Cristo se paró en Eboli está considerada la mejor obra de Carlo Levi, que nos describe en ella una sociedad campesina extemporánea que, a pesar de haber sido abordada por sucesivas civilizaciones, se mantuvo impenetrable a ellas sometiéndose sólo a las fuerzas naturales. La primera versión en castellano de esta novela autobiográfica fue publicada por Editorial Losada en 1951.
Carlo Levi, nació en Turín en 1902 y aunque curso estudios de Medicina, su inclinación por la Literatura y la pintura eran manifiestas. Al mismo tiempo que comienza a moverse en círculos artísticos, empieza también a frecuentar círculos socialistas, hecho este que provoca, cuando el fascismo llega al poder en Italia, su confinamiento en la región de Lucania.
Durante su destierro, paso una larga temporada en el pueblo de Aliano, impregnándose de la realidad de esa tierra y sus gentes. Tras el destierro y después de una larga temporada en Francia, Levi escribe Cristo se paró en Eboli, novela en la que evoca su estancia en Aliano, al que llama Gagliano en su libro, con el objetivo de adaptar por medio de la imitación la pronunciación local.
Argumento
Tras su primera etapa de confinamiento en Grassano, Levi es trasladado, triste por tener que abandonar esa tierra y acompañado por dos representantes del estado, al pueblo de Gagliano, siendo puesto a su llegada, bajo la custodia del secretario municipal. Al quedarse sólo, Levi toma consciencia de que los tres años de confinamiento que le esperan serán largos y ociosos.
Aconsejado por el secretario municipal, se dirige hacia su primer alojamiento, una habitación que la cuñada del propio secretario le alquiló en su casa. Después conoció a los dos médicos del pueblo, Gibilisco y Milillo y al párroco del pueblo, un sacerdote que resignado, ha dejado de intentar cambiar las actitudes supersticiosas y paganas de sus conciudadanos.
En busca de la ansiada soledad
El único lugar del pueblo en el que Levi encuentra la buscada soledad, es el cementerio que está situado fuera de la población, aunque a corta distancia y que, es el único lugar en el que la monotonía de paisaje se rompe, incitándolo a poner en práctica su rememorada inclinación por la pintura, si bien a la hora de pintar suele contar con la compañía vigilante, de un guardia enviado por el alcalde.
Carlo Levi, en Cristo se paró en Eboli, retrata de forma realista la vida de las gentes que habitan en la Lucania, una de las regiones más pobres de Italia y, con el título expresa de forma metafórica el que la civilización “se detenga en Eboli”, dejando al resto de la región fuera del progreso.