Cada primavera nuestros campos son el escenario de una fascinante historia protagonizada por el cuco (Cuculus canorus) y el críalo (Clamator glandarius), dos aves que vuelven de pasar el invierno en África para manipular y engañar a varias especies de pájaros y conseguir que incuben sus huevos y se encarguen de la crianza de los pollos como si fueran propios. Los engañados (hospedadores) lo pagan caro, ya que la inmensa mayoría no saca adelante a ningún descendiente, sino uno o más pollos parásitos. Esta forma de reproducción se denomina parasitismo de cría, o de incubación, y ha evolucionado en varias familias de aves, aunque los parásitos más famosos pertenecen a la familia de los cucos (Cuculidae), entre ellos las dos especies de parásitos europeos, el cuco y el críalo, ambas relativamente comunes en la península Ibérica.
Críalo (Clamator glandarius) |
Críalos y cucos siguen dos modelos diferentes de parasitismo. El cuco usa como hospedadores a más de una centena de pajarillos mucho más pequeños (como petirrojos o carriceros), normalmente pone un solo huevo en cada nido (que eclosiona antes que los del hospedador) y el pollo recién nacido carga a sus espaldas y expulsa del nido los demás huevos uno por uno hasta que se queda solo y monopoliza toda la comida que puedan aportar sus padres adoptivos. El críalo parasita a unas pocas especies de córvidos de tamaño similar o mayor, fundamentalmente a las urracas (Pica pica), y puede poner más de un huevo en cada nido, ya que sus pollos no expulsan al resto de las crías. A pesar de ello, los huevos de críalo eclosionan varios días antes que los de urraca y los pollos crecen muy rápido, de manera que son más grandes y acaparan las cebas. Salvo en raras excepciones, sus compañeros de nido están condenados a una rápida muerte por inanición.
El parasitismo de cría no es exclusivo de las aves, y estrategias similares han evolucionado en otros grupos de animales, como algunos peces e insectos. En las aves además puede ser intraspecífico, cuando parásito y hospedador son de la misma especie, o interespecífico, cuando son de especies diferentes, el que nos ocupa en este caso, que tiene la particularidad de que el parásito es obligado, es decir, necesita usar un hospedador para reproducirse, ya que no lleva a cabo ninguna de las actividades típicamente relacionados con los cuidados parentales.
En definitiva, los parásitos de cría desvían total o parcialmente la energía empleada en la reproducción por individuos de otras especies en su propio beneficio. No construyen nidos, ni incuban huevos, ni ceban pollos y esta peculiar manera de reproducirse los hace diferentes al resto de las aves. Contemplar a un hospedador dando de comer a un pollo parásito que en nada se parece a sí mismo es una escena que provoca irremediablemente preguntas como ¿no se dan cuenta? ¿como es posible?, que a veces quedan resueltas rápidamente dando a unos como muy inteligentes (los manipuladores) y a otros como un poco tontos (los engañados). Ni una cosa ni la otra, de hecho algunas de las especies hospedadoras de parásitos de cría son Córvidos, como la urraca y la corneja (Corvus corone), aves con un cerebro muy grande y con elevadas capacidades cognitivas; tras tratarlas durante algún tiempo uno acaba pensando que son bastante listas.
Entonces, ¿como podemos explicar este fenómeno tan llamativo? Hay que pensar en términos evolutivos para entenderlo. Un biólogo evolutivo se plantea este problema, como otros, preguntándose si es posible que la selección natural pueda favorecer este tipo de estrategias. Desde el punto de vista de la selección natural, las ventajas de la estrategia parásita parecen obvias, lo parecían incluso al propio Charles Darwin: al no llevar a cabo cuidados parentales, los parásitos ahorran tiempo y energía que pueden utilizar en poner más huevos de lo normal en una especie parecida no parásita. De hecho, entre los Cucúlidos existen especies no parásitas, y estas especies ponen muchos menos huevos por temporada que cualquiera de las especies que sí son parásitas.
Otro problema es explicar porque los hospedadores aparentemente no se resisten a la manipulación de la que son objeto por parte de los parásitos.
Los parásitos de cría reducen el éxito reproductivo de los hospedadores de varias maneras. Durante la puesta de los huevos la hembra parásita puede retirar un huevo del hospedador (cuco) o puede romper alguno de los huevos hospedadores (críalo). El parasitismo a menudo reduce el éxito de eclosión de los huevos de hospedador al romper algunos o porque el período de incubación de los huevos parásitos es más corto y la hembra hospedadora deja de incubar para alimentar a los pollos eclosionados. Tras la eclosión los parásitos también infligen costes al hospedador.
Los pollos del cuco europeo en cuanto eclosionan expulsan los huevos hospedadores del nido (ver fotos arriba y vídeo abajo), los de los indicadores de la miel (Género Indicator) a las pocas horas de haber eclosionado laceran y matan a los pollos del hospedador. En otras especies parásitas como el críalo o el tordo americano de cabeza marrón o tordo negro (Molothrus ater), sin embargo, los pollos parásitos y los hospedadores comparten el nido durante un período variable de tiempo, pero los pollos parásitos son preferentemente alimentados por sus padres “adoptivos” ya que, al eclosionar antes, son de mayor tamaño que los pollos hospedadores, y además porque normalmente presentan una mayor intensidad de petición de alimento. Debido a ello, en algunas especies los pollos parásitos acaban por monopolizar el alimento y matar de hambre a los pollos hospedadores, quedando solos en el nido, como ocurre por ejemplo en los nidos de urraca parasitados por críalo.
Debido a la tremenda reducción en el éxito reproductivo que sufren los hospedadores cuando son parasitados, cabría esperar que la selección natural hubiese favorecido algún mecanismo de defensa. Y lo ha hecho. En muchos casos los hospedadores llevan a cabo una defensa directa del nido, atacando a los parásitos. Sin embargo, la principal respuesta de los hospedadores frente al parasitismo es la capacidad de reconocer y rechazar los huevos parásitos. Esta capacidad no está igual de extendida en todas las especies hospedadoras ni en todas las poblaciones dentro de una misma especie, y siendo una adaptación tan clara contra una estrategia tan costosa para los hospedadores es de un gran interés entender que factores determinan que algunos hospedadores rechazen huevos parásitos y otros no. Entre estos factores se encuentran el aspecto de los huevos de ambas especies, la edad de los hospedadores, o el tiempo que hace que los parásitos explotan una población.
En este enlace puedes ver a un ejemplar de Prinia subflava parasitado por Anomalospiza imberbis, un cuco africano, sacando de su nido el huevo parásito.
Para saber más sobre parasitismo de cría, échale un vistazo a mi producción científica, o a los siguientes libros generales (en inglés):
N.B. Davies (2000) Cuckoos, cowbirds and other cheats.T & AD Poyser. London.
P.A. Johnsgard (1999). The avian brood parasites. Deception at the nest. Oxford University Press