Si hay un escritor que utilizó la pluma para describir y salir un poco de su oscura realidad es Albert Camus. Argelino de nacimiento pero francés de convicción, demostró que era un niño inteligente desde aquel 1913, en donde vio la luz en la modesta ciudad de Mondovi, Argelia. Comenzó pronto a tener un interés por las letras, pero antes se dedicó a probar las mieles de otros mundos.
Los caminos que lo obligaron a escribir
El joven Camus, curioso e inteligente, decidió que su camino era la filosofía, así que comenzó a estudiar la carrera en la Universidad de Argel, en donde sucedió la primera tragedia de su vida: tuvo que abandonar su vocación debido a un cuadro de tuberculosis que estuvo a punto de terminar con la vida del que posteriormente fuera uno de los mejores escritores.
En Argelia, y sin su máximo sueño realizado, decidió participar en una compañía aficionada de teatro, en donde se les mostraba a los trabajadores lo maravilloso que podían ser las obras clásicas. En 1939 se acercó, por primera vez, a la escritura profesional gracias a un pequeño trabajo en un diario de la capital de Argelia, trabajo que le permitió conocer nuevos horizontes europeos, inspiración de sus primeras grandes obras.
Las vivencias extraordinarias de su todavía joven vida le insuflaron la flama de la escritura, publicando Bodas (1939) cuando aún vivía en Argelia. Varias situaciones lo obligaron a viajar a Francia, en donde su grata experiencia le permitió al joven Camus encontrar un excelente trabajo en el diario Paris-Soir. Fue entonces cuando nuestro joven escritor decidió tomar el camino de la Filosofía del Absurdo, una corriente filosófica cercana al existencialismo y ver, a raíz de su dura infancia y juventud, el destino del ser humano como un simple absurdo. Así fueron como vieron la luz dos de sus obras maestras: El Extranjero y El mito de Sísifo (1942).
La Guerra Mundial lo formó como el gran escritor que es
Mientras estuvo en Argelia, la naturaleza y el mundo parece que fueron su fuente de inspiración, pero todo cambió abruptamente cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Albert Camus, un joven que había sufrido la desigualdad toda su vida, militó en la resistencia y fundó un periódico clandestino: el Combat. Sin abandonar el absurdismo, tras la segunda guerra mundial el joven y maravilloso Camus decidió optar por una forma de escritura más solidaria y la resistencia como una forma de vivir. El punto de maduración llegó aquí, transformando su visión del absurdo en un estilo más cercano al realismo solidario.
Debido a este cambio, comenzó a distanciarse de la línea filosófica existencialista, encabezada principlamente por Jean-Paul Sartre, escritor de gran influencia. Albert Camus le regaló al mundo páginas como la novela La peste (1947), el ensayo El hombre rebelde (1951), que le costó la ruptura con su hasta entonces amigo Sartre, y las obras teatrales El malentendido y Calígula (1947).
Ganó el nobel de literatura en 1957, pero aquí es donde una tragedia más marco por última vez su vida: Sus ojos vieron oscuridad por culpa de un terrible accidente automovilístico. Entre los papeles que encontraron en el coche estaba el manuscrito, aún sin terminar, de lo que iba a ser su nueva novela: El primer hombre. Con Camus no murió únicamente un excelente escritor, sino un intelectual humanista de primera línea, un hombre valiente, comprometido e íntegro como ha habido pocos. Un hombre, en definitiva.
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