“Somos lo que escuchamos”. Me parece interesante comenzar la entrada con esta frase. A menudo vamos por la calle y escuchamos a la gente canturreando canciones de Maluma, C.Tangana… con unas letras degradantes hacia el género femenino, pero que ni siquiera nos paramos a pensarlo. La música comercial se ha hecho dueña del panorama musical y debemos aprovechar esto para lanzar mensajes que cambien la mentalidad del oyente y cada día les sea más común escuchar letras relacionadas con el feminismo, la mujer fuerte, libre e independiente y la crítica a la masculinidad de la industria.

En estos últimos años estamos observando un pop feminista, donde la voz de las mujeres de moda intenta dar una visión del empoderamiento de eesta, dejando claro en sus letras la posición que adoptan. El girl power ha supuesto en el mundo del pop comercial una emergencia de las carreras de cantantes que llevaban años paralizadas y está siendo utilizado como producto mediático, algo muy criticado por un gran sector del feminismo.

Beyoncé ha logrado crear himnos dentro de este pop feminista. En 2014 protagonizó la gala de los MTV Video Music Award donde dio la campana con su actuación. Esta incluyó citas de la novelista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie “We should All Be Feminists” y terminó con la silueta de Beyoncé sobre un led gigante donde ponía en mayúscula la palabra “FEMINIST”.

Esta gala llegó a 13.4 millones de personas de todo el mundo, lo que consiguió hacer eco en la sociedad de la campaña feminista.

Podemos hablar de Beyoncé como un producto mediático donde suma su trabajo como bailarina, cantante y compositora entre otras muchas cualidades que le permiten llegar a la mayor suma de público posible. En sus temas apela los estereotipos del amor romántico, el sexo heterosexual…

En reacción a esto, encontramos una crítica sobre este feminismo de moda instalado en nuestras televisiones, tiendas y redes. Zeisler en su libro “Feminism and Pop Culture” afirma que la incorporación de empresas y celebrities al movimiento feminista no existen para cambia la mentalidad colectiva, sino para satisfacerse a ellos mismos maximizando la eficiencia.

Beyoncé se declara feminista por donde pasa y posa como Rosie la Remacha. «Creo que soy una feminista de nuestro tiempo y creo en la igualdad», afirma en la entrevista concedida a la edición británica de «Vogue», donde cuestiona: «¿Por qué tienes que elegir qué tipo de mujer eres? ¿Por qué tienes que etiquetarte con algo? Solo soy una mujer y me encanta serlo».

Desde mi punto de vista considero erróneo el foco del debate. Me parece irrelevante cuál sea el objetivo de Beyoncé cuando pasea con orgullo la palabra feminismo. Quee utilice esto como producto comercial no quita que millones de personas se naturalicen con la palabra.

Nada de lo que pretenda Beyoncé nos impide utilizar el camino que está dejando abierto. Las feministas debemos asumir que, aunque esté el capitalismo de por medio y este conlleve trampas y en ocasiones sea perjudicial, a día de hoy que las campañas publicitarias utilicen consignas revolucionarias van a tener mayor influencia y repercusión que los movimientos más puros van a tener jamás.

Si rechazamos el mainstream por incurrir en contradicciones, desaprovecharemos la oportunidad de que cualquier persona sin importar el contexto social pueda sentirse orgullosa de ser feminista. Es cierto que existe el riesgo de que la sociedad consuma estos mensajes y se quede con un concepto incompleto del feminismo, pero consigue que estos ambientes no sean dominados por discursos que rechacen a este.

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