Por Jorge Tomás Soriano
Piotr Tchaikovsky encontró en la música un vehículo ideal para expresar las ideas, ansiedades y emociones que nunca fue capaz de expresar en palabras. El musicólogo estadounidense, Timothy L Jackson, analiza en el artículo “Aspects of Sexuality and Structure in the Later Symphonies of Tchaikovsky”, cómo el hecho de ser homosexual afectó drásticamente a las composiciones de Tchaikovsky, especialmente desde su matrimonio con Antonia Ivanovna Milyukova en el año 1877, con el fin de lograr respeto social y acallar los rumores acerca de la vida privada del compositor.
El “problema” homosexual en Tchaikovsky está directamente relacionado con el contexto social que se vivía en el siglo XIX. El conjunto de la sociedad consideraba la homosexualidad como un vicio monstruoso. Existían leyes contra el colectivo homosexual, de hecho, ni siquiera existía el término no peyorativo “homosexual”, los estudios científicos de la época se referían a los homosexuales como pervertidos o invertidos. En la medicina se definía la homosexualidad como un trastorno congénito.
Esta forma de pensar se puede ver reflejada en algunas de las óperas del compositor como Yolanta, cuyo argumento se basa en una joven, ciega de nacimiento, que debe asumir su condición de invidente para lograr recuperar la vista y alcanzar la felicidad con su amado. Timothy propone una interpretación de la obra en la que se relacionan la ceguera de Yolanta y la homosexualidad del compositor, identificándose este, al igual que Yolanta, como un ser apartado del mundo debido a su “deficiencia congénita” que solo puede ser curada a través del propio reconocimiento y el deseo de curación. Por otro lado, las relaciones amorosas de Tchaikovsky siempre fueron desastrosas. Tchaikovsky se siente identificado con muchos de los personajes femeninos de sus óperas, ballets y poemas sinfónicos, dando una doble interpretación “homosexual” a muchos de los argumentos; ejemplo de ello es el poema sinfónico Romeo y Julieta, en el que se narra las consecuencias fatales de un amor clandestino. A través de estos dobles sentidos, Tchaikovsky era capaz de mantener en secreto su homosexualidad y a la vez desahogar a través de su música las frustraciones amorosas que la sociedad jamás entendería.
La lucha contra su propia condición sexual hizo que Tchaikovsky viviera siempre insatisfecho de sí mismo y de su obra, obsesionado con un destino fatal que le perseguía. Ese Destino fatal está representado musicalmente en parte de la obra sinfónica de Tchaikovsky, en especial en su obertura La Tempestad y en sus tres últimas sinfonías. Timothy L Jackson analiza y ejemplifica en el grueso del artículo cómo el tema del Destino está muy presente en estas obras. El motivo del Destino aparece en el primer movimiento de su cuarta sinfonía de mano de las trompas, al inicio de la quinta sinfonía de una forma mucho más lenta y al inicio de la sexta sinfonía, que el propio compositor consideraba autobiográfica.
En su cuarta sinfonía Tchaikovsky reta al Destino. El uso de una forma sonata parcialmente invertida crea unas expectativas al oyente que reflejan su pensamiento. El primer movimiento de esta sinfonía re-expone en pleno clímax del desarrollo el tema principal y este se ve interrumpido por la re-exposición del segundo tema. Refleja así Tchaikovsky cómo contra el Destino “no existe refugio”. Este primer movimiento retrata su propia existencia y sexualidad, una felicidad que nunca se ve satisfecha.
En la 5ª sinfonía Tchaikovsky se muestra resignado al destino. Una anotación en los bocetos iniciales describe el Allegro final como “murmullos, dudad, quejas, reproches contra X”. Interpretamos esto como un manifiesto ante su condición de homosexual.
Timothy habla del concepto de “tritonalidad homosexual” en el que la deformación de la armonía estructural diatónica se convierte en una metáfora de la salida homosexual de las normas heterosexuales. El uso de un lenguaje tonal confuso, en el que es frecuente el uso de tonalidades enarmónicas, puede interpretarse como otra alegoría a la homosexualidad. Llegamos de este modo a la conclusión de que sin duda las interrelaciones en forma, armonía y estructura en las últimas sinfonías contienen un elemento autobiográfico que muestra la representación musical del concepto de destino, un destino sellado por la homosexualidad.
Bibliografía:
Jackson, Timothy L. “Aspects of sexuality and structure in the later symphonies of Tchaikovsky.” Music Analysis, 4, 1, 1995, pp. 3-25.
* Los diagramas y ejemplos musicales incluidos en este texto provienen del propio artículo de Timothy L Jackson.
Antonio dice
Genial. Buen documentado, bien expresado y me parece muy interesante este articulo.
Estafania dice
Un artículo muy interesante y muy bien documentado.
Pepa Soriano dice
Muy bien expresado ,interesante,me gusta tu forma de éxponerlo