André Breton nació en Tinchebray en 1896 y murió en París en 1966. Pero esta sencilla frase no puede expresar la revolución que produjeron sus novelas y sus ideas, sacudiendo los cimientos de la sociedad, la política y la literatura de su época.
Escritor con ideas políticas
Durante la primera guerra mundial sirvió como enfermero en diversos hospitales, en el hospital Val-de-Grâce conocer a uno de sus mejores amigos afín a sus gustos literarios, Louis Aragon.
En una época donde tantos y tan grandes cambios tuvieron lugar, este escritor fue valiente y tomó partido por las revolucionarias ideas del comunismo.
Su adhesión a estas ideas comienza con la lectura de las obras de León Trotski sobre Lenin y la guerra de Francia en el Rif marroquí. En enero de 1927 Breton y otros escritores surrealistas se afilian al partido comunista francés.
Pero la desilusión no tarda en llegar, y en 1935 abandona el partido comunista ante la imposibilidad de compaginar la búsqueda de la libertad sin límites, que defienden los surrealistas, con el realismo socialista, que considera al arte un mero instrumento para hacer propaganda de sus postulados.
A pesar del desengaño, en 1937 viajó a México para conocer a Trotski y, al mismo tiempo, escribió el “Manifiesto por un arte revolucionario independiente”.
André Breton y la intransigencia
Escribió el primer “Manifiesto del surrealismo” en 1924, cinco años después escribió el “Segundo manifiesto del surrealismo” y posteriormente fue haciendo modificaciones sobre el primero.
El apodo de “papa del surrealismo” no fue gratuito. Según declaraciones del escritor mexicano Octavio Paz, además de ser uno de los primeros defensores del surrealismo era muy intransigente cuando se trataba de defender los principios del movimiento. Utilizaba la expulsión para castigar a todos aquellos que no respetaban sus principios morales y artísticos de manera estricta.
Esta actitud contrastaba con su gran simpatía, vitalidad y honestidad.
Su gran vitalidad se manifiesta claramente en la firma de numerosos manifiestos relacionados con el surrealismo, la fundación de la revista VVV en 1941 en Nueva York, la organización en 1965 de la IX Exposición internacional surrealista y solo le detiene una insuficiencia respiratoria en septiembre de 1966.
Finalmente, su tumba en el cementerio de Batignolles, en París, intenta representar algunas de las ideas y la simplicidad que defendió en vida. La tumba está decorada con un octaedro estrellado y lleva la inscripción “Busco el oro del tiempo”.
Imagen cortesía de quotesgram.com