Pese a no ser una de las obras literarias más conocidas de Miguel Delibes, Señora de rojo sobre fondo gris es un magistral retrato del respeto y la admiración que este autor sentía por ese pilar imprescindible que representa, en nuestra sociedad, la figura de la esposa, la compañera, la madre… En definitiva, la mujer. Delibes aquí demuestra, una vez más, que era un hombre poseedor de una sensibilidad exquisita.
Romance e historia mezclados en esta bella novela
Aunque el texto no fue publicado hasta el año 1991, Delibes lo escribió en una época de cambios históricos para nuestro país y sobre todo, de cambios drásticos en su vida personal: en el año 1976, en plena etapa de transición desde un duro y largo régimen político dictatorial, hacia una democracia todavía incierta e increíble para la mayoría de los españoles de la época. Muestra de ello son las partes de la obra referidas a los hijos (y yerno) encarcelados por motivos políticos. Pero tampoco hay que perder de vista que sólo habían transcurrido dos años desde la muerte de su esposa, quien le había animado a escribir y a quien dedicó sus primeras palabras en el discurso que pronunció en 1975 en la Real Academia de la Lengua Española.
El amor a una mujer
La forma tan cercana, natural y elocuente con que el autor da vida a un personaje, Ana, protagonista infinita incluso después de haber muerto. Una historia tan desgarradora como emotiva, que invita al lector a compartir con el artista la historia de su vida junto a la mujer de sus sueños, la madre de sus hijos, compañera, amiga y amante. Musa inspiradora de su creación artística. Inspiración que fue desapareciendo al mismo tiempo que la enfermedad inevitable iba consumiendo los últimos momentos de su amor, de Ana.
En Mujer de rojo sobre fondo gris, Miguel Delibes plasma a la perfección la dedicación absoluta y el amor inagotable de un hombre por esa persona que, en vida, fuera su esposa. La hermosa y detallada descripción de Ana evoca en el lector sentimientos dispares. Por un lado, celos hacia cualquiera que hubiera podido estar al lado de tan maravillosa mujer, compartiendo una pequeña parcela de su vida; por otro lado, tristeza por la pérdida de ese ser querido. Máxime cuando es inevitable pensar que Delibes describió en esta narración una vida real, la suya, junto a su ya fallecida esposa.
Imagen cortesía de Elmundo.es