El 21 de junio de 2024, Jéssica Mayara de Melo Rivetti, investigadora de la Cátedra Extraordinaria de Filosofía Moral de la Discriminación Corporal de la Universidad de Granada, defenderá en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP) la tesis doctoral titulada “No se nace presidenta: La trayectoria política de Dilma Rousseff”. La investigación ha sido dirigida por José Luis Moreno Pestaña, Profesor Titular de Filosofía Moral de la Universidad de Granada y por Ana Paula Hey, Profesora de Sociología en la Universidad de São Paulo.
La investigación realizada en cotutela y doble titulación proporciona una visión profunda sobre la carrera profesional de la primera y unica presidenta brasileña, además de subrayar la importancia del capital erótico y la transformación morfológica en el contexto político, especialmente para las mujeres que buscan acceder a altos cargos en un campo dominado por hombres.
Elegida en 2010, Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores (PT), quien hasta entonces era una recién llegada a la escena electoral, presenta una trayectoria única para entender el acceso de las mujeres al cargo de mayor prestigio en el campo político democrático, el Ejecutivo Nacional. Contrariamente a los enfoques habituales sobre la política, la tesis busca comprender qué la llevó a ascender por la rampa del Palacio del Planalto, en lugar de lo que la hizo dejar el cargo prematuramente después de haber sufrido un proceso de destitución en 2016. En este sentido, los factores de originalidad de la investigación radican en el enfoque del tema, partiendo de una perspectiva sociológica que, respaldada por la teoría de Bourdieu, tiene como objetivo comprender el campo político brasileño hasta su primera victoria electoral. Además de reflexionar sobre las distintas formas de inversión de la política en el desarollo de su capital erótico para conformarse una imagen publica admisible al rol de presidenta (rol que hasta entonces, nunca había sido ocupado por otra mujer en el país latino-americano).
Para ello, se realizó un estudio de su trayectoria política centrándose en las instituciones presentes en su historia de vida, los tipos de capital (cultural/erótico, económico y social) y su linaje político. A través del análisis de diversos materiales cómo periódicos, programas electorales y entrevistas de profundidad, se observó que Dilma enfrentó el desafío de presentarse como una figura política fuerte y competente, al mismo tiempo que enfrentaba estereotipos de género arraigados en la sociedad brasileña, resultado de la histórica dominación masculina. Para tanto, su campaña buscó desafiar estos modelos, enfatizando sus logros políticos y habilidades de liderazgo, mientras tanto, en otros momentos, también exploró elementos de feminidad y ética del cuidado para atraer un mayor apoyo del electorado.
Especialmente en los capítulos “Capital erótico: Héxis corporal e assimetrias de gênero” y “Como uma política se parece? Representação e reprodução de estereótipos de gênero” ha sido debatido las contribuciones y limitaciones de la noción de capital erótico para subsidiar la interpretación del capital cultural. Entre las intenciones de la investigación estaba probar la hipótesis de que el uso del capital erótico puede ser un recurso viable en el campo político, para la construcción de campañas electorales y la imagen pública de políticos y políticas. O sea, se trata también de un punto reflexivo fundamental para pensar los efectos del capital erótico, sobre todo en los cuerpos de mujeres – que son sistemáticamente presionadas y obligadas a someterse a modificaciones corporales en nombre de una mayor ampliación y conquista de la simpatía de la clientela. En el caso de las políticas, el objetivo es aumentar el apoyo utilizando formas de atracción dirigidas al electorado.
En este sentido, los resultados de este estudio contribuyen a una mejor comprensión del papel del capital erótico en la política y del impacto de las representaciones de las mujeres en el campo político. Además, destacan la importancia de construir una imagen pública coherente y efectiva para las candidatas que buscan superar barreras materiales y simbólicas en cargos de prestigio en el mundo social para obtener el reconocimiento de sus agencias políticas.
A partir de un análisis de los materiales recopilados y analizados, se puede afirmar que Dilma es una agente política y su victoria presidencial no debe ser definida como un resultado del azar y de una construcción de su padrino político. Tanto que frases comunes en el cotidiano brasileño en la época, como “Lula elegiría a cualquiera que él indicara” dan cuenta del innegable apoyo popular y de bases sindicales reunido por el líder petista, pero anulan por completo las acciones desempeñadas por Dilma. Como se observó, los discursos promovidos por los partidos de centro y de derecha reproducían este tipo de justificación de inexperiencia en las urnas o de “creación de Lula” para opacar la experiencia política de la agente. Primero, denominándola “poste” (o farola) y “tapa-agujeros”, después, como una persona “radical” y “autoritaria” que no era poseedora de los códigos políticos y que no dialogaba con sus pares.
Las credenciales de la política, sancionadas en las urnas, demuestran que ella presentaba y representaba capitales legítimos en un contexto en el que ser una mujer – históricamente interpretado como una posición de subalternidad – jugó a su favor para su victoria electoral y fue uno de los recursos más eficaces para la atracción del electorado. Su experiencia profesional acumulada en la secuencia de cargos de alto rango (que confirman un elevado grado de confianza en su persona por parte de los políticos hombres que la nombraron) en diferentes niveles institucionales (municipal, estatal y nacional) también señalan la aptitud y competencia para el ejercicio de la función pública. Como era una figura “nueva” en las urnas y, muchas veces, incluso desconocida, Dilma logró desvincularse fácilmente del escándalo político-partidario “Mensalão” – aunque hubo un esfuerzo por parte de los medios de comunicación hegemónicos para asociarla a un supuesto delito de corrupción cometido por su sucesora en la Casa Civil. Además, al no ser identificada como un cuadro tradicional del PT, debido a su participación activa en el trabajismo gaúcho (MDB y PDT), fue eximida de críticas dirigidas a los “viejos” políticos profesionales, carreristas, que estaban siendo delatados y que, como consecuencia, se convirtieron en blanco del rechazo de la población.
Fue posible concluir, por fin, que en el campo político latino-americano en fines de la primera década del 2000, Dilma era, sin duda, la mejor opción de la izquierda brasileña para la construcción de la estrategia de marketing electoral, pues se trataba de una outsider en campañas políticas pero que poseía vasta experiencia en la vida pública. Reconocida como intelectual y poseedora de un gran acervo de capital cultural, era capaz de rebatir las críticas dirigidas al presidente Lula. La “mujer de Lula” tampoco competía con el presidente, figura única en su liderazgo carismático. Por un lado, teníamos al obrero popular, con poca escolaridad, vasta experiencia en liderazgo sindical y en disputas electorales. Por otro, una mujer más reservada, con reconocidas habilidades intelectuales, amplio capital cultural, experiencia en organizaciones marxistas durante la dictadura cívico-militar en la década de 1970, dominios técnicos en la gestión pública y que invirtió severamente en una remodelación estética, visual y corporal para la feminización y suavización de su imagen, para consolidarse, aunque de manera maquillada, como una mujer matronal, la “Dilmãe”, presidenciable. En resumen: no se nace presidenta; se convierte en una.