Hasta el Plan Nacional de I+D+i 2008-2011, el formato de memoria científico-técnica y de curriculum vitae [1][2], que tradicionalmente el Ministerio correspondiente requería para las solicitudes de las convocatorias, no tenía límite de extensión ni utilizaba la terminología propia de los proyectos europeos (working package, milestone, deliverables, Gantt diagram, person-hours, advisory board, data management plan). La falta de formación para la preparación de propuestas de investigación, a diferencia de lo que ocurre ahora [3], incentivó la tendencia a engordar los curricula como las memorias a la vez que se confundían la motivación o estado del arte con autocitación, objetivos con tareas, hitos con final de tareas, EDP (equivalente a dedicación plena) con persona-horas… Pero con el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2013-2016 [4][5] hubo un cambio en el modelo de evaluación para la captación de financiación. Pasó de ser extensiva, a intensiva. El formato de CV se redujo a 4 páginas con unos epígrafes muy concretos y datos bibliométricos del investigador [6]. La extensión de la memoria también se redujo a 20 páginas y sin posibilidad de modificación del tipo de letra ni formato, so pena de ser excluido [7]. Al mismo tiempo, los evaluadores pedían concreción, claridad y atractivo visual a la memoria, más allá de páginas llenas de texto, con ocasionales vaguedades. La idea era clara: la lectura de la memoria tenía que ser agradable y fácil, a la vez que honesta y convincente. De todos modos, esto es una condición necesaria pero no suficiente. Una propuesta mal armada/justificada o de poco impacto, tampoco tendrá éxito a pesar de la forma de presentarla. Existen manuales para preparar propuestas en el contexto actual [8].