Si en un anterior artículo de esta bitácora examinaba de manera general a los grandes autores internacionales dentro del género de novela histórica, en el presente voy a detenerme en los grandes autores españoles de novela histórica. Son autores que, en su mayoría, no han dedicado la totalidad de su bibliografía a este género, pero que sí tienen una o más obras cumbres dentro de la novela histórica en España.
Benito Pérez Galdós: Sin duda el mayor exponente de este género en España. Sus “Episodios Nacionales”, enmarcados dentro de la corriente realista, retratan con tremenda calidad literaria el agitado siglo XIX español. La redacción de esta prolífica colección de novelas le llevó casi 35 años de su vida. Pérez Galdós compaginaba su papel como novelista con la producción teatral, sin olvidar sus frecuentes visitas a las tertulias literarias.
Se me permitirá que antes de referir el gran suceso de que fui testigo, diga algunas palabras sobre mi infancia, explicando por qué extraña manera me llevaron los azares de la vida a presenciar la terrible catástrofe de nuestra marina. Al hablar de mi nacimiento, no imitaré a la mayor parte de los que cuentan hechos de su propia vida, quienes empiezan nombrando su parentela, las más veces noble, siempre hidalga por lo menos, si no se dicen descendientes del mismo Emperador de Trapisonda. Yo, en esta parte, no puedo adornar mi libro con sonoros apellidos; y fuera de mi madre, a quien conocí por poco tiempo, no tengo noticia de ninguno de mis ascendientes, si no es de Adán, cuyo parentesco me parece indiscutible. Doy principio, pues, a mi historia como Pablos, el buscón de Segovia: afortunadamente Dios ha querido que en esto sólo nos parezcamos.
“Episodios Nacionales”
Arturo Pérez Reverte: Aunque los inicios de su carrera fueron como corresponsal de guerra (“Territorio comanche” da fe de las dificultades del oficio), pronto este murciano alcanzó fama como novelista, entre otras razones por su camaleónica capacidad de saltar de unas temáticas a otras. Además del importante trabajo de documentación de cada una de sus novelas históricas (aunque el autor ha destacado también en otros géneros), quizás uno de los mayores valores de la literatura de Pérez Reverte es la labor divulgativa de sus novelas, que ha acercado la historia a todos las edades, desde públicos juveniles con la serie “Las aventuras del capitán Alatriste” hasta públicos más eruditos con obras como “Un día de cólera”.
No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes. Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedís4 en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros que no tenían la destreza o los arrestos para solventar sus propias querellas.
“Las aventuras del capitán Alatriste”
Miguel Delibes: Además de su importante labor a la hora de plasmar la realidad inmediata de la España rural, hay que destacar el valor de su bibliografía dentro del género histórico, sobre todo en “El hereje”, que se desarrolla en la España del s. XVI. Aunque el legado de este autor se cimienta en la reivindicación de la Naturaleza frente al desarrollo desmedido y descontrolado, “El hereje” destaca, además de por su valor histórico y la siempre rica narrativa delibesiana, por el análisis de la sociedad que este autor desarrolla, como siempre, con tremenda lucidez.
“Cipriano Salcedo contemplaba el mar desde la cubierta del Hamburg mientras reconstruía mentalmente la imagen del Doctor tan taciturno y medroso en los últimos tiempos, advirtiéndole de los riesgos de su estancia en Europa. La reciente prohibición de salvar las fronteras concernía, es cierto a clérigos y estudiantes, pero era sabido que cualquier viajero que decidiera moverse por Alemania en estos días sería sometido a una discreta vigilancia”.
“El hereje”
Ramón J. Sender: Además de la profunda crítica social de sus novelas y del carácter ecléctico de estas, Sender merece estar dentro de esta lista por obras como “El verbo se hizo sexo”, biografía novelada de Teresa de Jesús o la sublime “La aventura equinoccial de Lope de Aguirre”. En esta última el mito de El Dorado y el carácter megalomaníaco de las expediciones españolas en El Amazonas.
Poco haría con su honradez Felipe II si no matara gente. Que ha matado más cristianos en secreto que diez veces la gente que llevo yo en el real. Yo soy yo. Yo soy vosotros.
“La aventura equinoccial de Lope de Aguirre”.
Salvador de Madariaga: cultivó la poesía, el ensayo, la crítica literaria y, por supuesto, la novela histórica. A pesar de titularse como ingeniero en la presticiosa École nationale supérieure des mines parisiense, su vocación literaria le llevó a entablar amistad con prestigiosos intelectuales de la época, desde Ortega y Gasset hasta Unamuno. Su obra “El corazón de piedra verde” es un espléndido retrato de la colonización de América, además de destacar su vanguardismo argumental. Esta obra abrió una serie de cinco novelas que el autor nunca pudo terminar, aunque esta primera entrega es la que goza de mayor prestigio entre los lectores.
Cuando vinieron a decir al rey Nezahualpilli que su mujer Xochotzincatzin o Pezón-de-Fruta le había dado una hija, su rostro permaneció inmóvil ocultando con su impasibilidad la profunda alegría que inundaba su corazón. En su otra mujer, hemana mayor de Pezón-de-Fruta, así como en las cuarenta y tantas mujeres que entre sus dos mil concubinas solía frecuentar, Nezahualpilli había sembrado y recogido ya más de cien hijos e hijas. Pero Pezón-de-Fruta no era sólo una de sus mujeres legítimas, hijas de Tizoc, emperador de Méjico, sino también la primera y única mujer que había amado de verdad.
“El corazón de piedra verde”