In memoriam
Querida Irene:
Te has ido, pero nunca te vas a marchar de nuestro recuerdo, de ese espacio en el que buscaremos todo lo bueno que hemos compartido y que, como si estuvieras, cada día, seguiremos compartiendo. Por mi parte, siempre te visualizaré como la mejor persona en un aula y también fuera de ella, como la periodista que eras y que ibas a ser, recordando el aprendizaje de empuje y valentía que te había llevado a saltar a Estados Unidos, para seguir soñando y llenando los días de vida. Viendo magia donde los demás veíamos algo mucho más cotidiano. Me ha costado trabajo poder escribir, pero nos lo merecemos, para dejar así testimonio de lo que se puede pensar y sentir cuando sucede algo así, o al menos intentarlo, porque es prácticamente imposible expresar el dolor y la tristeza. Me importa más lo que quiero decir que la retórica o la belleza de las palabras. El día en que pudimos despedirte, con tus seres más queridos, tu madre y tu padre, Manoli y Ernesto; tu hermano, Alejandro, tu familia y tus amigos, me sentí especialmente orgulloso de la entereza de tu amigo Elvis para describir, con esas palabras tan extraordinarias, lo que sentíamos. Nos recordó la suerte de haber conocido a un ángel, con ese brillo, desprendiendo toda esa luz y ese calor. Nunca había visto un ejercicio de autocontrol y madurez tan grande, porque él es ya parte de tu familia, pero era consciente de su responsabilidad. También, se queda grabada para mí la serena desolación de Cristina, David, Alberto, Getly, Antonio y otras tantas personas que, como yo, tuvieron la suerte de conocerte y aprender contigo, igual que le ocurrió a Miguel Ángel, Ana, José, Laura, Marta, Pura, Lupe y otros profesores y personal de nuestra querida escuela, que nos ha dado mucho bueno. Entre otras cosas, conocernos. Por mi parte, siempre os veré, a ti y a tu círculo más íntimo, en ese lugar mágico frente a la Alhambra, unos días antes de un examen final.
Gracias
Para mí, es momento de dibujar el pasado, que era y será siempre el futuro que habíamos diseñado para ti. Es hora de darte las gracias por aparecer, en esa tercera o cuarta fila, a mi izquierda, con la inolvidable expresión de quien te muestra respeto y afecto a la vez. Además, nunca dije a nadie lo agradecido que estuve a tu grupo y, en particular a ti, por la recepción y acogida en un año en el que, por fin, inicié un impulso para reconstruirme desde mis sueños, que siempre estuvieron dentro de un aula. Creo que nos unía el optimismo y que a ti te gustaba el mensaje positivo que siempre compartimos en las asignaturas. Tras esa puerta azul, aprendí que hay personas con las que se tiene una empatía especial, que hay gente tan llena de luz que es capaz de ayudarte a ser mejor, a creerte que los retos y los sueños se pueden conseguir. En mi caso, a hacer brillar con mucha más fuerza mis virtudes y a saber atenuar o aceptar mis defectos. Todo ello, tan solo con una mirada, un gesto o un comentario en clase.
Hay gente tan llena de luz que es capaz de ayudarte a ser mejor, a creerte que los retos y los sueños se pueden conseguir
Yo quiero mucho a las personas de mi entorno, saltándome en ocasiones el rol de profesor y estudiante. Nunca debí decirte, seguramente, que eras mi alumna favorita. No era algo correcto, pero tú me correspondías, me decías que era mutuo. Y no era fácil para mí, porque podría redactar un instante especial con cada compañero/a de tu grupo y de otras tantas promociones de ESCO que me convirtieron en docente y que me hicieron mejor, porque en la enseñanza es cada persona la que hace que te sientas un profesional de esta actividad tan apasionante y tan compleja. A veces, de tanta gente, y más ahora en la Universidad de Granada, se pueden olvidar los nombres, pero no las caras ni a las personas. El día a día nos hace conocernos muy bien.
He tenido que esperar algún tiempo, desde el Martes Santo en el que pudimos decirte hasta siempre. El día de la Esperanza en Granada, cuyo mantón es de color verde, aunque tu favorito fuera el amarillo. Y es difícil no estar enfadado con las circunstancias, no sentir un nudo en la garganta. Hace casi un año perdí a mi amiga Marisol, y podría haberle escrito de haber tenido este blog, y tiempo atrás se fue Toñi, también muy joven, con la que compartía esa ilusión por el periodismo y el recuerdo de los estudios en ESCO. Yo presumía de estar hecho a estas cosas, de asumirlas como algo natural, y así tendré que hacerlo, pero no ha sido tan fácil esta vez. Me consuela el recuerdo de las acertadas palabras de los que hoy son amigos comunes, el espacio común que será siempre la alegría que pudimos aprender de ti. De todas formas, mi recuerdo seguirá a través de la conversación con Natalia, que tanto cariño te tendrá siempre, junto a mi satisfacción personal por haberos puesto en contacto desde universos tan distintos. Y también seguiré en contacto con Marta y con su familia, que no te van a olvidar jamás desde ese país que ha sido, sin duda, uno de tus lugares en el mundo, lleno de decenas de rincones que son testigos de cómo fuiste cumpliendo tus sueños.
Recordar es comprender las cosas que entusiasmaron y emocionaron a las personas queridas
No es necesario escribir mucho más, tampoco difundiré aquí imágenes tuyas, sino otras de lo que fue tu mundo. Para explicarlo quiero recordar y compartir dos cosas. Por un lado, por qué siempre serás periodista; por otro, compartir el instante en el que «te comiste a versos» Madrid, dos ejemplos de una misma esencia, que no olvidaremos. Lo primero, ser periodista, siempre viene acompañado de interés, de curiosidad y pasión por las cosas, por lo que nos rodea, razón por la que te entusiasmaba la información deportiva, como demostraste en tus noticias y reportajes. Te motivó algo menos el aprendizaje de «otros mundos» en la información económica, pero fuiste valiente y decidida ante la posibilidad de ensanchar horizontes. Por ello, al madrugar un sábado cualquiera, viví con vosotras la retransmisión de una noche en Las Vegas. Es absolutamente simbólico el título de tu libro favorito y leeremos el otro libro con el que tanto te identificabas. Podremos ver esa luz en la noche más oscura y será posible, además, recordar a través de iniciativas que a ti te parecieron extraordinarias.
Ciudades Creativas
Ha quedado, para siempre, un trabajo que dice mucho de ti, de la exploración de iniciativas creadoras, especiales, del descubrimiento de Boa Mistura y de ese Trabajo Fin de Grado que, no sin esfuerzo y estrés, convertimos en una aportación al congreso de Ciudades Creativas, un momento en el que tuviste que hablar en público en un foro académico, en la Universidad Complutense de Madrid. De entonces guardo las fotos con Rafa, Paco, Álvaro, María Luisa e Isidoro, en aquella recepción del gobierno corporativo de Podemos en la Plaza Mayor, que fue una curiosa experiencia. Has dejado esa estela de sensibilidad que ya es imborrable, y que me he asegurado de que esté siempre disponible aquí para quien la quiera leer, analizando la presencia del arte urbano en los medios. «Aquí no se habla de arte, se habla del lugar en el que alguien ha plantado versos para conseguir sonrisas de las personas que caminan por la ciudad una mañana cualquiera» (Gándara y Marfil-Carmona, 2016, p. 387). Es muy curioso que, releyendo ahora ese final de nuestro texto, comprendo que esa era y es tu misión. Por eso, como decía Elvis en nuestro nombre, aprendimos tanto con tu sonrisa. Por ello, sin guardar rencor al universo por tu marcha, sin abandonarnos a una melancolía que a ti tan poco te pegaba ni te hubiera gustado, queda prometido: ahora y siempre juntaremos los pedazos de tu recuerdo, de tu luz, seguiremos soñando y seguiremos sonriendo.
Getly Arce dice
Perdona mi forma parca de expresar el agradecimiento por tus líneas y más por lo que has aportado tanto a la vida de Irene como a la mía, es toda una dicha contar contigo Rafa.
Rafael Marfil-Carmona dice
Igualmente. Tu amistad y, en especial, con algunos compañeros del grupo de Irene, es muy importante para mí. Un fuerte abrazo
Marta Day dice
Me ha encantado, Rafa!
Rafael Marfil-Carmona dice
Qué menos que intentar expresarlo. Adelante y seguimos, Marta.