Paul Auster es uno de los escritores norteamericanos más premiados, más leídos y más polifacéticos que todavía siguen con vida. Un hombre de su tiempo que ha utilizado todos los medios a su alcance para transmitir sus ideas y reinventase una y otra vez.
Traductor, escritor, guionista y director de cine
Nació en febrero de 1947 en Nueva Jersey y se graduó en la Universidad de Columbia. A partir de entonces comenzó una vida emocionante. Primero trabajó en un petrolero, luego en Francia como traductor de literatura francesa y en 1974 volvió a Estados Unidos para trabajar como periodista en Nueva York.
Su primera novela “Jugada de presión” apareció en 1980 bajo seudónimo, y luego le siguieron muchas más. Hay que destacar especialmente la llamada “Trilogía de Nueva York” compuesta por “Ciudad de cristal”, “Fantasmas” y “La habitación cerrada”. Esta obra se publicó entre 1985 y 1987, con ella recibió reconocimientos indiscutibles a nivel mundial.
Pero no solo fue escritor, adaptó su novela “El cuento de Auggie Wren” para crear el guión de las películas “Smoke” y “Blue in the face”. En estas dos películas trabajó como director junto a Wayne Wang. Pero su incursión en el cine no quedó ahí, en 1998 escribió y dirigió Lulu on the Bridge.
Paul Auster y El Quijote
Miguel de Cervantes es uno de sus escritores favoritos y El Quijote uno de sus libros preferidos. Es un libro que se menciona varias veces en sus novelas y al que hace varios guiños. Otros de sus escritores favoritos son Fedor Dostoievski, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Samuel Beckett y William Shakespeare.
Dada su admiración por Cervantes, no es de extrañar que en el año 2006 recibiera con agrado el premio Príncipe de Asturias de Literatura. Un galardón muy especial porque procedía del país donde se desarrolla uno de sus libros favoritos.
Pero además de las ideas que han transcendido a través de sus novelas, es un escritor que destaca por sus convicciones morales. Como en 2012, cuando se negó a visitar Turquía en protesta por la represión ejercida sobre los periodistas, escritores y editores independientes que están en prisión o ven ampliamente recortada su libertad de expresión.
La sinceridad del escritor con su público quedó patente cuando en 2010 declaró que sus ideas escaseaban, habían desaparecido y le resultaba difícil escribir, por lo que prefería guardar silencio.
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