Por Eihar Gardeazábal Iribarren

María Ruíz: «Hay meses de febrero que no me sale nada, y a finales de marzo estoy exhausta del volumen de trabajo que acumulo. Eso también va muy en contra del discurso feminista que gira en torno a los cuidados».

El pasado sábado 18, María Ruíz abría la gira de “El deshielo” con un concierto privado para el grupo de amigos/as que habíamos participado varios meses atrás en su crowfounding. La cantante alicantina, al principio algo nerviosa, agradecía nuestro compromiso a ciegas con su proyecto y enfatizaba la importancia del colaborar con proyectos de esta escala, alejados de la gran industria. A medida que avanzaba su repertorio, ella se fue relajando —a la vez que nosotras/os— y dando explicaciones más extensas sobre sus canciones. Feminismos, memorias históricas, amores sin armaduras… son los temas que le inspiran a la hora de componer, y así nos lo reflejaba entre canción y canción. Sus relatos y vivencias están tan relacionadas con su música que no entiende otra forma de hacerla, aunque no encajar con la industria musical sea el precio a pagar por la crudeza de sus letras. En más de una ocasión mencionaba que ella se siente cómoda y sincera de esta forma, de ahí que el público también la sintiéramos tan cercana.

Después de una hora y media de un concierto de los que no se olvidan, de los que sales con la certeza de que la música tiene un poder inmenso e indescriptible, la cantautora se quedó de charla un buen rato, donde muy amablemente accedió a responder las siguientes preguntas:

En muchas de tus canciones encontramos letras con contenido feminista, pero, aparte de la lírica, ¿crees que la instrumentación, melodías, armonías también pueden estar dotadas de este feminismo? 

Desde que empecé haciendo música uno de los elementos de identidad de mi proyecto ha sido la presencia de mujeres, a nivel de producción, de ingeniería del sonido… por cuestiones obvias de ofrecer ese espacio de visibilidad y de trabajo a quienes menos privilegio tienen. El hecho de que exista esa presencia ya hace que lo música en sí tenga un componente feminista.

El segundo disco (El Vuelo) lo produjiste rodeada de mujeres y este tercero está completamente producido por Adriana Moragues. En lo personal, como estudiante de sonido que fui, había 2 mujeres de 20 alumnos en mi grado, ¿Cuál crees que es la forma de acercar a las mujeres a estos sectores donde apenas tenéis representación?

Al final, por ejemplo, yo he crecido prácticamente sin ver mujeres con una guitarra encima del escenario, pero las pocas que he visto de algún modo se convertían también en referentes. Pues, de la misma manera, el hecho de que veamos a técnicas de sonido contribuye a que el día de mañana una niña pueda ver que ese también puede ser su lugar. Porque, al final, solo podemos ser algo que hemos visto, que nos ha inspirado y nos ha gustado en algún momento.

Y lo mismo con los géneros musicales donde no tenemos apenas representación. Hace poco, hice un directo en un instituto para alumnos y alumnas de primero de bachiller, y uno de ellos me preguntaba en relación a todo esto “¿qué hacer para que esto se revierta?” Les dije a ellas que ocuparan todos los espacios que puedan. Y a ellos que trabajen con sus compañeras, que hagan hueco para trabajar con ellas; es la única manera de sembrar una semilla y romper con estas lógicas de bandas no mixtas. Porque si no lo que pasa es que hay una camaradería masculina que se da por hecho. Yo, por suerte, estoy rodeada de cada vez más mujeres que le han echado ovarios para estar en estos sitios, porque obviamente es muy difícil plantarte en un espacio mayormente masculino y no sentirte pequeña ahí. Por eso, creo que es muy interesante darle la vuelta a la pregunta. A las mujeres se nos exige esta responsabilidad de dar respuestas, entonces yo lo que suelo hacer es invitar a la gente que me entrevista a que hagan también el planteamiento a los tíos. Porque al final nosotras ¿qué vamos a decir nuevo? Lo que pasa con estos espacios es lo que pasa con otras esferas de la vida, el patriarcado es un sistema que se lo ha tragado todo, ¿no? Entonces es importante también qué reflexión sacan los hombres de todo esto.

¿Separas obra del artista?

Me cuesta mucho. Hace poco llegaba a una reflexión sobre todo porque ahora mismo conozco muchas historias y muchos relatos de compañeras que han sufrido. Y gracias al movimiento del “me too”, de repente, aparecen un montón de nombres muy reconocidos en la industria que han sido y que son unos cabrones. Cuando decimos que no se puede separar artista de la obra siempre tiene que ver con cuestiones relacionadas con el género, es decir, si estuviéramos hablando de un artista acusado de abuso infantil nadie estaría apoyando su obra, todo el mundo se echaría las manos a la cabeza. Sin embargo, cuando hablamos de personajes públicos que han tenido historias con compañeras muy turbias de abusos, de poder, de abuso sexual… es cuando nos planteamos si hay que separa artista de la obra, yo creo que para otro tipo de delitos o de acciones igualmente reprochables no nos estaríamos planteando todo esto.

¿Algunos días te levantas cansada de que toda tu música tenga que estar tan atravesada por tu condición de mujer y tu feminismo? Me refiero a: ¿te sientes cómoda siempre bajo la presión de tener el rol de ser la voz de muchas mujeres sin ella?

Lo que hago es una cosa que nunca me he planteado de una manera racional, soy una tía feminista que hace música, no al revés. Entonces, en mi manera de entender la música, esta tiene un poder pedagógico muy importante. No me sale crearla de otra manera, no me puedo disociar de mí. A mí me nace hablar de mis historias, de lo que me atraviesa y de lo que le atraviesa a la gente del contexto que me rodea, por ende, nunca me he sentido cansada de esto.

Lo que si me cansa es que se instrumentalice a las artistas que tienen un contenido feminista en sus obras, eso sí me preocupa más. Esta cosa de que de repente me llamen para trabajar porque llega el 8M y quieren contenido, sin darse cuenta de que yo también estoy trabajando el resto del año, también necesito comer el resto del año ¿sabes? El feminismo se ha convertido, muy a nuestro pesar, en una marca, en un sello que se utiliza muchas veces como herramienta de marketing, pero al final hay que estar también ahí para contarlo y decir “por aquí no”. Yo cuando más trabajo tengo es en noviembre y en marzo. En noviembre por el 25N que de repente llega una subvención que entra del pacto de estado, y los ayuntamientos se guardan ese dinero para contratarte en estos dos meses, donde lo único que se persigue es ponerse un pin. Hay meses de febrero que no me sale nada, y a finales de marzo estoy exhausta del volumen de trabajo que acumulo. Eso también, al final, va muy en contra del discurso feminista que gira en torno a los cuidados. Es una tarea pendiente que se tiene desde el feminismo institucional, vamos a dejar de ubicar a las tías en dos meses al año. Hay que descentralizar las fechas, el objetivo es otro.

 

 Gracias a estas respuestas, y a las que recibí sin estar grabadas (la charla duró unos 35 minutos), he ampliado mucho mi visión acerca de todos estos temas. Es muy enriquecedor que alguien desde dentro pueda explicarte el estado de la cuestión. La obligación de ambos géneros de abrir huecos, la reflexión sobre por qué existe el debate de separar arte del artista, la instrumentalización del feminismo en determinadas fechas… son cuestiones que están adquiriendo cada vez más importancia y que cualquier artista, independientemente de su género, raza y condición, debería considerar en pos de un futuro musical más sano y justo.

 

 

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