En la entrada nº 20 se ha dicho cuál es una causa común del paro: el desajuste temporal entre la demanda de trabajo por parte de las empresas y la oferta de trabajo que hace la población activa. Dicho desajuste se produce porque la información sobre puestos de trabajo necesita su tiempo para canalizarse y poder ponerse de acuerdo demandantes y oferentes de trabajo.
Pero, con frecuencia, las personas no están paradas por el motivo anterior, sino por otro bien distinto. Esto ocurre cuando los salarios que perciben los trabajadores son rígidos, es decir, cuando no oscilan a la baja en las ocasiones en que lo exige el mercado.
Si la oferta de trabajo fuera exactamente igual a la demanda de trabajo, sencillamente no habría paro: el mercado de trabajo estaría en equilibrio. En esa situación se pagaría un salario o sueldo de equilibrio a la mano de obra, lo que quiere decir que a ese precio (salario) toda la población que deseara y pudiera trabajar estaría contratada en las empresas.
Pero hay ocasiones en que el salario es superior al que equilibraría la demanda y la oferta de trabajo, manteniéndose en esa situación elevada. Dicho de otro modo, diríamos que el salario es rígido (no baja hasta el nivel de equilibrio). En estas circunstancias va a producirse PARO, y la explicación es sencilla: a esos salarios altos, las empresas no van a querer contratar más trabajadores, por lo que el acceso al mercado laboral se ve extremadamente dificultado.
Habría que preguntarse por qué los sueldos son a veces rígidos y por lo tanto causantes de paro. Por lo general, se apuntan diversos motivos:
- Por una parte, el salario mínimo interprofesional, que es estipulado por el Gobierno, a veces se fija en una cuantía superior a la que convendría según las circunstancias económicas. Por este motivo, las personas que por su formación solamente dependen de las actividades en las que se paga ese salario, van a tener muy difícil emplearse.
- Por otra parte, los representantes del colectivo de trabajadores, los sindicatos, siempre luchan por conseguir mejoras salariales para sus representados. Y si en una negociación colectiva las fuerzas sindicales logran una subida de sueldos que se distancie, por lo alto, del precio (o salario) de equilibrio, el resultado va a ser un sueldo rígido que va a dificultar la entrada de nuevos trabajadores, produciéndose paro.
- También, por otra parte, hay empresas que desean pagar unos salarios elevados a sus empleados voluntariamente, por encima de lo habitual. La razón estriba en que, con esos sueldos atractivos, esperan que sus empleados teman exponerse a perder ese trabajo tan bien remunerado, por lo que de esta manera se esforzarán por ser muy hábiles en el desempeño de sus tareas. De esta forma las empresas se aseguran un contingente de trabajadores eficientes, aunque eso suponga unos mayores costes laborales. Por contra, quienes deseen entrar a trabajar en esas empresas que pagan unos salarios de eficiencia lo tendrán muy crudo, ante tal rigidez salarial, y se quedarán formando parte de las listas de paro.
En definitiva, todos y todas queremos disponer de unos salarios cuanto más altos mejor, pero la macroeconomía se encarga de aportar la explicación teórica del gran “efecto secundario” de dicho deseo social: el paro estructural.