Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven. Cuántas veces habremos, si no dicho seguro que sí pensado, esto mismo respecto a alguien en concreto. Esa persona por la que, sobre todo en algunos momentos, lo hubiéramos dejado todo plantado para comenzar a sentir con una nueva vida. Y si no nueva, al menos sí diferente. Sin embargo, muchas veces se nos plantea esta posibilidad y, finalmente, la rehuimos debido a un sinfín de razones que se reducen a una: el miedo que provoca la inseguridad.
El miedo ¿a qué?
El miedo a lo desconocido, la inseguridad de no saber lo que va a ocurrir, el vértigo que produce salir de nuestra zona de confort –zona de confort que, en ocasiones, de confortable no tiene absolutamente nada- hacen que, por muy mala que la situación actual sea o nos parezca, uno se quede plantado y siga con su rutinaria vida, aún a riesgo de perder la oportunidad de ser feliz y escapar de la rutina en la que tan hastiados nos sentimos en ocasiones. A partir de ese momento, uno se queda anclado pensando en lo que hubiera podido ser y nunca fue ni será. Idealizando ese futuro que nunca llegó y que ya no llegará porque, otros trenes podremos coger, pero ese que pasó ya nunca volverá de la misma manera.
Dani, como así se llama el protagonista de esta historia, refleja a la perfección de qué modo las inseguridades que nos acechan impiden que podamos ser plenamente felices. La inseguridad, esa emoción tan básica e inherente a cualquier ser humano, muchas veces reflejo de un miedo totalmente irracional, pero a la vez casi imposible de vencer por uno mismo.
Reflexiones acerca del amor y la vida
Hay un pasaje en esta historia que invita a hacer una profunda reflexión. Un código tan familiar para los protagonistas, que lo utilizan como si fuera un mantra: él dice “… no puedo vivir sin ti”. A lo que ella responde “Sí que puedes”. Y él termina con un “Sí que puedo, pero no quiero”.
Todas estas reflexiones -y muchas otras- son las que provoca la lectura de Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven. Simplemente el título, tomado de esa linda y eterna canción que muy pocas personas en el mundo podrán decir que nunca escucharon, evoca los sentimientos más reconfortantes.
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