La Ley Europea del Clima establece como objetivo una reducción del 55 % en las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030, tomando como referencia los niveles registrados en 1990. Este compromiso está en el corazón del Pacto Verde Europeo y se traduce en un amplio paquete legislativo conocido como Fit for 55, que recoge un conjunto de medidas para garantizar que ese objetivo se cumpla de manera efectiva.
Para comprender mejor este objetivo, es útil recordar un principio matemático básico: si multiplicamos las emisiones de 1990 por 1, se mantienen sin cambios; si las multiplicamos por un valor superior a 1, aumentan; y si lo hacemos por un número inferior a 1, se reducen.
En este contexto, una disminución del 55 % implica conservar únicamente el 45 % de las emisiones originales. Es decir, el objetivo puede expresarse matemáticamente como una multiplicación de las emisiones de 1990 por un factor de 0,45.
Por ejemplo, si las emisiones en 1990 fueron de 1.000 unidades, alcanzar una reducción del 55 % significaría reducirlas a 450 unidades en 2030.
Ahora que comprendemos el concepto, veamos cómo está evolucionando la situación en términos reales.
Según la base de datos EDGAR v7.0 (Emissions Database for Global Atmospheric Research), desarrollada por el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (EC-JRC), las emisiones globales de gases de efecto invernadero en el año 1990 fueron de 24.077,7449 MtCO₂-eq.
Aplicando la reducción del 55 % establecida por la Ley Europea del Clima, esto implica que las emisiones globales en el año 2030 deberían situarse en torno a 10.834,9852 MtCO₂-eq, es decir, el 45 % de las emisiones de 1990 (24.077,7449 × 0,45).
Sin embargo, si tomamos como referencia el año 2021 —el último con datos completos para todos los países incluidos en la base de datos— observamos que las emisiones alcanzaron los 38.788,6873 MtCO₂-eq. Esto representa un incremento sustancial respecto a 1990: en lugar de reducirse, las emisiones se han multiplicado por un factor de 1,61, lo que indica un aumento del 61 % a nivel mundial.
En el caso de Europa, la situación es distinta. Las emisiones sí han disminuido, pero la reducción ha sido del 27 %. Aunque este descenso es significativo, aún está lejos del objetivo del 55 % establecido por la legislación climática europea.
Si analizamos con mayor detalle el comportamiento de los distintos países de la Unión Europea, destacan varios casos: Chipre ha incrementado sus emisiones en un 51 % respecto a 1990, mientras que en Austria, Irlanda y España apenas se registran cambios significativos. Solo cuatro países —Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía— han logrado reducir sus emisiones por encima del umbral del 55 % establecido por la Ley Europea del Clima. El resto de Estados miembros también ha conseguido descensos, pero aún insuficientes para alcanzar la meta marcada para 2030.
Relación entre las emisiones de CO₂ en 2021 y 1990 por país de la Unión Europea. En verde, los países que ya han reducido más del 55 % exigido por la Ley Europea del Clima; en amarillo, los que han disminuido pero sin alcanzar ese objetivo; y en rojo, los que incluso han incrementado sus emisiones
Llegados a este punto, surge una cuestión clave: ¿el objetivo de reducción del 55 % debe cumplirse de manera homogénea en todos los países, o cabe la posibilidad de repartir el esfuerzo de forma diferenciada entre ellos?
En nuestro trabajo (Prieto et al. 2025) , demostramos que las emisiones de CO₂ a nivel nacional pueden ajustarse adecuadamente mediante una distribución lognormal. A partir de este hallazgo, desarrollamos una herramienta que permite asignar el esfuerzo de reducción entre los distintos países, teniendo en cuenta su posición relativa en el año base. Esta herramienta ha dado lugar a una aplicación que hemos denominado FAIRE y que podéis encontrar AQUÍ.
La herramienta permite calcular qué ajustes debería hacer cada país teniendo en cuenta tanto su punto de partida como la desigualdad existente en las emisiones. Con este enfoque, los países se clasifican en tres grupos: en verde aquellos que podrían incluso aumentar sus emisiones, en amarillo aquellos que deberían reducir sus emisiones pero menos que el objetivo global y en rojo los que tendrían que recortar más que el objetivo general. La aplicación parte del objetivo europeo de reducir un 55 % de reducción en 2030, pero también invita a experimentar con otros escenarios y horizontes temporales, ofreciendo una forma sencilla y visual de reflexionar sobre cómo compartir de manera equitativa uno de los grandes retos del siglo XXI: la lucha contra el cambio climático.
Te invitamos a explorar la aplicación, poner a prueba diferentes objetivos y reflexionar sobre una pregunta clave: ¿Cómo podemos compartir de forma equitativa uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, la lucha contra el cambio climático?