Uno de los más grandes talentos del pasado centenario tiene nombre y apellido: Ernest Hemingway. De aspecto descuidado, mirada seductora y amante de los países exóticos, nació en Oak Park en 1899, en Estados Unidos de América. Se lo considera uno de los máximos exponentes de la literatura norteamericana y mundial. No en vano, ganó el Premio Nobel en 1954.
Sus inicios: una historia para algunos ya conocida
En realidad poco se sabe de su infancia, quizá porque no fue tan dura o tan excelente como la de algunos de sus colegas escritores. Se inició en el periodismo, y esa pasión por la investigación y por el relato de algunas historias mágicas lo convirtió en voluntario dentro de la Primera Guerra Mundial: fue conductor de ambulancia, pero un hecho trágico lo hirió de gravedad.
Conocido por su carácter determinante, Hemingway no se rindió y siguió con su vocación por el periodismo. Volvió a Europa, precisamente a París, donde alternó sus ejercicios de voluntario patrio y de corresponsal de guerra para el periódico. Aquí fueron sus primeros inicios con el arte, ya que además de crear su propio estilo de letra, conoció a grandes personalidades como Ezra Pound, Pablo Picasso y James Joyce.
El periodismo fue vital para él. Además de su nueva visión desgarradora del mundo y una pluma ciertamente dura, adoptó ese estilo que tanto le conocemos, tan duro y sobrio como espectacular.
El llamado estilo del iceberg: la pluma dice lo que tiene que decir
Dentro de una fabulosa entrevista en donde se llega a ver a un Hemingway más relajado, explica, de manera burda, su estilo: menciona que es como un témpano de hielo o un iceberg, que oculta toda su inmensidad debajo del agua, dejando visible solo la parte importante que brilla con la luz del día.
¿Cómo definir el estilo de Hemingway? Para cualquiera que haya leído algunas de sus obras resulta fácil de deducir. Tomando como ejemplo una de sus obras más importantes, Por quién Doblan las campanas (1940), el lector podrá apreciar la acumulación de frases cortas y duras; El autor parece no tomarse la molestia de ocupan muchas páginas tratando de describir un entorno o a un personaje; simplemente se dice lo que se tiene que decir sin necesidad de desviar la atención. Algunos mencionan que su estilo marcó un nuevo modelo de Realismo. Cuando estuvo en Francia, algunos de sus colegas literarios se burlaban de él diciendo que no era un escritor, sino un boxeador. Ciertamente su estilo tenía algo de púgil, y él mismo lo admitía sin titubear: «Mi escritura no es nada, mi boxeo es todo».
Ernest Hemingway participó como corresponsal en la Guerra Civil Española y en la Segunda Guerra Mundial, acontecimeitnos históricos que, lógicamente, le marcaron e impresionaron, siendo testigo de hechos tan importantes como el Desembarco de Normandía o la liberación de París, que le inspiró su magnífica obra París era una fiesta. Gracias a esto creó una nueva especie de romanticismo, en donde se ve a un hombre defendiendo su código de honor, sin importar que esté de rival un enemigo implacable: la muerte y su extremo realismo. Entre sus últimas obras Al otro lado del río y entre los árboles o El viejo y el mar, ya se aprecia ese sentimiento de cercanía de la muerte.En 1960, le diagnosticaron una enfermedad que lo condenaba a un progresivo deterioro físico y mental, algo que este genio no pudo aceptar y que lo llevó a la terrible determinación de suicidarse.
Imagen cortesía de topyaps.com
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