Si en una anterior entrada de esta bitácora analizaba algunos autores imprescindibles de la novela histórica internacional, hoy me detendré en la figura de Robert Graves, autor de una obra fresca, irreverente e intemporal como es «Yo, Claudio«.
Robert Graves
Robert von Ranke Graves nació en Wimbledon el 24 de julio de 1895, su padre era anglo-irlandés, hijo de un obispo anglicano. Robert nunca disfrutó de Wimbledon a la que solía llamar “ni ciudad ni campo”, aunque disfrutaba de sus viajes a Harlech y Baviera donde visitaba a su abuelo paterno, el historiador Heinrich von Ranke.
Estudió en diversas escuelas preparatorias hasta llegar al internado de Chaterhouse, donde recibiría una beca para estudiar en Oxford. A causa de su apellido alemán tuvo problemas debido al clima antigermánico que reinaba en Europa, se refugió en las letras y comenzó a escribir poesía en la revista de Chaterhouse, The Carthusian. En Chaterhouse se hizo buen amigo de George Mallory, alpinista que desapareció en el Everest en 1924. De él, que era profesor de literatura inglesa, aprendió el amor por las letras.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, Graves se alistó en el Regimiento Real de Fusileros, en parte para escapar de Oxford a la que veía como una cárcel. Durante la guerra se lo declaró muerto por las heridas que sufrió en la batalla del Somme, aunque estaba vivo las lesiones que sufrió le impidieron reincorporarse al frente.
La guerra le dejó secuelas físicas y psicológicas que influyeron en su vida y su obra. Después de casarse se matriculó de nuevo en Oxford, tras acabar la carrera recibió un puesto de profesor en la Universidad de El Cairo. A partir de entonces su vida se convierte en una peregrinación continua. Se marcha de El Cairo para asentarse en Dayá, pero tiene que abandonarla al estallar la Guerra Civil Española y volver a Inglaterra, sin embargo, Graves había encontrado en Mallorca su paraíso personal, al que regresó tras la guerra para quedarse. Su casa, hoy en día es un museo.
Aunque Robert Graves fue un gran poeta, sus trabajos más conocidos son las novelas. Yo, Claudio, es con toda seguridad la más famosa. Sin embargo, Graves es autor de otras obras como la controvertida La Diosa Blanca o su novela autobiográfica Adios a todo eso.
Su obra cumbre, «Yo, Claudio»
Pero vamos con su obra más conocida: Yo, Claudio. Basada en las obras clásicas que retratan las vidas de los césares, Graves estudió en profundidad las obras de Suetonio, Plutarco y Tácito antes de embarcarse en esta obra.
Yo, Claudio está escrita en primera persona, en ella su protagonista, el emperador Claudio, creyendo que va a ser asesinado, trata de plasmar y contar al espectador qué tipo de personas lo rodean, cómo son aquellos más cercanos a él y cómo ha sido la historia de su familia. Para eso nos narra la historia de la dinastía Julio-Claudia y del Imperio Romano desde el asesinato de Cayo Julio César hasta el de su sobrino Calígula.
La novela está narrada desde la perspectiva de Claudio, ya convertido en emperador, y cuenta su vida desde su infancia. Claudio sufría muchos problemas físicos, era cojo, tartamudo y tenía muchos tics nerviosos por lo que fue apartado del escenario político por su familia. Graves aprovecha este hecho histórico para presentarnos un personaje simpático que trata de sobrevivir entre la locura de unos parientes asesinos. Claudio sobrevive porque todos creen que es un idiota.
Graves juega con la historia; Claudio, en realidad, fue un gran historiador y se sabe que llegó a escribir su propia biografía en ocho tomos que se perdieron. Claudio escribe la historia de los primeros emperadores desde un punto de vista íntimo, tras recibir las profecías de la Sibila en las que le asegura que hablará claro dentro de 1900 años.
Claudio escribe su historia en griego ya que asegura que será el idioma literario del mundo, lo que proporciona a Graves la oportunidad de explicar algunas de las palabras latinas y su etimología (Livia, Cesar…), lo que no sería posible si Claudio lo hubiese escrito en latín.
Claudio no habla sobre su reinado en Yo, Claudio, solo se dedica a repasar las vidas y los reinados de sus familiares, es en Claudio, el dios, la segunda parte de la novela, donde Graves nos cuenta cómo fue su reinado y lo cuenta hasta el momento de su fallecimiento.
En ambos libros Graves retrata a las mujeres como personajes fuertes y poderosos que ejercen su influencia desde las sombras. Mesalina, la esposa de Claudio o Livia, son imágenes arquetípicas de Graves que retrata a la mujer como una entidad poderosa capaz de manipular al hombre y dirigir, en secreto, el imperio.
Yo, Claudio tenía que ser adaptada al cine en 1937, Josef von Sternberg iba a ser el director de la película, incluso se habían repartido los principales papeles; Merle Oberon, esposa del productor Alexander Korda, sería Messalina la mujer de Claudio, Emylin Williams debía ser Calígula y Charles Laughton, Claudio. Sin embargo el proyecto se abandonó cuando Oberon sufrió un grave accidente de tráfico.
Años más tarde, en 1976 fue adaptada y llevada a la televisión por la BBC. Yo, Claudio es una miniserie que comprende las dos obras de Graves sobre el emperador, narrando así la historia de los Julios, pero también la del mismo emperador hasta su muerte. Jack Pullman escribió el guión de los trece capítulos en los que se retrata la vida de los emperadores desde Octavio hasta los últimos días de Claudio. La serie fue grabada con un peculiar estilo teatral, por actores de teatro y sin exteriores.