Por Carlos Morales Gálvez

Maggi Hambling, The Scallop (2003) Aldeburgh beach. Fotografía © Andrew Dunn, 1 de noviembre de 2005. Este archivo se encuentra bajo la licencia Creative Commons Genérica de Atribución/Compartir-Igual 2.0.

… “So be it…”, tuvo que ocurrir, era la única manera; si Benjamin Britten (Lowestoft, 1913–Aldeburgh, 1976) no hubiera dispuesto el desenlace fatal para su ópera Peter Grimes, compuesta entre 1944 y 1945, entonces el drama habría quedado oculto. Aunque, ¿a qué drama me refiero? ¿al de la ficción narrada, al de la realidad o al del propio compositor?

Mucho se ha escrito sobre el conflicto homoerótico interno de Peter Grimes, el personaje del pescador que pierde a uno de sus aprendices y acaba suicidándose tras enloquecer. La reflexión que subyace en esta obra es el reflejo de la persecución y marginación a los homosexuales en la sociedad de la década de 1940’ (1). Para eso, Britten escribe junto a su pareja, el tenor Peter Pears (Farnham, 1910–Aldeburgh, 1986), un drama que presenta a Grimes como un antihéroe perseguido por el pueblo –el Borough–. La dualidad se detecta por sí sola: si el Borough representa la normalidad, el Otro está encarnado por el pescador excéntrico relegado al ostracismo. Dicho de otra forma, el odio que desprende el pueblo hacia Grimes es el odio normalizado de una sociedad hacia los Otros (2), es decir, los homosexuales.

La ópera supone un grito silencioso; una catarsis del compositor para revelar su identidad homosexual oprimida por la sociedad y las convenciones culturales de la época. El hecho de que Grimes sea diferente es utilizado para denunciar la injusticia cometida hacia él y mostrar cómo se experimenta el sufrimiento de la persecución (3). Pero, por otra parte, también es reflejo de otros problemas surgidos en la época como el rechazo a los objetores de conciencia de la II Guerra Mundial (1939–1945) (4); la continua presión padecida por los pacifistas se mezcla con el tema de la sexualidad. Y, por si fuera poco, los aprendices de Grimes representan la inocencia que este pudo haber tenido en un pasado y cómo es transformada en culpabilidad por la propia sociedad a través de un trato cruel (5). De esta manera, el plano simbólico de la obra adquiere mayor profundidad; los significados son más abundantes y complejos ya que forman una especie de red en la que se cruzan y se superponen. Aun así, cabría preguntarse, ¿por qué ciertos mensajes eran comunicados de manera alegórica, casi encriptada? En realidad, esta vía es una constante desde los comienzos de la censura, el control y la represión. Parte de la respuesta podría estar en la imposibilidad de una libertad completa en la creación artística. Por este motivo, se han generado modos de comunicación alternativa para evadir las prohibiciones o constricciones culturales.

Quizá otra de las cuestiones más innovadoras que aparecen en la pieza sea la idea de plantear distintas masculinidades y feminidades a las de las normativas en este ámbito. El hecho de que Grimes se vuelva loco y se suicide es algo que se escinde de las convenciones operísticas; lo normal hubiera sido que ese papel lo realizara una mujer tal y como se ve en Lucia di Lammermoor (1835) de Gaetano Donizetti (Bérgamo, 1797–Bérgamo, 1848) o en Madama Butterfly (1904) de Giacomo Puccini (Lucca, 1858–Bruselas, 1924). De esta forma, Britten establece una especie de rupturismo en la tradición compositiva; se separa del canon; propone la perspectiva de afrontar experiencias diferentes en la ópera.

En resumen, Peter Grimes trata temas como la identidad sexual, la diferencia, el simbolismo, las masculinidades y las feminidades. Se trata de una ópera estudiada y reivindicada ampliamente por Philip Brett, con un cuidado resultado estético, y una de esas piezas icónicas dentro de la musicología LGTBQ que hacen reflexionar sobre los cánones de la sociedad y los roles asumidos.

Versión completa de la ópera grabada por la BBC en 1969:

https://www.youtube.com/watch?v=3MyBUetbE38&t=1s

(1) Brett, Philip. «Peter and Grimes». The Musical Times, 118/1618 (1977), pp. 995-1000.

(2) Hindley, Clifford. «Homosexual Self-Affirmation and Self-Oppression in Two Britten Operas». The Musical Quarterly, 76/ 2 (1992), pp. 143-168.

(3) Íbid.

(4) Brett, Philip et al. Music and Sexuality in Britten: Selected Essays. Berkeley: University of California Press, 2006, p. 24.

(5) Seymour, Claire. The Operas of Benjamin Britten: Expression and Evasion. Woodbridge: The Body Well Press, 2004, p. 50.

 

 

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