Hace poco menos de un mes salió publicada en el BOE la noticia de que el Ministerio de Cultura destinará más de 2 millones de euros para la adquisición de licencias de uso y préstamo de ebooks, lo que implica implantar un sistema de informático que permita la entrega y recepción de los libros electrónicos.
La noticia me parece buena en el sentido de la diversificación de los soportes en préstamo, teniendo en cuenta que los lectores de libros electrónicos están ganando cada vez más terreno, aunque habrá que ver qué mecanismos de seguridad se implementan para evitar las copias ilegales a través de estos préstamos. De hecho, el aspecto más negativo de los libros electrónicos desde el punto de vista de las editoriales y de los escritores es precisamente la piratería que, cada vez con más frecuencia, está llegando al sector literario. Ya no son sólo los sectores musical o cinematográfico los susceptibles de copias ilegales. Cada vez con mayor fuerza, los libros están entrando a saco en los artículos pirateados.
Este problema no es ya tanto una cuestión de precio, como muchos lectores reprochan argumentando que los ebooks son caros, porque no todos lo son (aunque si es cierto que, a veces, al comparar el precio de ciertos libros en papel y en ebook, merece la pena elegir el papel, pues la diferencia en precio no es mucha) sino más bien lo encuentro como algo cultural, intrínseco a nuestra forma de ser. No voy a decir que en el resto de países europeos no piratean, pero creo que ningún otro país de Europa lo hace con tanta frescura y desenvoltura como el nuestro.
En el caso de los libros, la piratería es algo que encuentro especialmente incomprensible, pues los lectores siempre pueden recurrir a las bibliotecas públicas para conseguir un libro, y pasear por una biblioteca, recorrer sus estanterías y ojear los libros es algo que recomiendo a todos aquellos a los que les guste leer. Ahora esas mismas bibliotecas brindan la opción de recorrer esos libros no sólo a través de sus estanterías, sino a través de la pantalla de un ordenador. Para mí nunca tendrá el mismo encanto, pero me complace la idea de que, aun así, es una forma más de acercar al gran público, y de forma gratuita, una ingente cantidad de páginas a nuestra disposición.