Como continuación de la entrada anterior, vemos que el GATT se encontraba ante una encrucijada, ya que no estaba en condiciones de aportar soluciones al sistema internacional del comercio eficazmente, de la manera en que lo había hecho en sus etapas anteriores. Por tanto, a raíz de la crisis en la que había entrado, los países debían tomar una decisión de gran importancia. En otras palabras, estaban pidiendo a gritos la celebración de una nueva ronda de negociación que pusiera las cosas en orden. Y esa fue la razón de ser y el cometido de la Ronda Uruguay, la última que se celebró en el contexto del GATT.
Había muchas circunstancias que justificaban la celebración de este nuevo foro de conversaciones: el avance del proceso de globalización económica, los problemas relacionados con el comercio de productos agrícolas, los problemas medioambientales, la fuerza que había adquirido el comercio internacional de servicios, la proliferación de nuevas barreras proteccionistas… En definitiva fueron muchos los factores que desencadenaron la apertura de la Ronda Uruguay, última de las celebradas en el GATT antes de su desaparición. Fueron tantos los temas a tratar y tan densos, que esta ronda duró 7 años y medio, prácticamente el doble de lo planeado.
Los 125 países que participaron negociaron temas muy diversos relacionados con la práctica totalidad de las transacciones internacionales, abarcando productos industriales (destacando los textiles), tratamientos médicos y medicamentos, producciones agrícolas, servicios financieros, software, asuntos relacionados con la propiedad intelectual, movimientos de capital, y en definitiva cubriendo todo el elenco de productos y cuestiones relacionadas con el comercio mundial, incluidos los problemas medioambientales. Se trató de la negociación comercial más amplia, profunda y ambiciosa jamás conocida en la historia del mundo.
El 15 de abril de 1994, la mayoría de los países participantes firmaron el Acta Final en Marrakech, creando la Organización Mundial del Comercio, institución internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los 164 países que la conforman. Con sede en Ginebra, su eje central está constituido por los Acuerdos de la OMC, negociados y firmados por sus miembros, con el objetivo de facilitar sus actividades a los agentes que intervienen en el comercio mundial (productores, exportadores…).
Los Acuerdos de la OMC son profundos y complicados, ya que consisten en textos jurídicos que tocan una gama variadísima de cuestiones: normativa industrial, agro-ganadería, textiles y confección, servicios bancarios y financieros, telecomunicaciones, cuestiones sanitarias y fitosanitarias, aspectos relacionados con la propiedad intelectual, entre otros muchos temas. Ahora bien, todos estos documentos se hallan fundamentados en una serie de principios, que se corresponden con la base inspiradora del sistema multilateral de comercio.
Estos son los PRINCIPIOS DEL COMERCIO INTERNACIONAL:
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- El comercio mundial ha de ser NO DISCRIMINATORIO: cualquier trato de favor que se extienda a un país, automáticamente debe ampliarse al resto de países, para respetar la condición de “nación más favorecida”, e igualmente no hay que discriminar con respecto a toda ventaja otorgada a cualquier producto o servicio, nacional o extranjero. Es decir, todos (países y productos) tienen derecho a participar en el comercio mundial lealmente.
- El comercio mundial ha de ser LIBRE: los acuerdos comerciales deben promover la liberalización de los intercambios, haciendo que estén sujetos a las menores restricciones comerciales posibles (aranceles, cuotas y cualquier otra medida proteccionista). Precisamente, este es el principal leitmotiv de la OMC, el hacer que las exportaciones e importaciones fluyan de la forma más diáfana posible, sin obstáculos innecesarios.
- El comercio mundial ha de ser PREVISIBLE: los diferentes agentes que intervienen en el comercio mundial (gobiernos, empresas, inversores…) saben a qué atenerse, ya que los acuerdos se conocen y por lo tanto las reglas del juego. Con lo cual, deben esperar que no se adopten mecanismos de protección con carácter arbitrario y por sorpresa. En ocasiones este principio es quebrantado, lo que se puede ver claramente en el ejemplo de Donald Trump, que actuó elevando los aranceles a muchos productos de importación de manera arbitraria, saltándose así los acuerdos de la OMC.
- El comercio mundial ha de ser MÁS COMPETITIVO: los países y los productos deben pugnar en igualdad de condiciones, evitando las prácticas desleales, como el dumping o las ayudas o subvenciones en origen dañinas para el resto competidores. Los agentes participantes deben hacerlo, concretamente, de manera leal, y nunca deslealmente.
- El comercio mundial ha de ser MÁS VENTAJOSO PARA LOS PAÍSES MENOS ADELANTADOS: los países menos favorecidos deben ver su comercio exterior facilitado por las grandes potencias comerciales. Esto incluye darles un trato de favor asimétrico en las relaciones comerciales, otorgándoles unos mayores plazos de adaptación, así como ciertas concesiones arancelarias y otros tipos de beneficios.
La CONFERENCIA MINISTERIAL, que con carácter general se reúne cada dos años en lugares dispersos del mundo, es el máximo órgano del que se sirve la OMC para la adopción de las decisiones más importantes, en muy variados ámbitos relacionados con el sistema de comercio multilateral. En las conferencias ministeriales están representados todos los países y uniones aduaneras que son miembros de la organización.
Hasta ahora se han celebrado 12 Conferencias Ministeriales:
CONFERENCIAS MINISTERIALES DE LA OMC
Lugar | Fecha | Lugar | Fecha |
Singapur | 1996 | Ginebra | 2009 |
Ginebra | 1998 | Ginebra | 2011 |
Seattle | 1999 | Bali | 2013 |
Doha | 2001 | Nairobi | 2015 |
Cancún, | 2003 | Buenos Aires | 2017 |
Hong Kong | 2005 | Ginebra | 2021 |