Los datos demuestran que existe una correlación estadística positiva entre el comercio internacional y el crecimiento económico. Esta relación está avalada por la teoría económica, como se va a ver en esta entrada. En efecto, los países participan en el comercio mundial porque pueden obtener muchas ventajas del mismo, puesto que es beneficioso para las partes que intervienen.
La teoría económica del comercio internacional constituye un conjunto de aportaciones que tiene por objeto principal explicar las causas y las ventajas del comercio. Dicha teoría surgió para responder a las siguientes preguntas, fundamentalmente:
- ¿Cuáles son las causas del comercio?, es decir ¿por qué los países comercian?
- ¿Cuáles son los efectos del comercio internacional sobre la producción y el consumo de los países?
- ¿Cuál debe ser el volumen, la estructura del comercio y los precios a los que se deben intercambiar las mercancías?
A lo largo de la historia, se han ido produciendo diversas aportaciones teóricas en este contexto, que han tratado de explicar el porqué del comercio internacional, constituyéndose en sus fundamentos teóricos.
Para empezar, hay que remontarse a los economistas clásicos. El pensamiento clásico del comercio internacional apareció como una alternativa contrapuesta al Mercantilismo, que estuvo presente desde el siglo XVI al XVIII. La principal aportación se debe a ADAM SMITH. Para Smith, la base del crecimiento económico se halla en la división del trabajo. El comercio internacional permite una mayor ESPECIALIZACIÓN, lo cual revierte en incrementos de productividad. Por lo tanto, se requiere un comercio libre de obstáculos. Sobre la base de esta premisa, Smith formuló su teoría de la ventaja absoluta, cuya explicación es la siguiente: para sacar partido del intercambio comercial, los países debían especializarse en la producción y exportación de aquellos bienes en los que presentasen una ventaja absoluta, en términos de factor trabajo. Es decir, debían especializarse en los bienes que estuviesen en condiciones de producir con menor cantidad de factor trabajo que cualquier otro país. Pero, en la realidad, ¿si solamente participan en el comercio los países que poseen ventaja absoluta en algún bien, qué pasa con aquellos países que no poseen ventaja absoluta en nada? Según esta teoría, estos países no encontrarían acomodo en el escenario del comercio internacional, lo que les dejaría sin participar en el mismo.
La siguiente aportación clásica surgió de la teoría de DAVID RICARDO. Como se ha dicho, el problema de la teoría de Smith es que dejaba una parte de países sin participar en el comercio internacional: todos aquellos que no tuvieran ventaja absoluta en la producción de algún bien. La solución a esta laguna se encuentra en la teoría de la ventaja comparativa (o de los costes comparativos), formulada por David Ricardo. Según esta teoría, los países debían especializarse en la producción de aquellos bienes para los que presentasen una ventaja comparativa mayor o una desventaja comparativa menor, en términos de factor trabajo. De esta forma, todos los países podían participar en el comercio internacional. O, dicho de otro modo, la participación de todos los países en el comercio mundial quedaba avalada y cubierta por una explicación teórica. El modelo de Ricardo, al igual que el de Adam Smith, se basaba en la existencia de dos países y dos bienes. Pues bien, las CONCLUSIONES de esta aportación son las siguientes:
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- Las diferencias de costes relativos se producen como consecuencia de las distintas productividades del factor trabajo para los dos países y para los dos bienes.
- El comercio internacional beneficia a ambos países.
Sin embargo, el modelo de Ricardo se apoyaba en supuestos restrictivos. Entre otras cosas, se basaba en la teoría del valor trabajo, que afirma que el factor trabajo es el único factor de producción, cuando existen otros factores de producción diversos. De esta forma surgió, en las primeras décadas del s. XX, el Teorema Heckscher-Ohlin (H-O) o de la dotación factorial. Las principales conclusiones de esta teoría, son:
– La distinta dotación factorial es la causa de las diferencias de costes comparativos y del intercambio comercial.
– Dichas diferencias de recursos conforman la especialización internacional del trabajo: cada país se especializará en producir aquellos bienes que requieran cantidades elevadas del factor que posee abundantemente.
Este teorema se constituye en el puntal analítico fundamental del comercio internacional y se basa en una construcción más compleja que el modelo ricardiano. Los supuestos de partida de este modelo son:
- Existen dos países, dos productos, dos factores.
- Existe competencia perfecta en los mercados de productos y factores.
- Existen funciones de producción idénticas.
- No existen costes de transporte ni barreras exteriores.
No obstante, el modelo H-O fue objeto de numerosas críticas, pues se apoya en numerosos supuestos restrictivos. Así, claramente hay una gran distancia entre las premisas en las que se basa el modelo y la realidad (pues, como hemos visto, presume entre otras cosas: que existe competencia perfecta en los mercados de productos y factores; que el comercio de mercancías no está sujeto a ninguna fricción; que los factores de producción son idénticos en los dos países).
Por otra parte, en un estudio sobre el comercio de EEUU no se contrastó el teorema H-O, contrariamente a lo que debía esperarse, de manera que EEUU se dedicaba a exportar bienes intensivos en mano de obra y a importar bienes intensivos en capital, cuando en realidad estaba especializado en lo contrario. A esta circunstancia se le llamó Paradoja de LEONTIEF.
Tras las aportaciones clásica y neoclásica, la teoría del comercio internacional se ha visto ampliada mediante nuevas aportaciones, que constituyen lo que se llama la nueva teoría del comercio internacional. Estas aportaciones se basan en supuestos más realistas, y tienen en cuenta otros factores, como el ciclo de vida de los productos, los gustos de los consumidores y la dotación tecnológica, aspectos que obvia la teoría convencional.