[Original]
Hoy voy a hacer un alto en mi minicurso bloguero Scattering 101 para hablaros de las publicaciones científicas, y en particular del llamado factor de impacto.
Cuando los profes universitarios tenemos que pedir sexenios, y en general cuando hay que demostrar que se es un buen investigador se suele echar mano, de forma casi invariable, del factor de impacto (IF). Yendo a lo básico, el IF de una revista es el promedio de veces que un artículo de esa revista es citado en otras revistas. Cuanto mayor es el IF, más caso te hacen otros investigadores, algo así como el número de “me gusta” promedio.
Se supone que una revista buena es aquella en la que aparecen artículos que luego son muy citados, así que si quieres tener visibilidad la idea es buscar revistas con IF potente. Y por supuesto no es solamente que a los científicos nos guste tener visibilidad y megustas porque seamos unos presumidos, sino que cada vez se usa más el IF para todo tipo de valoraciones, sea para obtener un sexenio, una plaza de catedrático, una acreditación, una beca. Todo pasa por el IF
En los sexenios universitarios, por ejemplo, se pide tener un cierto número de revistas con alto IF. ¿Qué es “alto IF”? Pues me alegra de que me haga esa pregunta. Como la cosa varía entre un campo del saber y otro, y aun entre un año y otro, os contaré lo que se hace en Física para conseguir un sexenio (aquí, pp. 2-3). Cada revista donde tienes alguna publicación se agrupa en una categoría (para lo cual que siguen los criterios del Journal of Citation Reports). Cada categoría se divide en tres o cuatro partes (terciles o cuartiles), según el caso; para Física han sido cuartiles hasta hace poco, ahora son terciles. Esos terciles son el tercio de las revistas con mayor IF, el tercio intermedio y el inferior. Si tu artículo está en una revista cuyo IF esté en el tercil más alto se considera de alto impacto; si está en el segundo será de impacto medio.
Ahora tomas las cinco publicaciones que quieras de entre las que hayas publicado en un período de seis años (por eso son sexenios). Si tienes al menos cuatro del primer tercil, o tres del primer tercil y una del segundo tercil, te dan el sexenio. Así de fácil.
Ya oigo a algún compañero gritar “noooo, Arturo, te equivocas, eso no es todo”. En efecto, el BOE indica claramente que ese criterio es “con carácter orientador” y que hay que evaluar todo el curriculum para darte el sexenio. ¿Sabéis qué pasa en la práctica? Que tururú. A mí me tumbaron una petición de sexenio en 2001 porque debía tener cinco revistas en el primer cuartil y me quedé algo corto. Recurrí, alegando que no se había tenido en cuenta el resto de mi CV, y que el comité se había limitado a dar una nota numérica sin más. Recurso denegado. En 2007 me pasó lo mismo (en esa ocasión ni me molesté en recurrir). Moraleja: pilla tus artículos de revistas de alto impacto y olvídate de todo lo demás.
Vale, señor profe, ¿tan difícil es eso? ¿Por qué no buscó usted una revista de alto factor de impacto?
Buena pregunta también. Resulta que algunas revistas de mi categoría no son adecuadas porque la temática sea incompatible con mi investigación. En otros casos la revista cobra (¡y muy bien cobrado!) por publicar, por lo que las consideraciones económicas pesan fuerte.
Veamos un ejemplo. Estas son las 42 revistas de la categoría Spectroscopy en la que publicaba hasta hace poco, agrupadas por factor de impacto:
¡Uala! Mirad ese revistón con IF de 9,38. Eso es un fistro de revista para publicar, ¿no? Pues quizá para los que se dedican a la espectrometría de masas, pero para mi desgracia Mass Spectrometry Reviews no va a publicar nada sobre física atmosférica, que es a lo que yo me dedico. Vale, entonces veamos la segunda publicación, factor de impacto 7,44. Se trata de Annual Review of Analytical Chemistry. La química analítica y no no nos ajuntamos (nada personal, sólo ciencia) así que va a ser que no. ¿Y la tercera? Tampoco, a menos que les convenza de que trabajo en espectroscopía de resonancia nuclear magnética. De hecho, resulta que once de las 42 publicaciones de mi categoría tratan de resonancia magnética, por lo que quedan descartadas para mí.
Por razones similares tampoco me serán de utilidad revistas como la de pirólisis aplicada y analítica, ni la de espectroscopía Raman, ni las de espectroscopía de masas o de rayos X; y mejor ni hablar de Journal of Cultural Heritage o de Studies in Conservation. Así, de un plumazo, casi la mitad de las revistas de mi categoría quedan fuera de mi alcance; teóricamente puedo enviarles un borrador pero me lo echarán atrás de momento.
De las 12 revistas del primer tercil puedo publicar en dos, quizá tres. La que más se ajustaba a mi investigación, el Journal of Quantitative Spectroscopy & Radiative Transfer, me fue bien durante algunos años hasta que pasó del primer al segundo cuartil (cuando se usaban los cuartiles en Física) y comenzó a reventarme las estadísticas para los sexenios. Ahora me vale por los pelos, pero si el año que viene baja algo en la tabla comenzaré a tener problemas de nuevo.
Entra aquí el problema de la pasta. Resulta que JQSRT es una revista del grupo editorial Elsevier. Se trata de un gigante con una cantidad enorme de revistas científicas. De las 42 revistas del grupo Spectroscopy, 13 son de Elsevier (seguidas de las 9 de Wiley-Blackwell y las 7 de Springer). Elsevier es como la SGAE de las editoriales científicas hoy día: hegemónica casi hasta el punto del monopolio, domina su campo con puño de hierro y genera odio por doquier.
Siguiendo el ejemplo del JQSRT, resulta que esa revista te concede generosamente el derecho de poder usar tu propio artículo para uso personal (¿qué científico necesita eso? dame uso profesional, hombre), repartir copias del borrador de tu propio artículo y poco más… y ojo, hasta hace poco ni siquiera eso. Elsevier publica tu artículo y cobra a los suscriptores de la revista una pasta gansa. También cobran por el alquiler de artículos; sí, el derecho a leer un artículo determinado durante 24 horas te cuesta entre 1 y 3 dólares.
Y ojo, porque también cobra al autor por publicar. No sé cuánto porque hace años que no publico con ellos, pero resulta que últimamente hay mucha presión para publicar en abierto (sobre todo por parte de las instituciones públicas, que pagan la investigación) así que Elsevier tiene una novedosa modalidad Open Access. El autor puede escoger esa modalidad, en la cual su artículo podrá ser diseminado según licencia Creative Commons. Genial, ¿no? Pues sí, hasta que te llega la factura: 2.800 dólares más impuestos (aquí, página 6).
Yo, para mis investigaciones, no necesito mucho más que un ordenador y algunos kilovatios-hora de electricidad, que no vale mucho; y por supuesto, también acceso a revistas científicas (que paga mi Universidad a peso de oro). También me vendría bien un paquete de tóner magenta para la impresora, pero como Paco siempre dice que no hay dinero me apaño e imprimo en blanco y negro. Si tienes que dedicar más dinero en publicar que en investigar, algo falla en el sistema. Nos hemos convertido en cash cows para Elsevier y sus colegas.
En el apartado positivo comienzan a aparecer revistas Open Access, en las que publicas y cualquiera puede verlo porque funcionan con Creative Commons, pero sigues teniendo que pasar por caja. La única revista Open Access del grupo Spectroscopy es la Journal of Spectroscopy, del grupo editorial Hindawi. Puedes acceder a sus publicaciones de forma libre y gratuita (bien), pero al autor le clavan 1.450 euros por publicar (IVA incluido). Su IF de 0,761 lo coloca en la posición 33 de 42, en el tercil más bajo, lo que para los criterios de curriculum actuales es lo mismo que nada.
Pero no lloréis por mí. Hace tiempo que encaucé mi investigación, y aunque hago lo mismo las aplicaciones de física atmosférica a las que me dedico ahora me permiten cambiar mi categoría, pasando a otras como Ciencias Ambientales o Ciencias Meteorológicas y Atmosféricas. Allí hay cada vez más revistas que se ajustan mejor a lo que hago y que publican en abierto. Eso último me mola, porque la ciencia no se entiende sin la diseminación de resultados. Si no sabemos qué hacen los demás, y los demás no saben lo que hacemos nosotros, el progreso científico se estanca. Dependemos los unos de los otros para corregirnos, para enseñarnos mutuamente y para fijarnos en nuestros errores.
Menos mal que no soy jefe de nada. Una de las labores más ingratas de un investigador principal es perder el tiempo en papeleo, en buscar financiación, en bichear becas y proyectos aquí y allá. Me alegro de no llevar este marrón encima. Eso sí, creo que la próxima vez que una revista de Elsevier me pida hacer de “referee” (revisor) para uno de sus artículos le voy a decir que sí, que vale, pero que eso tiene un precio. No vamos a ser nosotros los únicos tontos que trabajen sin pasar factura ¿no?