Se puede definir el Comercio internacional como el intercambio de bienes y servicios entre las empresas, ciudadanos y gobiernos de dos o más naciones, de tal manera que se originen salidas de mercancía de un país (exportaciones) y entradas de mercancías (importaciones) procedentes de otros países.
El comercio ha ido ampliándose a lo largo de la historia, de la mano de la industrialización y del crecimiento de la población, con el consiguiente ensanchamiento de los mercados, así como del avance de los transportes y del desarrollo de las telecomunicaciones.
Los economistas han estudiado el comercio internacional, a través de diversos enfoques, llegando a la conclusión de que el comercio es generador de beneficios y de un mayor bienestar económico. Y en efecto, los países desean participar en los intercambios internacionales porque el comercio mundial, al permitir disponer de un mercado amplio, genera beneficios económicos para los países basados en el aprovechamiento de “economías de escala”. Estos rendimientos se producen porque, en esas condiciones de mayor amplitud de mercado, sale más rentable producir para un mayor número de consumidores, pues se reducen los costes fijos de producción por unidad de producto fabricado.
Actualmente el comercio internacional se encuentra muy polarizado en unos pocos países, de manera que más de la mitad de las exportaciones e importaciones mundiales, tanto de mercancías como de servicios, están representadas por unas pocas economías, entre las que se encuentran la UE, China y EE.UU.
Las relaciones comerciales entre países se desarrollan bajo el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Se trata de una institución multilateral que regula los diversos aspectos que afectan a las transacciones comerciales internacionales de sus miembros. Está constituida por 164 países desde el 29 de julio de 2016.
Su objetivo primordial es la liberalización del comercio mundial, velando por la COMPETENCIA LEAL entre los diversos países. De hecho, gracias a la OMC los aranceles mundiales han registrado una tendencia descendente, para dar cumplimiento al objetivo de una mayor libertad comercial.
Y es que el arancel es el instrumento de protección comercial por excelencia. Tiene una doble función: jurídica y económica. Desde el plano jurídico, el arancel tiene una finalidad recaudatoria, pues se trata de un impuesto indirecto que recae sobre los consumidores. Desde el punto de vista económico, tiene una finalidad proteccionista. De manera que, gravar un producto de importación con un arancel equivale a incrementar artificialmente su precio, haciéndolo menos competitivo frente a otros productos similares existentes en el interior.
Para lograr el objetivo de hacer el comercio internacional más libre, la OMC realiza dos importantes funciones:
– Examina las políticas comerciales de los miembros, para comprobar si se ajustan a los compromisos adquiridos.
– Actúa como un gran árbitro internacional, a través de su Órgano de Solución de Diferencias, destinado a aclarar conflictos que surjan entre las partes.
La OMC suele ser objeto de críticas, porque sus detractores consideran que se trata de una organización poco democrática, que busca el beneficio económico antes que el bienestar de las sociedades, que no protege adecuadamente el medio ambiente y que en general promueve un tipo de comercio injusto.
Precisamente por este motivo, porque se considera que promueve un tipo de comercio injusto por muy oficial que sea, es por lo que han surgido voces críticas que reclaman una mayor justicia social a través de las relaciones comerciales internacionales. Es así como se ha acuñado lo que se conoce como “Comercio Justo”, que trata de garantizar que quienes intervienen en las transacciones del comercio mundial reciben un trato digno, desde el productor en origen hasta el consumidor, pasando por los/as trabajadores/as, y que el producto de que se trate se ha obtenido con medios y recursos compatibles con la protección del medio ambiente. Se trata de un comercio alternativo al promovido desde la OMC, que pretende impulsar el desarrollo de las economías menos favorecidas. Sin embargo, esta iniciativa tampoco está exenta de críticas, lo que dejamos para otra entrada.