Si no se cuenta con el soporte hardware necesario, o simplemente se prefiere delegar en un tercero la pesada responsabilidad del mantenimiento de un sitio web, y así poder centrar los esfuerzos en el contenido y su organización, lo ideal es contratar los servicios de una empresa de hosting. En esta caso se presentan siempre una serie de dudas que se tratarán de resolver a continuación.
Ventajas e inconvenientes del hosting gratuito
La primera de ellas está referida al pago del servicio. Si bien es cierto que existen numerosas empresas que ofrecen alojamiento gratuito, no siempre esta opción será la más adecuada.
El modelo de negocio que sustenta a estas empresas permite ofrecer una serie de ventajas de forma gratuita a cambio de soportar unos pequeños inconvenientes. Así, es natural que incrusten anuncios publicitarios en la web del cliente por la que él nunca cobrará. Además, y como el margen de beneficios no suele ser muy amplio en este modelo de negocio, suele ser común un extenso número de recortes y limitaciones. Por ejemplo:
- Los recursos que ofrecen son muy pobres y poco que ver con lo que se anuncia. Ya que, aunque suelen anunciar una cosa, la realidad es justo lo contrario. Para empezar suelen ser bastante lentos, lo que suele provocar que la petición de consulta que se haga a la base de datos exceda de los 60 segundos, por lo que la respuesta será nula. Esto genera problemas de respuesta en la mayoría de aplicaciones web. Otro problema de la limitación de recursos se encuentra en el ancho de banda diario (cantidad de datos que se pueden transferir desde o hacia el servidor web), ya que suele ser muy reducido. En muchos casos, cuando se excede dicho ancho de banda el propio hosting suele prohibir el acceso al sitio hasta que hayan transcurrido 24 horas.
- El soporte técnico suele ser muy deficitario (si es que existe). Además de las cuestiones técnicas, una de la claves del éxito de los servicios de almacenamiento es la de ofrecer un buen soporte técnico. En el entorno web siempre aparecerán problemas, una veces por culpa de las restricciones de seguridad del hosting, y otras porque el responsable del sitio web ha cometido un error. Poder contar con el equipo de soporte para ayudar a la resolución de un problema y poder restaurar el servicio cuanto antes es fundamental, y esa respuesta no la suelen dar este tipo de empresas.
- No se permite el uso de un dominio propio sino que, en la mayoría de ocasiones, obligan al uso de un subdominio. Esto conlleva dos problemas principales. El primero está relacionado con una evidente limitación a la hora de dar a conocer el servicio o la marca. El segundo tiene que ver con que la imagen que se está trasladando al usuario/cliente es muy deficiente.
- El sitio web estará en peligro constante. Esos peligros vienen de la mano de una tecnología infradimensionada compartida por miles de usuarios, lo que provoca continuas caídas del servidor, y de una política de uso incierta. Es más, en muchos casos los sitios web son cerrados por las empresas de hosting gratuito sin dar demasiadas explicaciones.
Este tipo de soluciones, totalmente desaconsejables para cualquier organización o para soportar cualquier producto que quiera mantener un servicio estable por los motivos anteriormente explicados, pueden suponer, por el contrario, un buen primer paso para aprender a conocer cómo funciona un servicio de hosting. En la mayoría de las ocasiones se trata de un mundo nuevo y, a veces, el usuario novel se acerca a él de forma temerosa. Usar un hosting gratuito, donde no existe compromiso alguno ni penalizaciones monetarias de por medio, puede ser un buen lugar para empezar a “jugar” con la tecnología web y que desaparezcan los miedos a “meter la pata”.
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También pueden ser útiles para comprobar el comportamiento que tendrá una web en un entorno real. En muchas ocasiones, trabajar el local aporta una visión alejada de la realidad del usuario para el que se está haciendo el servicio. La principal ventaja de trabajar en modo local se centra en la velocidad en la que se hacen las cosas. Tanto los ficheros como la base de datos se consultan de manera muy rápida. Esto puede trasladar la falsa sensación de que el sitio web responde de una manera que no será la real cuando se traslade al público. Emplear un hosting gratuito (con las debidas medidas de seguridad, como proteger el acceso a cualquier usuario ya que se está en fase de pruebas) dará una información muy importante sobre el auténtico comportamiento del sitio en un entorno relativamente similar al que se encontrará cuando esté en fase de producción.
¿Qué tipo de sistema operativo contratar?
La segunda duda que se suele presentar está centrada en una pregunta sobre el sistema operativo: ¿Linux o Windows? Suele ser muy común que, en el momento de contratar un hosting, se le haga esta pregunta al usuario. En realidad se refiere al sistema operativo que soportará el servidor donde se almacenará el sitio web. Teniendo en cuenta que el acceso al sitio web se suele realizar por medio de un panel[1] o vía ftp, este tipo de preguntas no afectan al trabajo diario del administrador del sitio. Sin embargo es muy importante porque determinará cómo será su comportamiento futuro.
La clave para responder satisfactoriamente a esta pregunta se encuentra en las tecnologías que estén asociadas a las aplicaciones web con las que se piense trabajar en el sitio web. En la mayoría de ocasiones esta tecnología será la formada por Apache, con un gestor de base de datos MySQL y un lenguaje PHP. En esos casos, y aunque Windows las soporte bien, el entorno natural será Linux. Si, por el contrario, se desea ejecutar aplicaciones ASP o .NET, o se necesita trabajar con SQL Server, la respuesta debería estar enfocada a Windows porque, aunque es posible emplear estas tecnologías en Unix, de nuevo la elección más lógica debería ser el entorno donde, de forma natural, mejor se expresen.
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El análisis del software web a emplear es muy importante, y dependerá de varios factores tales como el servicio que se desee prestar, el tipo de información que se quiera ofrecer o el estudio exhaustivo de las necesidades que han provocado la creación de un sitio web como mecanismo para satisfacerlas.
De manera genérica, la experiencia dice que los servidores web funcionan mejor sobre Linux que sobre Windows. Las razones se centran principalmente en la estabilidad (Windows se degrada con el tiempo de uso, sin embargo, una instalación Linux tiene las mimas prestaciones independientemente del tiempo que pase), la seguridad (Windows reacciona de manera muy lenta ante los agujeros de seguridad, en comparación con Linux) y en la soltura a la hora de gestionar múltiples usuarios de forma concurrente. No en vano, las estadísticas muestran que el 68% de los sitios web usan como sistema operativo Unix/Linux, mientras que el 32,1% emplea Windows. Por si todo esto fuera poco, la mayoría de hostings suelen ofrecer precios más asequibles para las contrataciones sobre Linux que sobre Windows.
¿Con dominio o sin dominio?
La tercera cuestión está relacionada con el dominio. Aunque el dominio no tiene por qué formar parte del servicio de hosting, lo normal es que se así. El hecho de que en el momento de contratar el hosting también se pueda contratar el dominio simplifica mucho todo el proceso, y permite unificar de manera más sencilla varios procesos administrativos.
La otra opción es la de contratar el dominio con otro proveedor diferente al del hosting. Esta solución suele ser algo más económica, pero luego puede traer algún que otro quebradero de cabeza, ya que es necesario configurar el dominio desde el proveedor de dominios, apuntando al servidor de hosting. Además también hay que gestionar dos suscripciones, cada una por medio de un proveedor diferente. No obstante la mayoría de servicios de hosting facilitan el proceso del traslado de dominio, encargándose de la mayor parte del trámite burocrático.
Claves para elegir el nombre de dominio
Independientemente de cuál sea el mecanismo escogido, siempre será necesario establecer una serie de pautas a la hora de definir el nombre de dominio. Hay que tener en cuenta que será el elemento principal por el que el sitio web será conocido, así como la clave para construir una marca a partir del servicio que se ofrezca. Lo primero que se debería hacer es crear una lista con las palabras o frases que mejor representen el sentido o la filosofía del servicio, empresa… para la que se desee asociar el dominio. De ese listado se debería seleccionar aquel término que pueda representar mejor la idea que se desea transmitir con el sitio web. Una vez seleccionado, la siguiente fase consiste en verificar no sólo que no existe otro dominio idéntico ya contratado, sino que además no significa algo que pudiera causar problemas en el futuro si el servicio se expande (siempre hay que tener en cuenta la proyección internacional de los términos, su correcta comprensión en otros idiomas y evitar que pueda ser malsonante en otras culturas).
El término escogido debe ser fácil de escribir. En Estados Unidos se dice que si se tiene que deletrear es que no sirve. De hecho, hay una anécdota a este respecto que puede ser muy ilustrativa. El famoso sitio de publicación de fotografías flickr.com tiene registrado, también, flicker.com, ya que detectaron que muchos de los usuarios (especialmente al comienzo de ofrecer sus servicios) tendía a escribir mal el nombre de la web. Si esta empresa no hubiera hecho esto se habrían perdido muchas visitas, y sería un misterio saber si su modelo de negocio, en un mundo tan competitivo como el de la fotografía, habría triunfado. Llevar a cabo este proceso supone un desgaste no sólo de la marca, sino también económico. Pero es necesario.
Otras recomendaciones relacionadas con los aspectos formales del nombre del dominio a tener en cuenta son que sea lo más corto posible, que sea fácilmente memorizable y que no tenga símbolos extraños, como números o guiones.
Con respecto al dominio de primer nivel, aquel que determina el país o la orientación del servicio que se presta, lo normal es que se refiera al país principal. Aunque también sería muy positivo que se adquirieran también aquellos dominios susceptibles de poder identificarse como afines, tales como .com o .org. Si se opta por esta decisión, bastante sensata desde el punto de la estrategia de mercado, lo único que será necesario es identificar todos esos dominios como alias del principal, especificándolo en el servicio de hosting.
Tipos de hosting remotos que podemos encontrar
Con todos los pasos anteriores realizados ya sólo queda la selección del tipo de hosting a contratar. Y aquí, qué novedad, también hay varias opciones. Cada una de ellas ofrece ventajas, inconvenientes y precios diferentes. En la actualidad las empresas suelen ofertar una de estas opciones:
- Servidores compartidos (shared hosting). Tal y como indica su nombre se comparte un espacio físico en el mismo servidor. Esto significa que, en función de la suerte que se haya tenido con los vecinos de servidor, así funcionará, ya que la carga de trabajo de las webs que comparten el servidor determina el rendimiento del servicio. Estos servidores suponen el mayor porcentaje de uso en la actualidad, ya que es un mecanismo muy útil para web personales y muy barato.
- Servidor privado virtual (VPS, Virtual Private Server). En este caso se contrata un servidor que ha sido virtualizado. Para ello la empresa propietaria del hosting, y por medio de técnicas de virtualización, divide un servidor web real y físico en varios servidores virtuales, que luego alquila como dedicados en esta modalidad. En realidad se siguen compartiendo recursos (el del servidor web real original) pero con más libertad a la hora de gestionarlos.
- Servidores dedicados (dedicated hosting). Son empleados por grandes empresas principalmente por los elevados costes que supone, y por que son las que realmente pueden sacar provecho de la potencialidad que se les ofrece. En este sentido, se dispondrá de un servidor web exclusivo para el cliente, donde podrá almacenar más información que en las anteriores opciones y dispondrá de más ancho de banda. Existe una variante de esta modalidad que es la Colocated Hosting, por la que no se alquila el servidor, sino que se es propietario del mismo, pero éste se ubica en un Centro de Datos gestionado por empresa del hosting. De esa forma el cliente se beneficia de la velocidad de conexión de esta empresa y de un servicio de mantenimiento más personalizado.
- Alojamiento en la nube (cloud hosting). En este modelo los recursos de muchos servidores web se combinan. Para el usuario parece un único servidor, pero en realidad se están utilizando los recursos físicos de varias máquinas conectadas entre si por la nube. Se trata de un mecanismo muy flexible que permite ajustar dinámicamente y en tiempo real lo que necesita un sitio web en función de los picos de peticiones que reciba. Así, si en un momento determinado se están recibiendo muchas peticiones el sistema será capaz de emplear más recursos con llamas a la nube. Si, por el contrario, el sitio está experimentando un uso normal, se dejará libre una buena cantidad de recursos para ofrecérselos a quien los necesite. La gran ventaja reside en que, dependiendo de la empresa con la que se haya contratado, será posible hasta pagar sólo por los recursos que se han empleado a lo largo de un periodo de tiempo determinado.
- Hosting especializado. La popularidad de la que gozan muchas de las aplicaciones web actuales, especialmente WordPress, ha traído la aparición de un nuevo tipo de hosting, especializado únicamente en dar soporte a un sitio web que se desarrolle sobre estas aplicaciones. En esencia se ofrece un servicio sencillo, fácil para el usuario final e integral para un sitio web que se realice sobre una aplicación web concreta. Así, no sólo se ofrecerá el espacio físico, sino también un soporte técnico especializado en ofrecer soluciones específicas a los problemas que se pueda encontrar el usuario en la gestión de esa aplicación web. Son servicios “llave en mano” que tienen una desventaja evidente, y no es otra que la de estar atado a una aplicación web. ¿Qué sucedería el día de mañana, si la empresa deja de utilizar la aplicación X porque ya no se actualiza, ya no satisface las necesidades que se tienen o, simplemente, el servicio ha crecido y necesita de algo mayor?
- Alojamiento web adminstrado. Lo habitual suele ser que todos los servicios de alojamiento que se han comentado se contraten bajo de modalidad de no administrado. Esto significa que es el propio usuario que ha contratado el hosting el encargado de montar el sitio web y de su mantenimiento. Sin embargo existe la posibilidad de contratar no sólo alquiler de la máquina servidor, sino también la instalación de un software concreto y un mantenimiento del mismo. Eso sucede, por ejemplo, con el sitio web wordpress.com, donde se puede utilizar directamente ese gestor de blogs mediante la plataforma de Automattic, los creadores de WordPress.
Otros elementos a tener en cuenta a la hora de la contratación del hosting son la cantidad de ancho de banda que permiten, el espacio de almacenamiento que ofrecen, el número de bases de datos que se pueden crear o las opciones de correo electrónico (no sólo si se permite y el número de cuentas, sino si es posible la creación, por ejemplo, de listas de distribución). Todos estos criterios vendrán definidos por el servicio que se desea prestar y por otras cuestiones, como el presupuesto con el que se cuenta o los conocimientos técnicos del personal de que se dispone.
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