De vez en cuando el cine ofrece películas que, junto a ese objetivo de entretener a un espectador con ganas de olvidarse por unas horas de su día a día, también lleva a cabo la función de enseñar y dar a conocer realidades y personajes que, si no fuera por esa gran pantalla y los actores que aparecen en ella, todavía permanecerían en el anonimato. Tal es el caso de “The Imitation Game”.
Este año Hollywood se ha fijado en los biopics: Es decir, películas que hacen la función de biografía y narran la historia de un personaje real. Tal es el caso de dos de las películas del momento como son “La teoría del todo” centrada en la vida de Stephen Hawking, o “The Imitation Game” sobre el matemático y casi héroe de guerra Alan Turing. Casi todo el mundo conoce o ha oído hablar del primero, sin embargo, pocos saben que Turing fue uno de los pioneros de la computación y está considerado como uno de los padres de la informática.
Biopics muy humanos
Escogí ver esta película por encima de la de Hawking porque temía que “La teoría del todo” se centrara exclusivamente en el aspecto humano y trágico de la vida del físico, dejando de lado los logros que realizó y sigue llevando a cabo. Aunque es cierto que parte de este dramatismo exacerbado también se observa en el filme protagonizado por Benedict Cumberbach, en este caso a la hora de hablar del hombre que descubrió la clave para desvelar Enigma. La máquina que empleaban los nazis para organizar todos sus movimientos sin que los Aliados pudieran descubrirles.
En “The Imitation Game”, pese a centrarse en una de las épocas de las que más se ha escrito, lo hace teniendo como protagonista a un personaje poco conocido y que fue conducido al ostracismo por el simple hecho de ser homosexual en una época en la que esta orientación sexual estaba considerada delito en Gran Bretaña.
¿Realidad o ficción?
El riesgo que conllevan las películas basadas en personajes poco conocidos, es que el espectador nunca puede estar cien por cien seguro de que lo que ha visto sea cierto. Pero para eso está ese mismo espectador y sus ganas de conocer la verdad y buscar más información. En ese sentido el mayor logro de este filme es que ha conseguido que el nombre de Alan Turing sea ahora uno de los más buscados en Google.
Los protagonistas principales, interpretados por unos magistrales Benedict Cumberbatch y Keira Knightley, además de arrojar luz sobre la historia del hombre que consiguió que la Segunda Guerra Mundial terminara años antes de lo previsto, también permiten mostrar cómo era la sociedad de aquella época, tan moderna para algunas cosas, pero tan atrasada y ejemplo de marginaciones en muchas otras.
Desgranando una época convulsa
Este detalle es precisamente el que más me ha llegado durante el visionado de la película: el modo tan sencillo con el que se refleja cómo era vivir en aquella época, y lo durísimo que debía de ser vivir en ese tiempo para dos personas inteligentes como pocas, pero cuyos logros no servían para nada porque por encima de “genios” siempre tendrían la etiqueta peyorativa de “mujer” y “homosexual”.
Lo mejor de todo es que Graham Moore, director de “The Imitation Game”, se sirve también del humor para reflejar esa realidad, consiguiendo así que el espectador se levante de la butaca tras dos horas de buen cine, pensando en lo que ha visto pero también habiendo disfrutado de una historia que tiene de todo: actos de valor, injusticias, humor y un reconocimiento final que, aunque sea con 60 años de retraso, por fin pone a Turing en el sitio que se merece en la Historia.