Recuerdo perfectamente que El camino fue la primera novela que lei de Miguel Delibes, cuando tenía catorce o quince años. Se trata de una de las novelas más emblemáticas de este genial escritor, un libro que retrata de forma magistral la España rural de los años cincuenta en el siglo XX, y que comienza así:
Las cosas podían haber acaecido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre. Pero por lo que a él afectaba…Su padre entendía que esto era progresar; Daniel, el Mochuelo, no lo sabía exactamente.
El argumento
El Camino es una de mis novelas favoritas del gran Maestro Miguel Delibes. La narración está contada en tercera persona y nos refiere los recuerdos de Daniel, El Mochuelo. La noche antes de su partida hacia la ciudad, incapaz de conciliar el sueño acostado en su cama, Daniel, El Mochuelo rememora los acontecimientos más importantes ocurridos a lo largo de sus 11 años de vida. Hijo del quesero del pueblo donde siempre ha vivido, su padre quiere que vaya a la capital para estudiar el bachillerato y así convertirse en un hombre “de provecho”. El chico, desde la tranquilidad y la seguridad de su vida en el pueblo y la añoranza que ya es capaz de anticipar, no llega a comprender muy bien cuál es el significado de ese concepto. Sin embargo, acata dócilmente la voluntad de su progenitor.
De la mano de Daniel, el Mochuelo, Delibes traslada al lector, con la sencillez y naturalidad que caracterizaban su inconfundible estilo narrativo, a la cotidianidad de la vida rural en las tierras húmedas, verdes y montañosas del norte de la Castilla de la posguerra española. Con sus vívidas descripciones, el genial autor invita a aguzar los sentidos para captar en toda su intensidad los aromas, sonidos y colores de la exuberante naturaleza.
Los personajes
Cada uno de los personajes que pueblan el pequeño gran valle que Delibes nos descubre en El Camino retrata a la perfección la vida, la moral y las costumbres de la época. Son moradores anónimos y cotidianos que se repiten en la mayoría de los pueblos y aldeas de la España de mitad del siglo XX. Habitantes que pasan desapercibidos y viven una existencia tranquila, rutinaria y apacible, alterada de vez en cuando por algún hecho puntual que les permite abstraerse de su rutina diaria.
Una novela intimista
La lectura de este relato brinda al lector la oportunidad de colarse como un indiscreto voyeur en las vivencias más íntimas de cada uno de los protagonistas que pueblan la escena rural de una época concreta. Tiene la capacidad de hacerle partícipe de las correrías de Daniel, el Mochuelo y sus inseparables amigos: Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso; le inunda de la omnipresente caridad y bondad de don José, el Cura y de la tierna inocencia y dulzura de la Mariuca-Uca-Uca; le inmiscuye en los devaneos de las cotillas del pueblo, las Guindillas. Y así con todos y cada uno de los personajes que integran la novela.
Se trata de una obra entrañable, que no pasa de moda y es capaz de adaptarse a todos los públicos.
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