La bienvenida al vivero
Tras finalizar mi primera etapa de iniciación con la entidad, he podido observar y analizar su funcionamiento interno, así como participar en diversas acciones desarrolladas en la institución.
En primer lugar, el día de mi llegada no se encontraba presente la coordinadora de voluntariado internacional, hecho que nadie me notificó. Ante esta situación, en lugar de contar con una persona encargada de guiarme por el recinto y presentarme a los compañeros, me encontré con una llegada confusa y sin indicaciones, en la que tuve que orientarme por iniciativa propia. Posteriormente, esta situación fue hablada y aclarada, recibiendo las respectivas disculpas por parte de la institución.
Durante las primeras semanas pude constatar que la planificación y organización no han sido del todo adecuadas. En función de la persona con la que se trabaje, la implicación, las responsabilidades y las tareas asignadas varían de forma considerable. En este sentido, me gustaría destacar el valor de la figura de la coordinación internacional, que en todo momento se ha mostrado atenta y pendiente de los voluntarios. Sin embargo, de manera objetiva, considero que la falta de comunicación y de estructura interna afecta notablemente a su labor y, en consecuencia, influye directamente en la experiencia del voluntariado. En ocasiones, uno siente que no sabe qué hacer o que todo puede cambiar repentinamente, sin apenas explicación. Todo ello, sin entrar a valorar el ambiente de trabajo, del cual también se podrían comentar diversas cuestiones que no pertenecen a una ética de compañerismo y profesionalidad, pero, creo que ese debate puede tenerse en otro momento.
Por estas razones, y con el apoyo de otros voluntarios, decidí proponer un proyecto que pudiéramos desarrollar con mayor continuidad y coherencia, y en el que realmente me sintiera a gusto dentro de la fundación: un proyecto vinculado a la construcción y la naturaleza. La iniciativa fue muy bien recibida, pues plantea un enfoque desde lo local hacia lo local, priorizando el desarrollo personal de los niños y niñas, y alejándose de la idea, bastante arraigada en el espacio, de que las personas extranjeras deban asumir tareas que, en su ausencia, quedan vacías.
Gracias a este proyecto, y a la iniciativa personal de algunos compañeros, la situación ha evolucionado favorablemente. Hemos comenzado a planificarnos mejor, a coordinarnos y a mantener una comunicación más clara sobre los aspectos necesarios para llevar a cabo de manera adecuada el trabajo de intervención con menores, tanto en el refuerzo educativo como en los talleres de la tarde, así como en las funciones y tareas del día a día.
Por último, considero muy valiosos estos espacios, como el blog, que nos permiten ser sinceros y autocríticos, a la vez que coherentes con nuestras profesiones y estudios de base. Por ello, agradezco profundamente a la Universidad de Granada la oportunidad de expresarnos y mantener este contacto.
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