El otoño es una estación que se suele asociar a la melancolía, a la madurez, a la quietud y a la reflexión. Pero pese a sus connotaciones negativas o de tristeza, se trata sin duda de una estación muy querida y admirada por un sinfín de escritores y artistas.
Así, encontramos pintores deslumbrados por las gamas de colores cálidos que impregnan los paisajes otoñales: amarillos, rojos, ocres, y anaranjados; compositores de música clásica, jazz, o rock; y todo ello sin que falten en esa lista cineastas, fotógrafos y, por supuesto, a escritores y poetas de las más diversas épocas que cantaron en sus textos al otoño.
Esa melancolía que parece invadirnos con la llegada de esta estación y que perturba nuestro estado anímico y emocional es atribuida a los cambios en los ritmos diarios de luz y oscuridad, que hacen bajar los niveles de serotonina, un neurotransmisor del sistema nervioso central, lo que puede afectar de un modo directo a nuestro estado de ánimo. Sin embargo, esa misma reducción de luz que influye en nuestro comportamiento, produce un espectáculo visual especialmente llamativo: la variedad de colores característica del otoño. Desde ese enfoque colorido, Albert Camus llegó a comparar el otoño con una segunda primavera, cuando, usando sus propias palabras, «cada hoja es una flor».
Para los filósofos orientales, cada estación tiene su simbología, de modo que si en primavera es cuando los árboles florecen y en verano es cuando dan fruto, el otoño representa la época del cambio, cuando los árboles se despojan de lo superfluo para descansar en invierno y volver a renacer en un nuevo ciclo. Ese mismo sentido es el que parece aplicar el gran poeta Leopoldo Lugones cuando cantaba al amor eterno usando el otoño como metáfora:
No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.
Dos grandes poetas ingleses como Shelley o John Donne, aprecian en el otoño una belleza única, inexistente en otras estaciones. Así, John Donne, que fue uno de los grandes poetas metafísicos de su época aseguraba que “No existe belleza primaveral, ni el verano tiene tanta gracia, como el que he visto en un rostro otoñal”. Doscientos cincuenta años más tarde, Percy Shelley, quien posiblemente fuera el más grande poeta romántico inglés, escribió:
Hay una armonía en otoño, y un brillo en su cielo, que durante el verano no se escucha o se ve, como si no pudiera ser, como si no hubiera sido.
Ya en nuestros días, otros autores como Stanley Horwitz, han descrito el otoño usando una metáfora pictórica que me parece bastante acertada y ciertamente gráfica:
El invierno es un aguafuerte, la primavera una acuarela, un óleo el verano y el otoño un mosaico de todos ellos.
Para mí, además de todo lo anterior, el otoño es la época de la lluvia, que es una de las cosas que más me gusta de esta estación. Las tardes de lluvia y el olor a tierra mojada son, sin duda, características de este tiempo.
El poeta Federico García Lorca dedicó también uno de sus poemas a la lluvia:
La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
Cesar arana dice
Me encantaron las citas…y es que el otoño es eso una transición de dejar o soltar lo que ya no es..
Cesar arana dice
Me encantaron las citas.. soltar lo que ya no es para renacer en primavera ..