En una institución de grandes dimensiones, plantilla e historia, es harto difícil romper con los postulados y axiomas establecidos en tiempos pasados (inercia vetusta), donde eventualmente tuvieron validez y utilidad pero que en la actualidad no capturan el statu quo.

Decálogo de paradigmas sempiternos:

  • La antigüedad o categoría del PDI es un indicador de calidad y justifica prelación. Las capacidades de un PDI apenas merman con la edad. Respeto por el PDI senior implica incuestionablemente reconocimiento y presunción de veracidad, además deben recibir honores protocolarios, cuando menos como favor entre colegas.
  • La docencia está adscrita a los grupos de investigación y el docente es el último responsable de la asignatura.
  • La capacitación docente del PDI se presupone y es incuestionable. La praxis docente la certifica y la actividad investigadora la avala.
  • La autoridad se ejerce desde la jerarquía, con independencia de la ética, el compromiso, la persuasión o la solvencia.
  • Los pleitos pretéritos han de conocerse para que arraiguen en el colectivo y lo condicionen.
  • La retórica vaga y los circunloquios son un método válido de comunicación.
  • A falta de una mejor, la norma de usos y costumbres sigue vigente [1].
  • El ejercicio laboral de un PDI se equipara al del profesional libre colegiado.
  • La corresponsabilidad consiste en permitir que las soluciones las propongan y articulen los responsables oportunos.
  • La excelencia científica del PDI se calibra con su excelencia investigadora (número de proyectos, artículos, redes y bibliometría).