es una película que visibiliza el oficio editorial, qué lugar ocupan las mujeres en este sector, cómo trabajan (lo hacen de una manera más horizontal, desde los cuidados, con catálogos más bibliodiversos), qué modelos editoriales existen (cómo publican los grandes grupos, los sellos independientes, los artesanales, etc.), es decir, cómo funciona el mercado del libro en lengua española. Además, el documental pone el énfasis en la importancia que ha cobrado la cultura literaria en la esfera pública: la proliferación de ferias del libro, festivales, de la literatura en las redes sociales (los bots, los booktubers, los booktokers), plataformas como Watpadd, todas las tecnologías que expanden la literatura más allá del objeto libro. Y eso es lo que también enfatiza el documental, que la literatura no solo está en todas partes hoy día sino que está más viva que nunca.
Valor estético
Mujer, papel y tijera también es una guía de lectura de la literatura actual en lengua española: todos los libros que aparecen (más de 100) han sido seleccionados, con total consciencia, por su valor estético y/o político: son libros que generan interés para la crítica literaria. Lecturas para la subversión, no solo para la evasión. Además, el documental está estructurado en forma de libro, tiene un componente ficcional evidente: desde las formas geométricas que se repiten (círculo, cuadrado y triángulo), los colores (rosa, amarillo y blanco), los niños jugando en diferentes épocas, las fotos personales de las editoras, las citas que abren y cierran la peli, los textos que anteceden cada capítulo, que funcionan como páginas de un libro. Todo ello conforma una serie de microbiografías que ponen de manifiesto que editar, como leer y escribir, es una forma de vida.