Cada vez que tiene lugar una Cumbre del Clima para que los mandatarios internacionales debatan sobre esta cuestión, se arma un gran revuelo multifacético: político, periodístico, académico, social… Parece que no hubiese otra problemática en el mundo. Y es que el asunto causa una gran preocupación general.
En el contexto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se celebra una cumbre cada año, desde 1995, para abordar las diversas cuestiones relacionadas con el problema y lograr una concienciación a escala mundial.
Quizás, la cumbre más importante fue la que se celebró en 1997 en Kioto (Japón), ciudad que dio nombre al Protocolo que se adoptó en la misma.
En estos foros (cumbres) se debate y se decide en torno a los estudios y las conclusiones que ofrece el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, en sus siglas en inglés), constituido por un grupo de científicos y expertos climatólogos. La conclusión oficial a la que se ha llegado, como se sabe, es que es la acción humana la que está detrás del proceso de calentamiento global que sufre el planeta Tierra.
La actividad de la industria, los medios de transporte, la producción de energía… es causa de emisión de dióxido de carbono (CO2) en unos niveles incompatibles con la funcionalidad de la atmósfera terrestre. La razón se halla en que ese CO2 (y otros gases de efecto invernadero, como el metano), al llegar a la troposfera impide que se liberen al exterior de la atmósfera los rayos solares que retornan rebotados de la superficie terrestre, provocando un efecto invernadero que es en definitiva la causa del calentamiento y por ende del cambio climático.
Esta es la postura del IPCC, que insta a los países a reducir las emisiones de CO2 para paliar las devastadoras consecuencias sobre el clima. Pero frente a esta teoría se encuentran los detractores de la misma, una serie de científicos que disienten sobre la conclusión del calentamiento global provocada por la actividad humana. Para estos, el cambio climático actual no es obra del hombre, sino de la actividad de esa estrella que preside nuestro sistema planetario: el sol. Argumentan que lo registros históricos muestran una correlación positiva entre la actividad solar y el calentamiento de la Tierra, de manera que una mayor intensidad de aquella va asociada a un mayor nivel de este. Junto a esto, afirman que el CO2 no es explicativo del fenómeno del calentamiento, sino que es producto o consecuencia de tal calentamiento. Al mismo tiempo, estos críticos arremeten contra el IPCC por considerarlo una entidad política sujeta a intereses de diversa condición.
¿Qué postura es la cierta, la oficial o la disidente? ¿El calentamiento del globo terráqueo es consecuencia directa de la actividad humana o de la actividad solar? Probablemente de ambas. Pero en todo caso, ante este dilema considero que lo más inteligente sería adoptar una actitud observadora, cautelosa y expectante. Me explico, no conviene asumir la versión oficial a toda costa, sin dar oportunidad a otros argumentos, sino abrirse también a otras voces que pueden aportar unas explicaciones verosímiles. Al fin y al cabo el sol desarrolla una actividad abrasadora, y digo yo que algún impacto tendrá.
Personalmente, prefiero cebarme en otro problema para el que no hacen falta explicaciones científicas, pues la simple evidencia nos da la certeza al respecto: se trata del “ENSUCIAMIENTO” global para el que no cabe lugar a dudas de que la acción humana es su causante. Basta con los datos que recoge la imagen que ilustra esta entrada (del Banco Mundial) para darse cuenta de la gravedad de la situación: plásticos por doquier, esparcidos como basura por todas partes del mundo, a lo que hay que sumar los vertidos tóxicos en mares, ríos y aguas subterráneas, el esparcimiento descontrolado de deshechos varios (como las “toallitas húmedas”) que obstaculizan la adecuada canalización de aguas residuales, la contaminación ambiental, la degradación del suelo y un largo etcétera de tropelías y atentados ecológicos que esbozan un perfil de la situación extremadamente desolador, siendo responsables de ello tanto empresas como particulares.
Pero no tiene sentido reclamar una solución a los gobiernos si lo hacemos desde una base de descuido generalizado a nivel poblacional. Hay que afrontar la realidad desde el origen: la conducta de las personas.
Cando la gente cese de arrojar envases de plástico a la basura orgánica y a la naturaleza, toallitas al WC, colillas a la arena de la playa, restos de picnics en monte y campo, enseres y electrodomésticos inservibles en barrancos, y en definitiva dejemos de torturar al medio ambiente con nuestras basuras e incivismo, se contará con los cimientos necesarios para promover la limpieza global a escala industrial e institucional. Como en todo, la llave para mejorar la situación está en nosotros mismos, en la ciudadanía, lo que es equivalente a decir: en la EDUCACIÓN.
¡POR UNA TIERRA VERDE, LIMPIA Y SANA!