Por Meng Zhang. Alumna del Máster.
El agua del cuerpo humano representa entre el 50% y el 70% de la masa corporal, dependiendo de la composición corporal, pero a pesar de esta abundancia, el agua corporal se regula dentro de rangos estrechos. La hipohidratación, o déficit de agua corporal, es un hecho común en atletas y deportistas aficionados tras la finalización de una sesión de ejercicio.
Durante el ejercicio, el aumento de la producción de calor metabólico provoca un aumento de la temperatura central y el inicio de la refrigeración por evaporación en un intento de limitar el aumento de la temperatura central. Si la ingesta de líquidos es inferior a la pérdida de líquidos, se produce una hipohidratación que suele aparecer al final de las sesiones de ejercicio. En tales situaciones, es necesario ingerir líquidos después del ejercicio para restablecer el equilibrio.
Una investigación sugiere que la ingesta de 1,5 litros de una bebida baja en sodio por cada litro de líquido perdido durante el ejercicio logra la rehidratación sin provocar grandes reducciones en los niveles de sodio en plasma [1].
La leche contiene proteínas, que no suelen encontrarse en las bebidas rehidratantes disponibles en el mercado. Se ha examinado el efecto de la adición de proteínas a las bebidas rehidratantes para después del ejercicio. La adición de proteínas a una bebida rehidratante puede ser beneficiosa ya que, además de afectar potencialmente al equilibrio de líquidos, se ha demostrado que la ingesta de proteínas después del ejercicio aumenta la síntesis de proteínas musculares [2].
Aunque el agua no se considera una bebida de rehidratación eficaz cuando se consume sola, es probable que sea eficaz si se consume con una comida que contenga los electrolitos adecuados. Se trata de un área que requiere más investigación.
La investigación futura relacionada con el área de la rehidratación después del ejercicio debería tener como objetivo dilucidar mejor los mecanismos de algunas de las observaciones descritas en esta revisión, así como centrarse en la optimización de las estrategias de rehidratación para diferentes contextos de ejercicio. Estas investigaciones deberían centrarse en cuál puede ser la tasa óptima de ingestión de líquidos y en la eficacia de las estrategias de rehidratación cuando el tiempo de recuperación entre las sesiones de ejercicio es de distinta duración.
Bibliografía:
1. Shirreffs SM, Taylor AJ, Leiper JB, Maughan RJ. Post-exercise rehydration in man: effects of volume consumed and drink sodium content. Med Sci Sports Exerc 28: 1260 –1271, 1996. doi:10.1097/00005768-199610000-00009.
2. Wilkinson SB, Phillips SM, Atherton PJ, Patel R, Yarasheski KE, Tarnopolsky MA, Rennie MJ. Differential effects of resistance and endurance exercise in the fed state on signalling molecule phosphorylation and protein synthesis in human muscle. J Physiol 586: 3701–3717, 2008. doi:10.1113/jphysiol.2008.153916.
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