Este curso académico, el 18-19, será mi séptimo año impartiendo docencia en la asignatura denominada Proyecto de Desarrollo Urbano. Esta, se encuentra incluida dentro del Plan de Estudios del Grado en Edificación impartida en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de la Universidad de Granada. Cuenta con 6 créditos ECTS y se desarrolla en el segundo semestre del tercer curso. El contenido de la materia de divide en tres grandes bloques:
1.- Evolución de la forma urbana.
2.- Urbanismo
3.- Evolución del medio físico.
La pregunta habitual del alumnado que cursa esta asignatura es: Si el urbanismo es la ciencia que permite planificar el desarrollo futuro de las ciudades, ¿Por qué tenemos que estudiar la evolución de la forma urbana?
Imagen 1.- Clase de la asignatura de Proyecto de Desarrollo Urbano.
Es evidente que las ciudades han evolucionado a lo largo de la historia, nada tiene que ver una polis griega del año 700 a.C . con una ciudad medieval europea. Es más, incluso si comparamos la ciudad medieval europea con la ciudad medieval islámica comprobaríamos que, aún teniendo algunas similitudes, presentan grandes diferencias. Y no solo físicas, sino también culturales, religiosas, sociales, etc. Esto es porque cada ciudad debe ser estudiada dentro del contexto histórico-cultural en el que se inscribe.
Imagen 2.- Ciudad medieval islámica
Si a día de hoy las ciudades disponen de la configuración actual es porque han ido evolucionando a lo largo de la historia y esta ha sido, es y será constante. Prueba de ello es el gran auge que están teniendo la construcción de nuevas ciudades sostenibles, eficientes e inteligentes, denominadas Smartcities.
Imagen 3.- Futura ciudad de Song-Do en Corea del Sur.
Por tanto, es fundamental conocer el pasado de nuestras ciudades para poder planificar su futuro. Mediante este conocimiento se pueden estudiar las cuestiones o medidas que fueron desarrolladas y que a día de hoy, son servibles o inservibles. Un ejemplo histórico muy claro han sido las murallas de protección de las ciudades. Un elemento que servía de protección a los ciudadanos y cuya eliminación dentro del paisaje urbano no comenzó hasta el siglo XIX. En pleno siglo XXI sería de locos pensar en una ciudad con murallas de protección o una ciudad sin zonas verdes o espacios públicos como las que se desarrollaban hasta el siglo XV. Pero este estudio del pasado que han tenido las ciudades para planificar su futuro no es algo nuevo a día de hoy. A lo largo de la historia han existido diversos grupos de estudiosos, humanistas, ingenieros, etc.. que lo han realizado y han dejado constancia de ello en sus Manuscritos, Tratados, Códices, etc. Ejemplos de ellos a montones. Voy a citar algunos: La Rosa de los Vientos del arquitecto romano Vitruvio datada del año 80 a.C, las Bástides Francesas construidas durante el siglo XIII, las ciudades idéales del Renacimiento italiano, o las ciudades fábricas de los Utopistas del XIX. Todas ellas presentan innovaciones con respecto al desarrollo urbano que se estaba llevando a cabo en esos momentos. Un ejemplo claro fue el del famoso artista y arquitecto italiano, Leonardo Da Vinci cuando en el año 1498 presentó la primera ciudad sin murallas de protección, con grandes espacios verdes, dos niveles de circulación en altura, redes de abastecimiento y saneamiento y calles ubicadas en dirección a los puntos cardinales. Todo ello con el objetivo de mejorar las condiciones de iluminación, habitabilidad y soleamiento de las viviendas. Algo inimaginable en los inicios del siglo XVI que no tuvo repercusión hasta los grandes planes urbanísticos europeos llevados a cabo en el siglo XIX.
Imagen 4.- Cittá idèale de Leonardo da Vinci.
Siempre me he planteado como serían las ciudades de hoy en día si se le hubiera dado la importancia adecuada a las propuestas de los estudiosos del pasado. Que Leonardo a comienzos del siglo XVI pensara en ciudades con redes de abastecimiento y saneamiento cuando en pleno siglo XXI, el 45% de la población mundial carece de agua potable, refleja la ignorancia de la sociedad ante el estudio del pasado y no solo al de las ciudades.
Por otro lado, si observamos los núcleos de población actuales podemos comprobar que los espacios públicos se han ido manteniendo a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la plaza Mayor de Madrid, es un espacio lúdico y de esparcimiento de la ciudad. Un lugar donde pasear, tomar algo en una terraza o simplemente comprar. Esta se construyó durante el Renacimiento con fines de ocio y celebración de eventos. Prueba de ello es la celebración que se realizó en 1623 cuando fue escenario del torneo de caballos en honor al futuro Carlos I de Inglaterra. Para este tipo de espectáculo público cuentan que la plaza tuvo cabida para más de 50.000 espectadores, unos 4.000 de ellos en edificios circundantes.
Imagen 5.- Plaza mayor de Madrid años 1650 y 2014.
Pero si tiramos el tiempo atrás y nos trasladamos a la Edad Media, era en ese mismo espacio donde se ubicaba la famosa Plaza del Mercado, tan típica y habitual de la época. En ella se desarrollaban los mercados comerciales y se desarrollaban los actos públicos de la ciudad. Si seguimos el tiempo atrás y en territorios donde el Imperio romano estuvo presente, como es Hispania, posiblemente la plaza del mercado medieval coincidiría con el foro romano. Ese espacio público destinado al ocio, comercio y representación de espectáculos y eventos. Se ubicaban los edificios más importantes de la representación ciudadana, al igual que en la plaza del mercado medieval donde el poder político y religioso se ubicaba con edificios de excelentes ornamentaciones. Las plazas mayores del Renacimiento no serían menos y ellas se ubicaron los Ayuntamientos y las iglesias que han llegado hasta nuestros días. Un mismo espacio y usos a lo largo de veinte siglos de historia.
Por tanto, debemos conocer el pasado de nuestras ciudades y espacios para entender y mejorar la planificación de los mismos en el futuro.