Os dejo 5 autores de novela histórica que considero imprescindibles para cualquier lector que se desee sumergir en este género. Aunque estas listas de autores/as, en cualquier género literario, son difíciles de confeccionar sin dejar fuera a más de un autor/a que merecería estar incluido, he tenido en cuenta factores como contemporaneidad, éxito de ventas y relevancia internacional. Por ello, aunque es un género que cobra solidez y coherencia a partir del s. XIX (gracias a las obras de Scott y Naubert, entre otros), he recogido sólo a autores/as que hayan vivido durante el siglo XX en adelante y he excluido a autores españoles o latinoamericanos. Para próximas entradas de esta bitácora quedan, por lo tanto, pendientes un artículo sobre los precursores de la novela histórica y otro sobre autores españoles y latinoamericanos.
Ken Follet: sin lugar a dudas, el mayor superventas de la novela histórica contemporánea. Este escritor nacido en Gales ha convertido en oro toda obra que ha tocado desde que en 1978 publicase “La isla de las tormentas”. Su novela “Los pilares de la Tierra” es un ejemplo de longseller capaz de lograr nuevos lectores a pesar de haber sido escrita hace casi dos décadas y el propio autor reconoció ser su mejor trabajo hasta la fecha.
Los muchachos aborrecían cuanto sus mayores tenían en estima. Despreciaban la belleza y se burlaban de la bondad. Se morían de risa a la vista de un lisiado y, de encontrarse con un animal herido, lo mataban a pedradas. Alardeaban de heridas y mostraban orgullosos sus cicatrices, reservando una admiración especial ante una mutilación. Un chico al que le faltara un dedo podía llegar a ser un rey. Amaban la violencia, y podían recorrer millas para presenciar derramamientos de sangre; jamás se perdían un ahorcamiento.
Uno de los muchachos orinó en la tarima de la horca. Otro subió los escalones, se llevó los dedos a la garganta, y se dejó caer contrayendo el rostro, parodiando de forma macabra el estrangulamiento. Los otros lanzaron voces de admiración, y dos perros aparecieron en la plaza del mercado ladrando y corriendo. Uno de los muchachos más pequeños comenzó a devorar una manzana, y uno de los mayores le dio un puñetazo en la nariz y se la quitó. El más pequeño se desahogó lanzando una piedra contra uno de los perros, que se alejó aullando. Luego, como no había más que hacer, se sentaron sobre el pavimento seco del pórtico de la gran iglesia, a la espera de que sucediera algo. (Los pilares de la Tierra)
Noah Gordon: Este premiado autor ganó el reconocimiento internacional de los lectores con su obra “El médico”, en la que retrata la brutalidad de la vida en la Inglaterra del s. XI. Esta novela fue el comienzo de una saga, continuándose con Chamán y La doctora Cole, obras que sin embargo no han alcanzado una repercusión igual a la primera de ellas.
—¿Has pensado que cada religión afirma ser la única con el corazón y el oído de Dios? —dijo Rob lentamente—. Nosotros, vosotros, el Islam… Cada fe asegura ser la única verdadera. ¿Es posible que las tres estén equivocadas? —Tal vez las tres aciertan —respondió Mirdin. (El médico)
Colleen McCullough: Comenzó su carrera literaria siendo ya una importante neuróloga, centrando gran parte de su obra en la Roma antigua: “Master of Rome”, que han alcanzado una gran popularidad y éxito de ventas. En esta serie de siete novelas la autora realizó un importante esfuerzo de documentación y divulgación histórica, que le valió incluso el grado honorario de doctora en historia a pesar de que su formación principal era como científica. En su obra destaca el realismo literario, la riqueza en matices y detalles y el enorme esfuerzo de documentación sobre el Imperio Romano: costumbres, ropas, ciudades, etc.
Nunca hubo una ciudad como Troya. Al joven sacerdote Calcante, enviado a la Tebas egipcia durante su noviciado, apenas le impresionaron las pirámides construidas en la orilla occidental del río de la Vida. Y Troya le parecía aún más sobrecogedora, por su majestuosa altura y porque sus construcciones albergaban a seres vivos en lugar de muertos. Pero alegó como circunstancia atenuante que los dioses de los egipcios eran inferiores. Los egipcios habían levantado sus piedras con manos mortales mientras que las poderosas murallas de Troya las habían erigido nuestros propios dioses. Y añadió que tampoco podría competir con ella la vulgar Babilonia, cuya altura se ve atrofiada por el cieno del río y cuyas murallas parecen obra de niños.
Nadie recuerda cuándo fueron construidas nuestras murallas, tan antiguas son, aunque todos conocen su historia. Dárdano, hijo de Zeus, rey de nuestros dioses, tomó posesión de la península rectangular situada en la cima de Asia Menor, en cuya zona norte vierte el Ponto Euxino sus aguas en el mar Egeo por el estrecho del Helesponto. Dárdano dividió este nuevo reino en dos partes y entregó la zona sur a su segundo hijo, que la llamó Dardania e instaló su capital en la ciudad de Lirneso. Aunque menor, la parte norte es muchísimo más rica, pues comporta la custodia del Helesponto y el derecho a recaudar impuestos de todos los mercaderes que entran y salen del Ponto Euxino. Esta zona se denominó Tróade y su capital, Troya, está situada en la colina que lleva el mismo nombre. (La canción de Troya)
Bernard Cornwell: Este periodista británico de trágica infancia comenzó a escribir por razones meramente económicas, pero sus novelas pronto alcanzaron un notable éxito. En su bibliografía podemos encontrar divulgación sobre la historia británica de los siglos VIII-X y sobre la historia estadounidense del siglo XIX.
Mi nombre es Uhtred. Soy el hijo de Uhtred, que era hijo de Uhtred y cuyo padre también se llamaba Uhtred. El secretario de mi padre, un sacerdote llamado Beocca, lo escribía Utred. No sé si mi padre lo habría escrito así, pues no sabía ni leer ni escribir; pero yo sé hacer ambas cosas y a veces saco los viejos pergaminos del arcón de madera y veo el nombre escrito como Uhtred, Utred, Ughtred o bien Ootred. Miro esos pergaminos en donde los hechos demuestran que Uhtred, hijo de Uhtred, es el legítimo y único propietario de las tierras cuidadosamente señaladas con piedras, zanjas, robles y fresnos, marismas y mar, y sueño con esas tierras, azotadas por las olas salvajes y recorridas por los vientos. Sueño y sé que un día se las quitaré a quienes me las arrebataron.
Robert Graves: Aunque su obra poética es brillante y prolífica, su mayor contribución a la literatura se considera que es “Yo, Claudio”, novela que no sólo sigue siendo un clásico de referencia dentro del mundo literario, sino que ha sido adaptado con gran éxito al cine, teatro y televisión. Es considerada uno de los mayores superventas del siglo XX, y retrata magistralmente a un emperador romano Claudio repleto de tics y diversas incapacidades físicas y psicológicas (estaba afectado por poliomielitis y presentaba un notable tartamudeo), logrando un protagonista que conecta tremendamente bien con el lector. La novela está basada en la obra de Tácito y Plutarco, entre otros.
Yo, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico Esto-y lo-otro-y-lo- demás-allá (porque no pienso molestarlos todavía con todos mis títulos), que otrora, no hace mucho, fui conocido de mis parientes, amigos y colaboradores como “Claudio el Idiota”, o “Ese Claudio”, o “Claudio el Tartamudo” o “Cla-Cla-Claudio”, o, cuando mucho, como “El pobre tío Claudio”, voy a escribir (AÑO 41 d. De C) ahora esta extraña historia de mi vida. Comenzaré con mi niñez más temprana y seguiré año tras año, hasta llegar al fatídico momento del cambio en que, hace unos ocho años, a la edad de cincuenta y uno, me encontré de pronto en lo que podría denominar “la jaula dorada” de la cual jamás he podido escapar desde entonces.