La economía mundial en la actualidad se caracteriza por muchos y variados factores. Pero, en todo caso, existen unos hechos que conviene destacar y sintetizar en el siguiente esquema:
– En primer lugar hay que mencionar la existencia de un sistema de cooperación multilateral para las relaciones económicas internacionales, que tiene su máxima expresión en la existencia de los grandes organismos económicos internacionales: la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Ciertamente, los países cooperan entre ellos para alcanzar una serie de objetivos comunes en distintos planos. Por ejemplo, en el marco de la OMC pretenden llegar a acuerdos para determinar los términos en los que deben llevarse a cabo las relaciones comerciales. Por otra parte, en el área financiera, las conversaciones se entablan en el marco del FMI. Por su parte, el BM se encarga de promover el desarrollo en los países que lo necesitan.
Por lo tanto, los países no navegan solos, a la deriva, sino que lo hacen embarcados en las mismas naves, al objeto de arribar a los mismos puertos. Siempre se ha dicho que “la unión hace la fuerza” y, desde luego, en este aspecto las naciones han asumido seriamente esa máxima.
– En segundo lugar, un rasgo claramente definitorio de la economía mundial es el avance y desarrollo de las corrientes comerciales.
En ocasiones, la tasa de crecimiento del comercio internacional supera la tasa de crecimiento del PIB mundial. El comercio internacional (los flujos de exportación y de importación) es sin duda el gran protagonista de panorama económico mundial, pues es el eje en torno al cual giran todas las transacciones. Efectivamente, bien puede afirmarse que es la variable “estrella” de la economía mundial, ya que de ella dependen otras muchas variables. Si el comercio internacional crece, aumentan con él la producción y el empleo mundiales, con todo lo que ello acarrea.
A la expansión del comercio han contribuido indudablemente el desarrollo de los transportes y la sofisticación y avance de las telecomunicaciones. A este respecto, Internet ejerce una función impulsora de las transacciones internacionales, lo que a su vez se traduce en unas mayores cifras de comercio mundial.
– La proliferación de procesos de integración económica internacional, constituye otro claro rasgo característico del panorama internacional.
La formación de agrupaciones de países movidos por intereses comunes, dando lugar a “bloques regionales” o comerciales, es otra de las grandes señas de identidad de un mundo interconectado, interdependiente y abierto al exterior. Si lugar a dudas, en la Unión Europea tenemos el ejemplo más importante. Es el esquema de integración económica al que pertenecemos, un enorme espacio económico y comercial que aglutina una gran diversidad en sus aproximadamente 4.235.000 km², agrupando 27 Estados (tras la salida de Reino Unido el 31 de enero de 2020) y cerca de 450 millones de habitantes que hablan un total de 24 lenguas oficiales.
– El fácil contagio de las crisis económicas y financieras.
La gran interdependencia existente en cuanto a los mercados de factores y productos facilita que los efectos de los desajustes económicos que tienen lugar en un país se transmitan a otros países del mundo por medio de las corrientes comerciales y financieras. Como se suele decir, “si EE.UU estornuda, se resfría medio mundo”, expresión muy elocuente que pone de relieve el impacto en el resto del mundo de las consecuencias de una crisis económica en un país poderoso como aquel.
– Los conflictos políticos en diversas áreas del mundo, sobre todo en aquellas que tienen una gran importancia geoestratégica, como oriente próximo, son a su vez causa de inestabilidad económica.
En efecto, cuando tiene lugar una perturbación, de diversa naturaleza, en un país o en una zona geográfica sensible, las consecuencias pueden afectar en menor o mayor grado a otras áreas o países con los que guarda relación. Es, por ejemplo, el caso de los conflictos bélicos, que se saldan muchas veces con un incremento del precio de los combustibles, con las consiguientes repercusiones adversas en los países importadores. Basta con contemplar el caso de la guerra ruso-ucraniana, con serias consecuencias a toda la Unión Europea y a sus miembros.
– Los movimientos inmigratorios incontrolados.
Como se puede observar a diario, sobre todo en determinadas zonas fronterizas, la inmigración ha adquirido un cariz desconocido hasta hace no mucho. Una buena parte de las personas ya no atraviesa las fronteras con una maleta, un visado y un permiso de trabajo, sino que lo hace de espaldas a la legalidad vigente, intentando burlar unas barreras físicas que con frecuencia están surcadas de alambres de espino y cuchillas.
Las oleadas de inmigrantes que desean acceder a toda costa a su destino, aún dejándose la vida en el mar, en los bajos de un camión o de cualquier otra forma arriesgada, es un fenómeno hoy por hoy imparable. Este hecho pone claramente de manifiesto la patente desigualdad en la distribución de la riqueza mundial.
– El deterioro del medio ambiente como consecuencia del crecimiento económico, es una cuestión realmente preocupante.
La deforestación, la contaminación, la pérdida de biodiversidad, están frecuentemente relacionadas con los procesos que se gestan en el contexto de la economía mundial, constituyendo un problema prioritario. Se trata de unas externalidades negativas a las que hay que hacer frente y gestionar debidamente, desde un enfoque global. Junto a esto se encuentra el problema del calentamiento global, que, como sabemos, se atribuye a la actividad humana y constituye un punto prioritario en las conversaciones que celebran los países a escala multilateral.
– La globalización económica.
Quizás, este claro rasgo característico de la economía mundial sea la amalgama de todos los anteriores. Se trata de la gran resultante del proceso de internacionalización de las empresas, de los mercados de productos y de factores de producción, así como de las propias economías de los países participantes en la llamada “aldea global”, en la que las fronteras parecen haberse desvanecido.
La globalización no es un proceso exclusivamente económico, pues afecta de lleno a otros ámbitos con los que guarda una estrecha relación, como el político, el social, el cultural o el tecnológico. Pero, desde luego, el componente económico tiene un peso muy destacado, aparte de tratarse de un proceso que hunde sus raíces en la economía. Por eso, cuando se habla de globalización en general, se está haciendo referencia a la globalización económica.
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Por supuesto, estos grandes rasgos vistos no son los únicos que describen la dimensión internacional de la economía, pero sí pueden considerarse como una clasificación aceptable, con esa serie de agrupaciones que, por supuesto, deben incluir otros muchos matices que escapan a esta entrada. Pero que ahí dejo, para que sean mencionados y debatidos a vuestras anchas.