La razón de ser de una organización corporativa es la productividad, es decir, la eficacia de los resultados obtenidos en el mercado de consumo de referencia. Esta lógica de funcionamiento se ha trasladado a organizaciones educativas y universidades. Dicha aplicación se ha basado en dos principios ampliamente criticados en la forma: por una parte, la tendencia a supeditar el aprendizaje y la formación de cada estudiante a las necesidades del mercado del trabajo, a partir de un esquema de empleabilidad basado en competencias y habilidades de aprendizaje práctico. Por otro lado, el trabajo profesional basado en incentivos competitivos que genera una jerarquización del colectivo profesional, a partir de sustentar la remuneración en la cantidad de incentivos económicos conseguidos. El contexto de ambos principios – competencias e incentivos – son los espacios globales de referencias de las escuelas – los sistemas educativos mundiales – y la globalización de la excelencia en la productividad científica. En el primer caso, tenemos el ejemplo de las evaluaciones internacionales promovidad por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y su instrumento más importante que es el contro, del rfendimiento escolar deniminado Programme for International Student Assessment (PISA) y en el segundo caso las multinacionales dedicada a la publicación de ytrabajos de investigación, tales como Elsevier, Routlege, Taylor, entre otras.
La base psicológica de las realidades descritas es el denominado conductismo social. Este concepto significa ue el comportamiento humano se basa en la incentivación del éxito y la selección de quienes generan buenas prácticas laborales y de aprendizaje. Esta selección sirve para desplegar estándares globales de buen comportamiento escolar y buena práctica profesional.
A partir de este esquema simple de trabajo se generan las teorías corporativas de las organizaciones, sobre todo aquellas que se centran en el desarrollo de líderes capaces de influir tanto en los resultados como en el uso y consumo de los mismos. Con otras palabras, este es el nuevo esquema global de la selección de las organizaciones: para sobrevivir en este esquema se necesitan adoptar los estándares de funcionamiento de las coosporaciones más existosas, según un esquema de isomorfismo institucional.
Las críticas a este juego de imitación no se han hecho esperar. Todas las críticas hablan de depersonalización, autoritarismo, marginación de quienes no se doblegan al estándar de eficacia y eficiencia. También, crítica de doble moral: por un lado, hay rechazo formal al comportamiento post moderno basado en la adaptación subjetiva de cada ser humano a las circusntancias externas de la jerarquización y el consumo de incentivos; pero, por otro lado, se adoptan dichos incentivos para conservar posiciones de jerarquización y dominio social.