Por Julia Rubio Cirre

A continuación se van a demostrar las dificultades que tienen y han tenido las mujeres dentro del mundo musical, en este caso, en la dirección de orquesta y composición. Para extraer estos datos contamos con la ayuda de Silvia Olivero, directora y compositora malagueña, a través de una entrevista.

 

EXPERIENCIA DE LA ETAPA FORMATIVA EN LA DIRECCIÓN MUSICAL FEMENINA

 

Tal y como cuenta Silvia, a la hora de tomar la decisión de ser directora no contó con referencias femeninas anteriores a ella. Pese a esto, se introdujo en dicho mundo aún sabiendo que la mujer se consideraba como “algo raro” dentro de la dirección. Ella afirma que sufrió el síndrome del impostor, el cual suele desarrollarse en mujeres. Este consiste en no sentirse realizada correctamente, considerando que los logros propios se han dado por casualidad, suerte o ayuda de figura masculina, y sintiéndose inferior por el hecho de ser una mujer ejerciendo una tarea calificada de hombre.

El maestro de Silvia no estaba muy de acuerdo en formar a una mujer en este ámbito, sin embargo, apostó por ella gracias a su esfuerzo y talento. Aparte de este caso, existen muchos otros en los que los profesores intentan hacer la vida imposible a las mujeres hasta el final de sus estudios.

Pese a esta pequeña “suerte” que tuvo Silvia con el apoyo de su maestro, también afirma que no tenía las mismas oportunidades que sus compañeros masculinos, principalmente porque la figura de una mujer frente a la orquesta puede no imponer respeto y liderazgo frente a la masa. Por lo tanto, si sus músicos no acatan esta consideración, su larga formación y esfuerzo quedan enterrados, y todo por ser mujer.

 

DISCRIMINACIÓN FEMENINA ACTUAL POR CUESTIONES DE GÉNERO EN EL MUNDO LABORAL

 

A la hora de la introducción de Silvia en el mundo laboral, cuenta que ha sido ridiculizada con comentarios como «¿hasta cuándo vas a seguir con este hobby?». Preguntas como esta menosprecian el trabajo y formación de dicha directora. Es desalentador que por mucho esfuerzo que se haga en conseguir una ilusión siempre existan personas que lo subestimen por cuestiones de género, considerando únicamente válidos a los hombres heterosexuales de raza blanca occidental.

 

EN LA DIRECCIÓN MUSICAL

 

Profesionalmente, en la dirección, hay que carecer de timidez ante el público y la agrupación. Cuando por fin se consigue superar esta vergüenza suelen aparecer figuras masculinas que creen que si una mujer no presenta timidez, está expuesta a buscar algo sexual con ellos. Por tanto, existe una dualidad: si una mujer es tímida, es inferior y no vale para nada; si una mujer no es tímida y muestra liderazgo en su trabajo, quiere seducir al hombre. Además de esta afirmación, en su caso, Silvia también ha recibido comentarios sexuales por parte de compañeros, siendo formulados como si ella fuese “tonta” y no entendiera lo que hablan de ella.

Dentro de la profesionalidad de las mujeres, en la cuestión del rechazo de directoras en la Filarmónica de Viena, Olivero piensa que «los estamentos retrógrados no quieren aceptar la capacidad de liderazgo y la profesionalidad de las directoras de orquesta». Por tanto, al saber que las mujeres están perfectamente capacitadas para dirigir, los hombres tienen miedo a ser sustituidos.

A día de hoy existen numerosas mujeres directoras que han conseguido superar similares dificultades a las de Silvia: Natalie Stuzmann, Alondra de la Parra, Barbara Hannigan, Gabriela Díaz Alatriste, Inma Shara, Oksana Lyniv, Pilar Jurado, Mirga Grazinyte-Tyla, Virginia Martínez Fernández, Marin Alsop, Simone Young, Anu Tali, Xian Zhang, Glass Marcano, Silvia Sanz, Dalia Stasevska, Susanna Mälkki, Talia Ilan

 

EN LA COMPOSICIÓN MUSICAL

 

En el caso de la composición musical, Silvia opina que en numerosas ocasiones se programan obras de compositoras solo para cumplir con determinadas estadísticas. Como esta profesión está relacionada con el intelecto y la creación, y se piensa que las mujeres no poseen dichas capacidades, se pierde confianza en ellas, llegándose a pensar que no tienen validez y no escriben buenas obras.

Comparando la composición y la dirección orquestal, Silvia llega a la conclusión de que ambos provocan grandes resultados satisfactorios gracias al duro trabajo, sin embargo en la dirección el cuerpo está más expuesto públicamente, por lo que podría provocar que esta sea más difícil de superar en el momento, mientras que en la composición no se muestra el cuerpo para trabajar a tan similar a la dirección.

A pesar de la formación y todos los ánimos que se tiene que auto ofrecer a sí misma una persona en estas situaciones, siempre hay que luchar contra las personas que no dan oportunidades por falta de confianza hacia ellas, como las críticas que ha recibido Silvia: «Nunca estás preparada, Nunca eres suficiente, Nunca estarás al nivel deseado, e incluso que No mereces cada oportunidad pues es muy posible que Todo salga mal». La cantidad de dificultades ante las que se presenta una mujer son desmoralizantes, pero aún así, personas como Silvia siempre levantan cabeza y no se rinden. Ella supera esto afirmando que se vence a sí misma sintiendo que su valía depende de sí misma y no de su “culpa” de ser mujer.

 

CONCLUSIÓN

 

Aunque se hayan explicado todas estas dificultades usando el caso de Silvia, millones de mujeres del pasado y del presente han sufrido las mismas o peores limitaciones a la hora de adentrarse en el mundo musical. Con este trabajo se pretende que las mujeres del futuro no tengamos que pasar por estas dificultades que, desgraciadamente, han sufrido mujeres, las cuales han aportado su intelecto a la dirección y composición de la música que estudiamos hoy en día. Como afirma Silvia, ante estas situaciones existen dos opciones: «abandonas o te haces más fuerte, que es la determinación que tomé y que hace que sea la persona que soy hoy día».

 

 

ANEXO: ENTREVISTA A SILVIA OLIVERO

 

  1. Cuéntame brevemente cómo ha avanzado tu carrera como directora desde los inicios de esta y si fue difícil tomar esta decisión.

 

Yo nací en Málaga, en 1975, y mi desarrollo como directora está estrechamente ligado a un contexto temporal y espacial. Mis inicios en la carrera de dirección de orquesta fueron sin referentes femeninos, para la sociedad, los medios de comunicación y el entorno musical. Es más, la presencia de las mujeres frente a una orquesta era una rareza, una excepcionalidad que ni siquiera merecía el reconocimiento de ser nombrada. Decidí estudiar dirección de orquesta por un impulso personal y ha sido una de las mejores decisiones tomadas en mi vida, pero cuando comencé sentía que me embarcaba en una “aventura” que no me correspondía, en la cual yo era demasiado pequeña y siempre iba a ser inferior a mis compañeros, con el tiempo, (mucho tiempo después), descubrí que este es el llamado síndrome del impostor.

Para mi maestro, una mujer dirigiendo era algo extraño, pero optó por confiar en mi trabajo, al igual que luego hizo con otras estudiantes de generaciones posteriores. Para él, lo importante era el esfuerzo, estudio, talento y sacrificio. Pasado el tiempo me di cuenta de que había dos elementos que mermaban mi desarrollo profesional:

El primero fue abrir los ojos a que recibía menos oportunidades que mis compañeros hombres. La confianza en el liderazgo de una mujer, al frente de una orquesta, es menor que la que hay respecto a los hombres. El temor a que una mujer no tenga capacidad de liderar es un peso que ha pesado y sigue pesando hoy día, de modo que esta apertura de miras me enseñó que no todo dependía de mi esfuerzo, estudio, talento y sacrificio, sino que dependía de la confianza de quienes podría ofrecerme las oportunidades.

El segundo fue darme cuenta de que mi mayor enemigo era yo misma. Por la educación recibida en mi tiempo (no en el ámbito familiar pero sí en el resto de contextos), la mujer no debe destacar, debe quedar atrás, escuchar más que ser escuchada, y aprender de los hombres mientras compites con el resto de mujeres por ser aceptada. Esta barbaridad es un peso que ha sido inoculado y provoca que sientas que Nunca estás preparada, Nunca eres suficiente, Nunca estarás al nivel deseado, e incluso que No mereces cada oportunidad pues es muy posible que Todo salga mal. Esto, por supuesto, es toda una falacia, un error educativo-social y por ello, VENCERME A MÍ MISMA ha sido el muro más doloroso que he tenido que superar. Lograrlo me ha llevado a tener confianza en mí misma y a trabajar de otro modo, de modo que siento que mi valía depende de mí misma, y no del concepto social respecto a las capacidades de mi género.

 

  1. ¿Se te han impuesto muchos obstáculos a la hora de introducirte en este mundo?

 

Lamentablemente, sí. El trato hacia mi profesionalidad no siempre ha sido correcto, en ocasiones quien me ha invitado a dirigir me preguntaba que hasta cuándo iba a seguir con este hobby, lo cual ridiculiza mi desarrollo profesional; en otras ocasiones han interpretado que, al ser mujer y no ser tímida (lo cual para la dirección sería un tremendo problema), hacerme cualquier propuesta sexual debía ser aceptada por mi; he presenciado la negativa a que dirigiese por el mero hecho de ser mujer “Debe ser un hombre”, dijeron; algunos músicos de las orquestas me han faltado al respeto haciendo comentarios sexuales, pensando que yo no los entendía, otros, al llegar a los ensayos, miraban de arriba abajo examinando mi figura; y el mayor de los obstáculos siempre ha sido el cuestionamiento constante a mi capacidad de liderazgo, sin permitirme mostrarlo, siquiera, de modo que ralentiza el desarrollo de mi carrera profesional. En ocasiones, cuando tienes ciertas oportunidades, debes mostrar una y otra vez tus capacidades, antes de ser respetada, sin embargo, he presenciado cómo compañeros míos, en la misma situación que yo, han sido respetados a la primera.

Esto produce el efecto de, si no tienes confianza en ti misma, llevarte al error de pensar que es causado por no ser suficientemente profesional, de modo que tienes dos opciones, abandonas o te haces más fuerte, que es la determinación que tomé y que hace que sea la persona que soy hoy día.

 

  1. Como sabrás, la Filarmónica de Viena publicó un titular el año pasado en el que se mostraba la siguiente designación: “No es hora aún hora de que una mujer dirija el Concierto de Año Nuevo. ¿Qué opinas acerca de esta noticia que tuvo tanta controversia?

 

Me parece una falta de respeto hacia las directoras de orquesta y un desconocimiento (quizás intencionado) de la realidad en la que vivimos. Obviamente los estamentos retrógrados no quieren aceptar la capacidad de liderazgo y la profesionalidad de las directoras de orquesta. Esto refleja una realidad social, estamos y hemos llegado para quedarnos, pero nos lo van a poner muy difícil.

 

  1. En cuanto a tu rama de compositora, ¿tuviste las mismas dificultades que en la dirección? ¿Fueron más o fueron menos?

 

En la dirección orquestal cuestionan la capacidad de liderazgo, como comenté más arriba. La composición, por otro lado, ha estado asociada al rol de la Creación, a la Intelectualidad. La historia ha colocado tradicionalmente a las mujeres en la sensibilidad y a los hombres en el intelecto, de ahí que determinados sectores no quieran aceptar la presencia de las mujeres en la Creación.

Esto provoca que se reduzca la confianza en las composiciones de autoría femenina. Los datos objetivos muestran cómo la programación de obras de compositoras es mínima e insignificante, en ocasiones programadas sólo para cumplir con determinadas estadísticas. Mientras mayor formato tengan las obras, menor será su presencia, como si no se quisiera apostar por grandes obras de compositoras, pues su éxito se da por hecho que será menor.

En mi caso, me ocurre algo similar que con la dirección, hasta que no fui consciente de la falta de confianza, pensaba que la menor oportunidad que mis compañeros compositores era causada por mi insuficiencia. Aún hay mucho trabajo que hacer en la sociedad para que quienes toman las decisiones de programar las obras y las instituciones valoren la calidad del repertorio que tantas compositoras tienen en su haber.

Como detalle significativo sobre el doble esfuerzo, en relación a los hombres, que han de hacer las mujeres en la dirección y la composición, se halla el propio uso del lenguaje, como una doble afirmación necesaria para ser reconocida. Directora y compositora son sustantivos femeninos, sin embargo, se suelen denominar “mujeres directoras” y “mujeres compositoras”.

 

  1. ¿Cuál de las dos profesiones crees que, desde tus vivencias en ambas, está más restringida en el caso de las mujeres?

 

Ambas profesiones tienen gruesos muros frente sí. Quizás la dirección orquestal, al estar la mujer más expuesta a la mirada del otro, presente más reticencias, pero quizás me equivoque y estén ambas obstaculizadas por igual.

Yo tengo la fortuna, y para ello trabajo incansablemente, de ejercer ambas profesiones, dirijo con frecuencia y estreno obras de pequeño y gran formato. En cada dirección y cada estreno mi profesionalidad es reconocida y me siento feliz por ello. Sin embargo, a medida que asciendo profesionalmente, las dificultades se multiplican y cada paso es más costoso que el anterior. Es agotador física y emocionalmente, pero “rendirme” no está en mi vocabulario. Son dos profesiones que proporcionan increíbles satisfacciones cuando consigues desarrollarlas y cada paso habrá merecido el esfuerzo.

 

  1. Dime nombres de directoras actuales con el fin de publicar sus nombres en dicho trabajo y que empiecen a ser conocidas como se merecen.

 

Natalie Stuzmann, Alondra de la Parra, Barbara Hannigan, Gabriela Díaz Alatriste, Inma Shara, Oksana Lyniv, Pilar Jurado, Mirga Grazinyte-Tyla, Virginia Martínez Fernández, Marin Alsop, Simone Young, Anu Tali, Xian Zhang, Glass Marcano, Silvia Sanz, Dalia Stasevska, Susanna Mälkki, Talia Ilan

 

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