El pharming es una estafa que los ciberdelincuentes utilizan para instalar código malicioso en ordenadores personales o servidores. El término procede de las palabras inglesas “farming” (cultivo) y “phishing” y representa una técnica nueva y más complicada que los hackers utilizan para acceder a información sensible.

El código malicioso que se utiliza en los ataques de pharming cambia la información de la dirección IP, lo que redirige a los usuarios a sitios web falsos sin su conocimiento o consentimiento. Una vez redirigidos a estas webs falsas, se pide a los usuarios que introduzcan información personal, que luego se utiliza para cometer robos de identidad o fraudes financieros.

Cuando ejecutan ataques de pharming, los atacantes se dirigen principalmente a clientes de bancos u otros sistemas de intercambio monetario. Esta táctica tiene bastante éxito porque permite a los hackers infiltrarse en varios dispositivos a la vez. Además, los hackers no necesitan convencer a los usuarios para que hagan clic en un enlace de correo electrónico dudoso o en un anuncio sospechoso: el código malicioso se descarga automáticamente sin ninguna acción por parte del usuario.

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