Convendría dejar claro a qué nos solemos referir con eso de que un país posee “mayor riqueza”, cuando nos encontramos ante un crecimiento del Producto Interior Bruto.
Efectivamente, cuando España, Alemania, Nueva Zelanda… o cualquier otro país que se nos antoje aumenta la producción de bienes y servicios, eso se ve reflejado en la cifra oficial de PIB del país en cuestión. Consecuentemente diríamos que esa nación ha crecido económicamente o que es más rica, en función del valor de la producción generada. Aparentemente (las apariencias engañan) se estaría mejor, habría más bienestar.
Pero un país no dispone solamente de los bienes que produce. Es obvio que existen otro tipo de bienes, como los patrimoniales (monumentos, museos, edificios históricos…) o los que provee la naturaleza: bosques, ríos, lagos, mares, montañas…, que ni se compran ni se venden en la economía.
Centrándonos en estos últimos, puede ocurrir que por diversos siniestros (incendios, contaminación, deforestación, sequía, etc.), se esté minando y devastando el patrimonio natural. Ante esto, un crecimiento económico por una parte, más una aniquilación de la naturaleza por otra, puede no saldarse con una “mayor riqueza”, sino probablemente con una flagrante destrucción.
Echemos la vista atrás en nuestro pasado local reciente: sabemos que han ardido en nuestra ciudad, como nos recuerda El Faro de Ceuta (https://elfarodeceuta.es/grandes-incendios-ceuta/) 324,3 hectáreas entre 1991 y 2019, el equivalente a más de 200 campos de futbol. Ni que decir tiene de la consiguiente pérdida de biodiversidad.
Si calculásemos el valor monetario de semejante destrucción, estaríamos en las antípodas de la “mayor riqueza” o del “mayor bienestar” que refleja el PIB cuando la economía crece. Por lo tanto, este indicador se ocupa exclusivamente de un tipo de enriquecimiento: el generado por la actividad económica, y no de la riqueza global del país.
Se trata, por lo tanto, de una medida parcial del bienestar general. En definitiva, cuando aumenta el PIB se traduce en que hay más productos y servicios en la economía, o dicho de otro modo, hay mayor riqueza económica, ¡pero ni mucho menos necesariamente un mayor bienestar general, ojo!