En el mundo universitario también conviven mitos con realidades y PDI con seres mágicos, como si de un cuento se tratase. A pesar del sistema CRediT [0], te habrán llegado historias de coautores de artículos de diferente tipología: fantasmas (no firmantes), honorarios [1], invitados o agraciados [2] [3] [4]. Alguien te contará, a modo de advertencia, la fábula de los tres Sanchos, en referencia al arquetipo de carrera académica, bien sea en docencia como en investigación. Se empieza como Sancho Bravo (doctor), se pasa a Sancho Fuerte (PDI estable) y se acaba siendo Sancho Panza (funcionario docente). Del mismo modo, algunos sentenciarán el “Publish or Perish” para mantener la tensión en producción científica, sin apenas sosiego, buscando resultados bibliométricos, sin importar los erratums que se necesiten [5]. Otros por contra, te hablarán de “Bellas durmientes” [6], [7] y de la “Slow Science” [8], sin confundirla con la “Drawer Science” (no publicada). Y seguro que conocerás a varios “Peter Pan”, dícese de aquellos jóvenes investigadores con menos de 35 años en 2007 [9], o en 2019 los investigadores emergentes nacidos en 1974 o fecha posterior [10]. Habrás oído hablar del “Plan S” [11], que pretende que todos los resultados científicos financiados con fondos públicos se publiquen realmente en abierto, y que existen “Revistas depredadoras” [12], de criterios relajados de revisión a costa de cobrar por publicar en abierto.

En esta fauna fantástico-académica, hay finos estilistas de las letras, duros fajadores de laboratorio, mirlos blancos, ilustres ágrafos, sabios desprendidos, vende-peines, motivados incansables, subyugados, embaucadores, vanidosos, talentos desaprovechados, expertos en mercadotecnia, visionarios, simples colegas y después, un puñado de compañeros. De esto, Sabina o Dylan harían una canción.