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La capitana. Homenaje a la revolución

21/05/2023 por Rafael Marfil-Carmona Deja un comentario

Reseña de Mi guerra de España, de Mika Etchebéhère (Cambalache, 2019, 2º ed.)

Pasear, hace unas semanas, por la 41 Feria del Libro de Granada, me lleva a encontrarme con más de mil palabras y con cientos de imágenes, modificando el eslogan de la edición de 2023 (Una imagen, mil palabras). Y, entre ese imaginario, tan amplio, tan diverso, agradezco cada año la posibilidad de sorprenderme y adquirir lecturas que, de otra forma, es posible que nunca hubieran llegado a mis manos. Una de mis recomendaciones al alumnado con el que puedo trabajar cada curso es que adquieran cultura bibliográfica paseando por estantes de librerías y por este tipo de ferias, sea la principal o la de libros de segunda mano. Es así como siempre he ido asociando la colección azul de Cátedra a libros de Comunicación Audiovisual que tanto me han interesado y he citado. Yo tengo muchos, pero juraría que mi maestro Paco García tiene la colección completa. También, el estilo de las colecciones de Octaedro, Paidós, Akal, etc. Y van sonando autores/as, y líneas de pensamiento, y posibilidades para la investigación y la docencia. Sin embargo, todas esas publicaciones forman parte de mi ámbito profesional y, como ya he comentado en este blog, por diferentes razones me interesa cada vez más la historia, un territorio donde es más fácil encontrarme con sorpresas desconocidas, dado que en este campo tengo muchas menos horas de vuelo lector que en mis habituales ámbitos. Es el caso de una cuidada edición, ya la segunda, de la narración autobiográfica de la miliciana Mika Feldman, la argentina que llegó a ser capitana de una columna del POUM (Partido Obrero Unificado Marxista), en la lucha contra las tropas de Franco. Sin embargo, su apellido en la firma del libro, y con el que se le recuerda, es Etchebéhère, primer apellido de su compañero y marido, Hipólito, un personaje carismático que se dejó la vida en los primeros meses de la contienda.

Portada de "Mi guerra de España", de Mika Etchebéhère. Ed. Cambalache, 2019. Ilustración y diseño: Amelia Celaya.
Portada de “Mi guerra de España”, de Mika Etchebéhère. Ed. Cambalache, 2019. Ilustración y diseño: Amelia Celaya.

El libro es la traducción de la obra original, publicada en francés en 1976 (Ma guerre d’Espagne à moi, Editions Denoël), y ha sido publicada en diversas ediciones en castellano (Plaza-Janés, Alikornio, etc.). La que llega a mis manos es la segunda edición de la editorial Cambalache, un proyecto que difunde sus publicaciones bajo licencia copyleft, lo que quiere decir que, reconociendo autoría, se puede hacer uso para reproducción, copia, difusión, etc. De hecho, esta publicación está disponible para descarga en la web, si bien la cuidada edición, con las ilustraciones de Amelia Celaya, vale la pena. Y tanto ese modelo de gestión como la breve introducción a la obra, representan toda una declaración de principios, ya que se muestran, de esos “recovecos” de la “contada y cantada” guerra civil española, “… las voces de las mujeres que ofrecieron sus vidas para cambiar un presente que les daba la espalda” (p. 7). Editar, y desear que llege a la personas este trabajo, es un importantísimo ejercicio en defensa de la memoria: “Nos miramos en el espejo del tiempo sabiendo que la única lucha perdida es la que se abandona y olvida” (p. 9). Y es así como, en mi personal búsqueda de tanta dignidad borrada por el tiempo, de tanta valentía que desconocemos, también de esa inmensa inocencia del siglo XX, me encuentro con este impresionante testimonio. Y su lectura, para quienes anden buscando claves ideológicas o doctrinales en lo que escribo, solo responde a la inquietud por comprender, por conocer e imaginar, asimilar, nuestro traumático pasado. Hay simpatía, y establezco conexiones entre aquellas líneas anarquistas y trotskistas, que un día intentaré vincular a la herencia de la política actual de izquierda, pero no hay adhesión, ni intencionalidad de mostrar solo la luz de un bando y el tenebrismo del otro. Las sombras de esta épica, como la cruel lucha cainita de la España roja, están muy presentes en lo que cuenta esta líder de la milicia.

Impresiones principales

La primera idea que me causa una especial emoción es la valentía. Un arrojo que forma parte de otra época y que conocemos en un contextos de narrativa épica, en primera persona. Emociona la descripción de la actitud del batallón del POUM, un partido que, abrazando el trotskismo como alternativa crítica a Stalin, sufrió una persecución de la oficialidad comunista, que aprovechaba el poder y la intendencia resultante de canalizar el suministro de armas de la URSS. Extrañado, algo incrédulo, ante la descripción de que hace Mika Etchebéhère de la relación de los españoles ante el peligro y ante la muerte, he tenido que recurrir a una obra muy similar, todo un clásico, que es el Homenaje a Cataluña de Orwell, que también fue miliciano del POUM, encontrando una descripción idéntica de la realidad de las trincheras. La espera irritaba, no ir al frente era una ofensa, la retaguardia era motivo de vergüenza, etc. Estar vivo, incluso, era incómodo si no se había luchado. Y se salía a combatir, con cartuchos caseros de dinamita, frente a sofisticadas armas de repetición alemanas. Es el caso de la agónica defensa de la catedral de Sigüenza. Esas descripciones sobrecogen, especialmente, por saber el final de la contienda. Y esas situaciones de guardia, lluvia, barro y piojos, descritos con detalle en ambas narraciones, nos llevan a identificar cómo es lo que se vive hoy día en Ucrania. Tan lejos y tan cerca, en el espacio y en el tiempo. En esa época, además, el desconocimiento, el analfabetismo o la pura ensoñación inconsciente alimentaban una actitud suicida. Valía más la milicia que sus líderes políticos, una vez más. El propio Hipólito Etchebéhère describía a Mika cómo era el liderazgo en el frente: “… aquí en España hay que ser temerario si quieres conseguir que te obedezcan. En la escala de valores solo cuenta el coraje físico. El jefe debe marcha al frente, no bajar la cabeza cuando las balas silban… ” (p. 59). Y así fue. Tanto, que esos líderes de la contienda fueron los primeros en ser exterminados.

Mika Etchebéhère en el frente de Guadalajara. 1937. Fuente: Diagonalperiodico.net https://bit.ly/41RxPXb
Mika Etchebéhère en el frente de Guadalajara. 1937. Fuente: Diagonalperiodico.net https://bit.ly/41RxPXb

Y la segunda idea, que me impactó siempre, desde muy joven, es confirmar la hipótesis de la crueldad, del espíritu asesino, de los alzados, de la idea clara de exterminio ejecutado mediante un modelo unidireccional de mando. No hay duda de que el modelo anarquista y asambleario de los primeros meses de la guerra, donde las órdenes se discustían y las medidas se aprobaban en reunión, no fue sino un espejismo de la debilidad de la utopía. Había ilusión por matar fascistas. Eran el enemigo, qué duda cabe. Sin embargo, el terror percibido era total. Mejor no profundizar ahí, porque ya sabemos de lo que fueron capaces. Unos y otros. Y no era una época en la que hubiera un respeto a los derechos humanos en ningún ámbito. De hecho, es espeluznante pensar en el pacífico interrogatorio que nuestra capitana hace a una espía falangista, identificando claramente su condición, que le llevaría después a ser fusilada. Sucede igual con el castigo al clero o el ensañamiento con el patrimonio, aunque sorprende la confesión de Mika en torno a la imposibilidad de explicarles la importancia del valor artístico a personas en una situación tan dramática, donde los cuadros eran leña para calentarse y los altares se convertían en letrinas o refugios frente a las bombas. Estaban luchando por una sociedad sin iglesias, aunque las bases morales de esa milicia eran profundamente católicas en realidad.

La autora de esta autobiografía insiste en que, frente a la obediencia, las milicias cumplían las indicaciones por una responsabilidad compartida voluntariamente

Surge de la lectura una tercera idea que me gusta menos, porque tiene que ver con su condición de mujer, y es la protección de las tropas, el hecho de velar por la salud, repartiendo jarabe para la tos en las noches de trinchera en la defensa de Madrid; diseñando la intendencia para la alimentación, comprando sartenes. Apadrinando a un joven adolescente, Clavelín; intentando protegerle sin éxito de su temeraria valentía. Me gusta menos porque, desde la lucha hoy por la igualdad, prefiero pensar en una miliciana con mando, armada, luchando en el frente, liderando a hombres rudos y toscos, como los de aquella época. Me gusta menos porque, al fin y al cabo, las mujeres combatientes puede que fueran cientos y la misión fue, en muchos casos, hacer la comida o, más triste aún, el servicio sexual de la prostitución, prohibida en las tropas republicanas en determinado momento. Y la parte que me gusta imaginar es la de la camaradería, la del respeto como a una igual, la de la consulta en torno a su criterio, a su opinión, la de los altos mandos que contaron con ella, no por ser mujer, sino por su valía. Y, desde esa perspectiva, este libro es la narración de una biografía ejemplar, de la historia de alguien que, tal y como confiesa, pensaba estar haciendo la revolución, y pudo salvar la vida para ayudar a construir barricadas, a los 66 años, en el París del 68.

 

Mika Felman, que incorporó el apellido de su marido, Hipólito Etchebéhère, fallecido en la Guerra civil española.
Mika Etchebéhère en algún momento de la defensa de Madrid. https://bit.ly/43gRReq

Entristece especialmente la desunión, la persecución del trotskismo por parte de los estalinistas, las chekas contra la propia izquierda, las cárceles repletas de republicanos en Madrid, la rivalidad con el anarquismo, que dominaba en los primeros instantes de la guerra. El cainismo calculado que hizo que la República cayera, con políticos que, según Mika Etchebéhère, sabían que se iba a producir el alzamiento y no hicieron nada para impedirlo. Y desde esa cuarta idea de desunión, de caos, de estajanovismo extremo ordenado desde Moscú, hay una verdad tan impactante como ingenua: nuestra miliciana pensaba, como otros tantos, que aquel golpe de estado era la excusa para hacer la revolución, para finalizar la tarea que se había intentado en Asturias en el 34, para crear un nuevo orden social, no se sabe muy bien si anarquista y libertario o comunista e interncional, pero nunca burocratizado, ni esclavo de las políticas de Stalin. La CNT, las FAI, la propia UGT, el POUM, fueron organizaciones que no querían defender un modelo burgués de democracia, sino hacer la revolución, y de ahí el gran enfrentamiento a una Unión Soviética que quería asegurar su modelo antes de exportarlo a ningún otro contexto. Y, desde esa utópica debilidad, fue siendo tarde para todo, mes tras mes, a pesar de los inicios revolucionarios de Cataluña, Aragón y la defensa de Madrid. Y la realidad se fue imponiendo, dentro y fuera de la zona republicana, con momentos fatídicos como la desbandá tras la caída de Málaga. Orwell, en su trabajo tan similar a éste, lo describe muy bien. La autora de este testimonio reconoce la constante impotencia ante la pasividad socialdemócrata y del Partido Comunista ante el ascenso del fascismo, que luego llegó a donde llegó, tanto en España como en la Segunda Guerra Mundial. La milicia revolucionaria no defendía el “tibio” modelo republicano, sino que luchaba, en muchos casos, por una revolución total. Tan ambiciosa que, finalmente, no solo no se consiguió nada, sino que se perdió absolutamente todo. Y la autora pudo comprobarlo desde un traumático exilio en América y Francia. Las personas interesadas no deberían perderse el documental dirigido por Rodolfo Pochat y Javier Olivera.

Amelia Celaya (2019). Ilustración de Mi guerra de España. Triniá (Mi Trinidad), de León y Quiroga (1933) era de las coplas más cantadas por la milicia.
Amelia Celaya (2019). Ilustración de Mi guerra de España. P. 275. Triniá (Mi Trinidad), de León y Quiroga (1933) era de las coplas más cantadas por la milicia.
Amelia Celaya (2019). Ilustración de Mi guerra de España. Cita visual fragmento. Clavelín fue el sobrenombre que puso Mika Etchebéhère a un joven miliciano de 15 años.
Amelia Celaya (2019). Ilustración de Mi guerra de España. Cita visual fragmento. P. 395. Clavelín fue el sobrenombre que puso Mika Etchebéhère a un joven miliciano de 15 años.
Amelia Celaya (2019). Ilustración de Mi guerra de España. Cita visual Fragmento. P. 47.
Amelia Celaya (2019). Ilustración de Mi guerra de España. Cita visual Fragmento. P. 47.

El ambiente sórdido de la trinchera, la extrema dureza y la falta de recursos de las milicias, contrastan con el entusiasmo por hacer la revolución, en una narración que combina la épica con el realismo

Y todo lo que he descrito, que son solo algunas impresiones, se comprende bien en libros que narran la historia de la Guerra Civil, desde Thomas a Preston, pero se asimila de una forma mucho más didáctica cuando se fundamenta en un testimonio personal. Especialmente, cuando esta biografía es la de una mujer con responsabilidades militares, que nos hace pensar en tantas y tantas mujeres que se dejaron la vida en aquellos años o que, peor aún, padecieron la humillación y las consecuencias de la guerra. Las primeras páginas de este libro son una guía para investigar en ese sentido. La emoción, humana e intelectual, es la base de la empatía, del respeto y de la memoria a personas tan dignas y tan valientes, como lo fue Mika Feldman de Etchebéhère. Qué suerte haber encontrado y leído este magnífico libro.

Para citar este post: Marfil-Carmona, R. (2023, 21 de mayo). La capitana. Homenaje a la revolución [Entrada en un blog]. Imaginado. https://blogs.ugr.es/rafaelmarfilcarmona/la-capitana-homenaje-a-la-revolucion
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Publicado en: Historia, Libros, Opinión y análisis, Reseñas Etiquetado como: Autobiografías, Guerra Civil, Guerra Civil Española, Historia, Libros

Clara Campoamor, un ejemplo de luz en la oscuridad

17/01/2023 por Rafael Marfil-Carmona Deja un comentario

Revisando la historia, casi a hurtadillas, con la sensación de que uno hace algo prohibido, he conseguido leer este número de la colección “Grandes mujeres” de National Geographic, en su segunda edición. Es el monográfico titulado “Clara Campoamor. La lucha por los derechos de la mujer“, en una serie de coleccionables que, sin mucha previsión, voy encontrando en el kiosco de Pablo o de Paco, en Recogidas o en el Zaidín, de Granada, que es donde últimamente descubro joyas como ésta, y no deja de sorprenderme cómo el sector editorial sigue apostando por una calidad y un nivel intelectual que, por contraste, mucha gente parece despreciar. Ojalá que no sea así y que estas iniciativas sigan siendo rentables, como lo son los especiales de filósofos o de historia de esta editorial, con los que tanto estoy aprendiendo. Y digo que su lectura es casi algo prohibido porque, por desgracia, la actividad universitaria, al menos la mía, se sustenta con reuniones que no conducen a ninguna parte, con acciones burocráticas que no acierto a comprender, con tutorías que muestran, en gran parte de los casos, el reflejo de un sistema donde lo intelectual ha dado un gran paso atrás, en beneficio de la consolidación de una gran telaraña administrativa. Un consumo de tiempo que te atrapa. Y son pocos, la verdad, los momentos en los que tengo la sensación de aprender o enseñar algo en la actividad profesional que se me exige. En resumen, se me espera para otras cuestiones, que van desde validar facturas hasta rellenar pliegos, pero no para hablar de los contenidos tan interesantes como éste sobre el que hoy escribo, aunque no trate directamente sobre educación artística o mediática. Es verdad, sin embargo, en determinadas ocasiones de esa vida universitaria hay momentos que te reconcilian con el sentido de la actividad académica, pero de esas luces y sobras hablaré otro día.

Ahora comprendo la importancia de la historia

Recuerdo que el presidente de la extinta caja de ahorros, CajaGranada, donde pude trabajar muchos años y aprender tantas cosas, también buenas y malas, Antonio Claret García, sentía pasión por la historia. Y, como de eso hace ya más de una década, él y yo estábamos en momentos diferentes. Yo todavía no comprendía el valor de la historia y sentía mucha más pasión por la semiótica de lo contemporáneo o el análisis de la cultura digital, al calor de las modas universitarias en Ciencias Sociales. De esa época, como una aportación a la ciudad de Granada, quedó el proyecto del Centro Cultural Memoria de Andalucía, con un museo interactivo que se centraba, precisamente, en la historia. Con el tiempo, voy comprendiendo su sentir, sus inquietudes. Ahora, algo tarde, empatizo con él. El tiempo va haciendo que asimile cómo, a medida que vamos comprendiendo el mundo, nos interrogamos acerca de cómo hemos llegado hasta aquí. Nuestro origen nos empieza a apasionar. Y, por ello, me siento cada vez más en deuda con las personas que fueron pioneras en los avances sociales y en la lucha por cuestiones básicas de igualdad y dignidad, como fue el caso de Clara Campoamor, entre otras muchas mujeres que trabajaron para esa transformación, cuyo recuerdo fue segado por la dictadura. Hoy, son muchos los colectivos o agrupaciones que le han rendido homenaje, y alguno lleva su nombre. El más próximo, para mí, en la localidad de La Zubia, en Granada. El busto de Clara Campoamor está en un sitio destacado del Congreso de los Diputados, en el acceso al hemiciclo (creo que hasta 2007 en un sótano). El valor del trabajo de esta abogada, feminista y abanderada de un sentido común en tiempos de barbarie, no es ningún descubrimiento. Sin embargo, en su lectura cruzan mi mente algunas sensaciones que, al comprobar su devenir biográfico, nunca hubiera imaginado. Son instantes fugaces de su trayectoria, momentos en los que, a lo largo de la lectura, no puedo evitar pensar qué estarían haciendo mis abuelos ese mismo día, en la España de la década de los 20 o los 30, en los años del exilio.

Portada Clara Campoamor National Geographic (2020). 2ª ed.

Lo primero que uno piensa es en la valentía, en el arrojo que hay que tener para ir contracorriente, porque la inercia era exigir a una mujer que se estableciera, mental y físicamente, en el rol que la sociedad tenía preparado para ella, como madre de familia dedicada a sus labores. Impresiona pensar que, desde las propias izquierdas republicanas, el rechazo a los derechos de la mujer estaba presente, por más que queramos idealizar el republicanismo desde la lejanía. También, cómo no, da mucho que pensar el famoso debate parlamentario con la socialista Victoria Kent, otra pionera (ojo, no del PSOE, sino del Partido Republicano Radical Socialista, que se fusionaría en el 34 con el Radical Demócrata). El PSOE, me atrevería a decir, era esos años más radical, por la influencia de Largo Caballero, que los que llevaban el propósito de la radicalidad en su denominación, lo que nos indica que eran tiempos en los que la moderación no estaba tan valorada. Campoamor defendió y consiguió que las mujeres tuvieran derecho al voto, aunque se cumplieron los peores augurios de Kent: ese voto femenino, tal y como se había advertido, posiblemente favoreció a la derecha, por influencia de la Iglesia y de la escasa preparación de la población femenina. Me recuerda, esa polémica en la que Kent llevó razón, a corto plazo (después, en el 36, ya sabemos, ganó el Frente Popular), la lectura de otro libro que quedó a mitad, también por los azares laborales: “Victoria Kent. De Madrid a Nueva York” (Ed. Los cuatro vientos, 2018). Tal y como se afirma en el libro de National Geographic, como resolución de aquella polémica: “Si en 1933 las españolas habían sido consideradas las grandes ‘asesinas’ de la República, supuestas responsables de la victoria conservadora, nadie parecía percatarse de que los resultados del Frente Popular enmendaban aquella acusación falaz” (p. 95).

Portada de una seleccion de textos de VIctoria Kent, publicada por la editorial Los cuatro vientos (2018). Diseño: Equipo Renacimiento.

No se comprende nada sin tener en cuenta el legado de Concepción Arenal y la suma de diversos nombres propios, hoy más o menos conocidos, como María Lejárraga, Concha Espina, Emilia Pardo Bazán, María de Maeztu, Margarita Nelken, Carmen de Burgos, Benita Asas Manterola, Paulina Luisi, María Cambrils, María Telo o Rosario de Acuña, se convierten en un listado para comprender cómo la valentía y la lucha por la igualdad y la justicia fueron posibles en una España tan convulsa y, me atrevo a decir, tan inocentemente despiadada y confundida. Tanto, que el libro que Clara Campoamor dedicó a criticar la desorganización republicana en las primeras semanas del golpe de estado del 36, fue retirado por la propia autora, reconociendo que podía ser un arma para los insurrectos. Me impresiona, de esta biografía, la determinación para estudiar Derecho ya con cierta edad para la época, algo que me afecta especialmente, ya que siempre siento que voy tarde para acometer los estudios pendientes. Esa voluntad le llevó al prestigio como abogada y a ser parlamentaria a los cuarenta años, quedándose fuera de circuito en la siguiente remesa, precisamente en la del Frente Popular. Ni cambiando de partido (de Acción Republicana al Partido Radical) consiguió ser diputada por segunda vez, sintiendo la presión de un establishment profundamente machista, además de la común reacción negativa ante el talento, el éxito y el prestigio, algo común también en nuestros días.

Se aprende de su moderación en el grito radical de igualdad, de su radicalismo en un ambiente sórdido, donde se inventaba el fascismo

Impresiona, también, que tuviera que emplear su capacidad argumental para luchar contra las afirmaciones de personalidades como Gregorio Marañón y el gran José Ortega y Gasset, que veían lógica la limitación de la proyección pública y social de la mujer. Se enfrentó, en un caso, al también abogado entonces Niceto Alcalá-Zamora, en el que se dirimía el reconocimiento de paternidad de su cliente. Las leyes permitían el divorcio medio siglo antes de que volviera a ser posible. Algún tiempo después, visitaría al ex-presidente en su exilio común americano, lamentándose ambos de la democracia perdida. Y es ahí, en esos viajes del exilio, donde sufro, más que aprender. Su viaje a Suiza, su marcha a Argentina, sus viajes fugaces a España para sondear su vuelta, imposible por su pasado masónico, la pérdida de su madre, su vuelta a Suiza y la enorme añoranza de su país, que me vuelve a hacer pensar en los que sí se quedaron, haciendo más o menos desde dentro, resistiendo, sobreviviendo, que no era poco. Su moderación en el grito radical de igualdad, su radicalismo en un ambiente sórdido, donde se inventaba el fascismo. Su pensamiento, su entusiasmo, su acción social, su profunda tristeza por España. En la lectura de este especial, me impresionan los intentos deel dictador Primo de Rivera por aprovechar su figura y popularidad, así como la enorme sorpresa por el abandono de los aliados y la simpatía de Estados Unidos por Franco tras la Segunda Guerra Mundial, noticias seguidas por Campoamor desde una dolorosa lejanía. Además, la nueva sombra de la dictadura argentina. Todos estos azares, para ser conectados en la interpretación de la historia, solo me llevan al entusiasmo por conocer más, y a la procupación por el hecho de que, sin comprender en España los siglos XIX y XX, es normal que las nuevas generaciones no entiendan absolutamente nada.

Y, en todo eso, siempre hay un detalle que se me clava en la mente, como es su mesa de escritorio, que descubro que siempre conservó. ¿Cómo trasladó esa pesada mesa? ¿Cómo se articulaba eso en aquel tiempo? ¿Cómo salvaba su escritorio mientras, en el primer barco que tomó vía a Italia, los fascistas hicieron que la interrogaran en Génova? ¿Cómo sería la tensión de ser identificada y denunciada en aquel verano del 36? ¿Qué esperanza tendrían los exiliados, las exiliadas, meses después, años después, décadas después? ¿Cómo se iba apagando la esperanza desde el exilio? Mucho antes de eso, ¿cómo sería aquel momento en el que, con la vida por delante, celebraba su licenciatura en Derecho con una sesión de fotos? Emociona ver en las imágenes ese peinado, tan parecido al de mi abuela materna, tan de moda en una época. Quizá leer su biografía, aprender sobre nuestra historia, es volver a tener presente su expresión del compromiso, del amor en su intimidad, con quien le acompañó durante décadas, de su firme sentido de la responsabilidad, imaginando su liderazgo y oratoria, sus sueños durante el fatídico siglo XX. Murió, sin volver a vivir a España, justo el año en el que yo nací, en 1972. La ficción audiovisual nos ha dejado un guiño y un homenaje en la serie El ministerio del tiempo, en el que una joven de otras generaciones le agradecía la lucha por los derechos de la mujer. Su legado, posiblemente, es eso y mucho más. A lo mejor este post no es más que un pequeño homenaje.

Clara Campoamor. Imagen recuperada de https://bit.ly/3kalPzA
Ejerciendo como abogada. Fuente: Archivo Santos Yubero. Imagen recuperada de https://bit.ly/3w3Z5nN
Discurso de Clara Campoamor en San Sebastián. Imagen recuperada de https://bit.ly/3ZGkr8k
Bereciartu y Sánchez Bergara Clara Campoamor. Editorial Alba. https://www.albaeditorial.es/infantil/pequena-grande/pequenagrande-clara-campoamor/

La última portada es, entre otras muchas publicaciones, otra de las lecturas pendientes, junto a su propia obra. Me detengo, finalmente, a significar algunas citas de este trabajo, redactado por Carme Mayans y Àlex Sala, dirigido por Josep María Casals y editado por José Enrique Ruiz-Domènec, según figura en el staff de este especial dedicado a grandes mujeres:

“No fue Clara una mujer complaciente o cobarde, no se atuvo a convenciones que no respondieran a sus firmes valores en defensa de la libertad, la justicia y la igualdad” (p. 4) / “… su creencia en la capacidad individual para la mejora de la propia vida es tan poderosa como su convicción de que el Estado y la política sirven para garantizar la igualdad de derechos y la justicia social, convicción a la que sumaba us creencia europeísta e internacionalista…” (p. 7) / “Reformista antes que revolucionaria. Campoamor fue demócrata radical en un tiempo en el que el fascismo arrasó Europa” (p. 7) / (De sus propios discursos) “Toda mujer, por el hecho de producirse con acierto en terrenos que en otro tiempo le fuera vedado el acceso, revoluciona, transforma la sociedad: es feminista” (p. 59) / “Desde la lejana Revoución de 1868 hasta su exilio mediaban muchas conquistas, pero también mucho dolor: Clara no soportaba intersarse por las noticias de España porque la postración a la que había vuelto su condición social y jurídica de las mujeres le hacía sentirse, entonces, ceniza” (p. 112).

Referencia del libro: Clara Campoamor. La lucha por los derechos de la Mujer. National Geographic Historia. 2020, 2ª ed.

Para citar este post: Marfil-Carmona, R. (2023, 17 de enero). Clara Campoamor, un ejemplo de luz en la oscuridad  [Entrada en un blog]. Imaginado.  https://blogs.ugr.es/rafaelmarfilcarmona/2023/01/17/clara-campoamor
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Balance y reseñas del Festival Jazz en la Costa. Almuñécar 2019

31/07/2019 por Rafael Marfil-Carmona 2 comentarios

Cabecera escenario Jazz en la Costa. Festival Internacional de Almuñécar. 2019. Foto: Rafael Marfil-Carmona.

Retomando el blog Imaginado. También podría haber comenzado con el clásico de Fray Luis de León “decíamos ayer”. Ya iba siendo hora, tras un curso en el que otras prioridades han invadido la agenda. Tomamos nuevo pulso no solo a cuestiones académicas y a cientos de contenidos vinculados a la imagen y a la cultura visual y digital, que están por venir, sino que reseñamos la participación en prensa o en otros blogs, como es el caso. El jazz está siempre presente en mi vida y, por tanto, debe estarlo en este blog, desde aquel primer concierto en el cartel del Festival Internacional de Granada en 1988, con Paquito D’Rivera y Tete Montoliu, un año mítico en la historia musical de mi ciudad que bien merecería una reseña, y que dio el pistoletazo de salida en el proceso de aprendizaje y en la génesis de una pasión por parte de muchas personas que empezamos a ser asiduos de los conciertos de esta música en esa época. Un tiempo que queda tan lejos y tan cerca. De ahí, uno se se muestra como abonado incondicional en esta noticia de noviembre de 2018  en Canal Sur y, también, por todo ello, le debo una reseña mucho más amplia a los orígenes de esta afición. Entre otras cuestiones, queda pendiente buscar alguna imagen de un mítico concierto que dio Dexter Gordon en el Paseo de los Tristes, años antes de aquel momento, según me cuentan algunos históricos de la afición granadina.

Julio, cuando las circunstancias lo permiten, se convierte en nuestro particular noviembre tropical en El Majuelo, el parque botánico tan especial de la ciudad de Almuñécar, situada a los pies del Castillo de San Miguel, y que alberga además el yacimiento arqueológico de una antigua factoría de salazones, primero fenicia y luego romana, en la que se hacía la reconocida salsa garum, manjar cinco estrellas en la gastronomía de la época, que se exportaba desde Andalucía a todas las partes del mundo. Su elaboración se revisa desde la contemporaneidad ahora que las artes culinarias están de moda. Aquí se puede consultar más información sobre esa Almuñécar milenaria. Un placer, por cierto, ver a antiguos compañeros de prensa, como Juan Manuel de Haro, hoy en el gabinete de prensa municipal, con el recuerdo de la época en la que uno hacía reportajes sobre muchos lugares de Andalucía, incluida esta ciudad. También la alegría por ver a Angustias Marín y Ángel, de Canal Sur, como si el tiempo no pasara.

Todo un tema, el del legado patrimonial en la Costa Tropical granadina, para abordarlo de forma dedicada y exclusiva. Sin embargo, el motivo de este post es reseñar dos reseñas del Festival Jazz en la Costa, uno de los de más antigüedad y tradición en su género en España y Europa (32 ediciones), y que sigue manteniendo un carácter abierto y diverso. Hay que decir, por cierto, que el apoyo institucional de Diputación y Ayuntamiento de Almuñécar es decisivo para que el festival sexitano siga siendo una referencia en su género, siendo uno de los pocos que posee el sello de calidad de la Unión Europea. El límite presupuestario se ve compensado por el acierto y el criterio de la Oficina de Festivales de Jazz, es decir, por Jesús Villalba y Mariche Huertas. Así, la edición de Jazz en la Costa, Festival Internacional de Almuñécar 2019, ha sido un verdadero éxito, con entradas agotadas en 5 de 6 conciertos y con miles de asistentes, una altísima demanda a la que nos tienen acostumbrados los festivales de la provincia. Escribir lo que que uno vive y piensa, su contacto con el entorno y con la agenda cultural granadina, es también una de las razones de la puesta en marcha de este blog y de la publicación en medios de comunicación o en otras páginas web. Es el caso del reportaje publicado en Granada Hoy, el pasado 22 de julio de 2019, cuya edición online puede consultarse aquí o, mejor todavía, en la doble página dedicada (¡Gracias!). Puede descargarse el pdf en el el siguiente enlace o en las imágenes:

Descarga doble página Granada Hoy 20190722

Además de esta crónica, he publicado un comentario amplio que resume el festival junto a David Álvarez, director y editor de El Cantor de Jazz, un programa ya clásico, que empezó en Radio Contadero de Huétor Vega y, hoy día, se ha reconvertido al mundo digital a través de podcast. Merecerá la pena, también, hablar detenidamente de esta iniciativa. Un amigo y un compañero ideal para esa crónica, por todo el saber que acumula después de años de interés por las novedades de esta música. Hemos publicado nuestra reseña en el blog del festival, en el que iremos comentando otras cuestiones vinculadas a esta música. Por lo demás, pendientes de un resumen visual más amplio en Flickr, se aportan algunas imágenes que, espero, sean de interés, tanto por el ejercicio fotográfico que supone, como por el permanente homenaje al jazz que viene siendo, a través de la palabra o de la fotografía, pero sobre todo de la escucha, esta eterna pasión.

Link al resumen del festival Jazz en la Costa 2019 en el blog de JazzGranada

Actuación de Jazzmeia Horn. A la derecha el contrabajista Rashaan Carter. Foto: Rafael Marfil-Carmona.

 

Saxofonista y cantaor Antonio Lizana. Festival Jazz en la Costa, Almuñécar, 2019. Foto: Rafael Marfil-Carmona.

 

José James. Festival Jazz en la Costa, Almuñécar, 2019. Foto: Rafael Marfil-Carmona.

 

José James decidió cantar y bailar con el público en una de las primeras canciones de su actuación en Almuñécar. Festival Jazz en la Costa, 2019. Foto: Rafael Marfil-Carmona.

 

Actuación del pianista Gonzalo Rubalcaba, medalla de oro del Festival Jazz en la Costam Almuñécar, 2019. Foto: Rafael Marfil-Carmona.
Christian McBride. Concierto en Jazz en la Costa. Festival Internacional de Jazz de Almuñécar 2019. Foto: Rafael Marfil-Carmona.

 

Confluencia de estilos y culturas en el concierto de Christian McBride. Jazz en la Costa, Almuñécar, 2019. DJ Logic y Jahi Sundance Lake a los platos. Foto: Rafael Marfil-Carmona.

 

Jesse Davis. Jazz en la Costa, Almuñécar, 2019. Foto: Rafael Marfil-Carmona.
Para citar este post: Marfil-Carmona, R. (2019, 31 de julio). Balance y reseñas del Festival Jazz en la Costa. Almuñécar 2019 [Entrada en un blog]. Imaginado. Recuperado de https://blogs.ugr.es/rafaelmarfilcarmona/2019/07/31/balance-festival-jazz-en-la-costa-2019/
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Sobre la política en el cine

22/04/2018 por Rafael Marfil-Carmona 5 comentarios

Aprovechando que llega el día del libro, es un momento idóneo para recomendar una publicación muy especial: La política es de cine, editada por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales en este mismo año, 2018. Se trata de una obra colectiva, coordinada por el catedrático de Ciencia Política y Sociología de la Universidad de Salamanca, Manuel Alcántara, junto al investigador y profesor de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM, Perú) Santiago Mariani, experto en este apasionante territorio común entre el complejo universo de la política y su representación fílmica. De hecho, es la segunda parte de otra recomendable obra, publicada inicialmente en 2014: La política va al cine, coordinada por estos mismos autores. Editada por una entidad de prestigio, cuya editorial está situada entre las 25 mejor valoradas por los expertos en España, con una relevancia destacada en Derecho y Ciencias Políticas, se trata de un trabajo que constituye, sin duda, una aportación de calidad y de gran interés en lucha por el diálogo interdisciplinar, una tarea que no siempre se valora con justicia en el mundo universitario.

Ha sido un placer, en su lectura, comprobar la calidad y diversidad de estilos en las aportaciones de personas expertas en Ciencia Política, Sociología o Economía, entre otros ámbitos, pero que son a la vez cinéfilas. Se trata de un contenido divulgativo, especialmente recomendable para revisar lo que está dentro y fuera de las pantallas. Se reflexiona en torno a un imaginario que, además de reflejar las luces y sombras de la actividad política durante toda la historia del cinematógrafo, ha influido indiscutiblemente en nuestra forma de pensar y aprehender el mundo, ya que lo hemos pensado, en muchos casos, tal y como hemos podido conocerlo a través de los medios de comunicación y, en especial, en su representación audiovisual, hoy día digital. Participar recientemente en su presentación, además en mi librería de cabecera, Babel, en Granada, ha sido un verdadero placer y una oportunidad para aprender.

Portada libro
Portada del libro La política es de cine (2018), coordinado por Manuel Alcántara y Santiago Mariani. Editado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Para consultar el índice, hacer link en la imagen. Información del libro aquí.

Diálogos sobre política y cine

La política es de cine
Libro revisado a fondo por uno de los presentadores: Juan de Dios Salas.

Junto a Manuel Alcántara Sáez, que me hizo reflexionar sobre algunas esencias fundamentales de la actividad política y sobre el grado de pasión y conocimiento por el cine que cada uno es capaz de admitir (siempre menos del que realmente demostraban los intervinientes), pude conversar y debatir en torno a la temática del libro con otras dos personas que, en lo concerniente al cine, atesoran casi todo el conocimiento posible, algo de lo que no tengo duda desde que iniciamos nuestras conversaciones sobre la gran pantalla hace décadas, varias, constatando después cómo esa pantalla se ha hecho tan pequeña como para poder llevarla en el bolsillo. Uno de ellos es Manuel Trenzado, profesor de la Universidad de Granada, autor de uno de los capítulos y experto en el reflejo de ese universo político en el cine español, ámbito sobre el que ha investigado y publicado también en revistas científicas. Se trata del impulsor también de la publicación, al que estoy agradecido por la invitación a una charla que mostró el camino también para futuras reflexiones y, por qué no, líneas de investigación. El otro contertulio, Juan de Dios Salas, es posiblemente la persona que más sabe en mi ciudad (o de las que más) sobre ese mundo tan sencillo y tan complejo a la vez como es el cine, director del Cine Club Universitario de UGR y del festival de cine clásico Granada Paradiso. Todo ello, además, con la participación e intervenciones de compañeros/as de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y otras personas interesadas, vinculadas al ámbito cultural, como María José Sánchez.

Presentación del libro "La política es de cine"
Manuel Trenzado, Juan de Dios Salas y Manuel Alcántara, en la presentación del libro. Librería Babel, Granada, 19/04/2018

Habrá tiempo para reseñar y citar este trabajo, que me acompaña ya en las estanterías de casa como referencia para recordar lo importante de la conexión de lo fílmico con la realidad, la profunda implicación social que tienen los medios de difusión masiva en nuestro presente y en nuestro futuro. Además, he podido aprender y repensar algunas cosas desde la óptica del contexto y de la sociedad, trascendiendo una línea más habitual en la Teoría del Cine, como es la inmersión en el lenguaje audiovisual, la semiótica textual y la narrativa. Con esa frescura, propia de profesores/as de otro ámbito que se toman muy el serio el cine, el resultado es impecable. Me atrevo a recomendar su lectura, sobre todo, por el carácter divulgativo y la calidad intelectual de la obra. Es un libro, en cierto sentido, didáctico, una selección de títulos que puede convertirse en una propuesta para nuestra propia agenda de visionado en casa (aunque no sea lo mismo que en la sala). Además, cada capítulo podría ser punto de partida y material docente para un cinefórum en cualquier contexto de educación formal o no formal. Sintetizo algunas ideas extraída del debate, destacando contenidos de especial interés, para finalizar con el esbozo del futuro de esta línea de trabajo, que no es otro sino dirigir la mirada a la cultura digital y a la narrativa transmedia.

Presentación libro La política es de cine
Presentación del libro “La política es de cine”, intervención de uno de los coordinadores: Manuel Alcántara. La foto la hice yo. ¡Tenía que haber pedido que alguien la hiciera y tenerla como recuerdo!

Espectáculo, relato y oscuridad

Tres ideas que, personalmente, me parecieron muy interesantes en el debate celebrado en la librería Babel. Las dos primeras se desprenden del magnífico prólogo, que es toda una declaración de principios y, en lenguaje investigador, un verdadero estado de la cuestión. En ese texto, Manuel Trenzado, Manuel Alcántara y Santiago Mariani hablan de la espectacularización de la política, en una hibridación e influencia mutua con lo audiovisual que nos ayuda a comprender fenómenos recientes y la esencia identitaria de generaciones que han accedido al poder tras una formación e influencia de fenómenos como el cine o las series audiovisuales, como es el caso de Podemos, personificado en parte de la producción académica del propio Pablo Iglesias. Habría muchos ejemplos en el ámbito internacional. Esos trazos están perfectamente esbozados en las páginas de este libro.

Me atrevo a recomendar su lectura, sobre todo, por el carácter divulgativo y la calidad intelectual de la obra. Es un libro, en cierto sentido, didáctico

Una segunda idea, no menos importante, es la rotunda presencia de la idea concepción de la acción política como relato, vigente en la propia gestión del liderazgo y absolutamente protagonista en los medios audiovisuales. En ambos sectores se ha impuesto un nuevo paradigma basado en storytelling, el enfoque narrativo y constante aportación de historias, en un desarrollo transmedia. Por último, entre otras muchas cuestiones de interés en esta línea de reflexión, es inevitable plantearse por qué el reflejo de la política en el cine y en las series de televisión se caracteriza, sobre todo, por la manipulación y la complejidad, algo sobre lo que fue una suerte poder conversar con Manuel Alcántara, descubriendo en ese momento su calidad humana y, al elaborar esta entrada, que fue en 2015 uno de los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes. Su capítulo sobre Orson Welles tiene mucho que ver con el reflejo de esa oscuridad del político. En ese texto, además, he conocido la referencia a una frase atribuida al director de Cuidadano Kane: “Lo malo de la izquierda americana es que sólo se traicionó para salvar sus piscinas”. Solo ese inicio es una base sólida para comprender mucho sobre el Star System de Hollywood, la caza de brujas y aquella época, tal y como escribí en la guía de visionado de Trumbo. La lista negra de Hollywood (Jay Roach, 2015) para un ciclo reciente de AulaCine CAJAGRANADA.

La política es de cine. Librería Babel
Manuel Trenzado en la presentación del libro “La política es de cine”

Diversidad de contenido y futuro para la próxima publicación

Como síntesis, cada capítulo aporta algo. No hay ningún texto que esté por debajo de la calidad media, lo que es poco frecuente en un libro de compilación. Enumero: El “malinchismo” al que hace referencia Fernando Barrientos, en su capítulo de Buñuel; el tránsito de lo moderno a lo posmoderno, con dos títulos escogidos magistralmente por Ramón Máiz: Metrópolis (Fritz Lang, 1927) y Blade Runner (Ridley Scott, 1982); la esencia irlandesa de John Ford, perfectamente explicada por Enrique San Miguel Pérez; la homofobia en el cine, en una cartografía trazada por Javier Corrales; la comprensión del contexto histórico y político de Ruanda, en el análisis realizado por Javier Duque Daza; “La emoción y la fuerza del sentido inicial” (p. 180) al repasar los inicios de las sufragistas, en el capítulo de Carmen Ilizarbe Pizarro; La figura de Lincoln a través del comentario argumental realizado por Santiago Mariani; la vertiente social de Ken Loach, en el texto de Joan Subirats; el erudito recorrido de Manuel Trenzado por la representación de la política en el cine español, junto a la mirada hacia las “microhistorias” en la transición, realizada por Leticia M. Ruiz Rodríguez, o el disputado voto en la transición, estudiado por Irene Delgado; el aprendizaje de los valores en Harry Potter, en un trabajo de Maxwell A. Cameron que nos recuerda que todo es magia hablando de la virtud, la ética y la amistad; el reflejo de la monarquía, en la que contrasta la figura pública y la persona “normal”, según el estudio de Josep M. Colomer, junto a un recorrido por “la vida de los rojos” en el cine, estructurado por Carlos Flores Juberías en verbos que indican pura acción: mitificar, vivir, luchar, escapar, reír, añorar… pensar. Todo eso es precisamente el cine.

Solos en la madrugada
Imagen de José Sacristán en la película Solos en la madrugada (José Luis Garci, 1978), una de mis películas favoritas, sin duda, mencionada por Leticia M. Ruiz Rodríguez en su capítulo.
Presentación del libro La Política es de Cine. Librería Babel
Manuel Trenzado y Juan de Dios Salas en la presentación del libro “La política es de cine”. De esa mochila salieron otros libros sobre esta temática.

La convergencia mediática también hace imprescindible revisar la conexión entre comunicación y política desde la atención a las nuevas estrategias de la narrativa transmedia

El presente digital

Tal y como se ha sugerido y como se explica muy bien en el prólogo de este libro, al mirar a nuestro alrededor vemos la transformación del medio audiovisual y también de la realidad política, la constatación de aquella figura que parecía profética y que hoy es una realidad, como es el prosumidor como nuevo perfil  de ciudadanía activa en la Red. Junto a ello, la convergencia mediática también hace imprescindible revisar la conexión entre comunicación y política desde la atención a las nuevas estrategias de la narrativa transmedia, con una presencia destacada de las series de televisión, de segundas y terceras pantallas, de diálogo y factor relacional, tal y como venimos recordando en TRICLab. Todas esas cosas de las que, con seguridad, seguiremos hablando y escribiendo pero, mientras tanto, vale la pena leer este libro.

Para citar el libro reseñado: Alcántara, M. y Mariani, S. (Coords.) (2018). La política es de cine. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. ISBN: 978-84-259-1706-1.

Para citar este post: Marfil-Carmona, R. (2018, 22 de abril). Sobre la política en el cine [Entrada en un blog]. Imaginado. Recuperado de https://blogs.ugr.es/rafaelmarfilcarmona/2018/04/22/la-politica-es-de-cine/
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Última proyección del ciclo de AulaCine dedicado a la verdad

12/03/2018 por Rafael Marfil-Carmona Deja un comentario

Con un público ya fiel y consolidado en Granada, sensible a la posibilidad de asistir a versiones originales subtituladas en español, se cierra el bloque de la programación permanente de AulaCine, de CAJAGRANADA Fundación, para antes de Semana Santa. Los martes de este inicio de 2018 se han centrado en el ciclo “La verdad sea dicha”, una acertada selección de títulos de Jesús Lens con la que hemos colaborado desde la didáctica audiovisual en el Grupo Comunicar. Por mi parte, es un placer aportar desde este grupo, que cumple 30 años de trayectoria educomunicativa, vinculando la faceta pedagógica a la propuesta cultural de mi ciudad y de la Fundación.

La última película de este bloque, que se proyectará el martes 13 de marzo de 2018 en el Teatro CAJAGRANADA, se titula precisamente La verdad (James Vanderbilt, 2015). Es especialmente emocionante el descubrimiento de los entresijos de la televisión y del periodismo, del manejo de fuentes, de los resortes del poder para evitar, como sucede en muchos órdenes de nuestra realidad social, política y económica, que la verdad salga a la luz. Se trata del primer trabajo como director del guionista y productor James Vanderbilt, en el que agradece la ausencia de alardes estéticos o narrativos forzados que despisten.

La filosofía y el periodismo han tenido un papel esencial en la representación fílmica de esa búsqueda de la verdad, como ha dejado patente este ciclo. Han faltado, quizá, vías de exploración mucho más certeras, como el arte o la poesía

El desarrollo argumental no nos lleva a otro territorio que no sea el de las memorias biográficas en las que se basa el film: el libro de la periodista y productora de la CBS Mary Mapes. La interpreta Cate Blanchett, que da toda una lección de credibilidad y adaptación a los registros emocionales que cada momento requiere, junto a un Robert Redford que personifica la figura del mítico periodista Dan Rather, el informador que dio la primicia de la muerte del presidente John F. Kennedy, presentador en esta historia y en aquellos años del programa 60 minutos. El formato de este programa ha sido imitado en las televisiones de todo el mundo desde el comienzo de su emisión en 1968 hasta hoy. Esta cuestión daría para una reflexión aparte de gran interés para estudiantes de Comunicación.

Pasión por el periodismo y búsqueda de la verdad

Es inevitable, tanto por la trama como por la presencia de Robert Redford, no recordar la obra maestra de Alan J. Pakula Todos los hombres del presidente (1976), que también ha sido proyectada en este ciclo y cuya guía de visionado puede leerse aquí. Para quien no haya visto la película, basta decir que la indignación ante los resortes del poder es lo que predomina, ya que se intenta evitar que la verdad se conozca. No es un tema nuevo. Aunque haremos pronto un balance de todo el ciclo, baste decir por ahora que la filosofía y el periodismo han tenido un papel esencial en la representación fílmica de esa búsqueda de la verdad, del reflejo de esa búsqueda en la gran pantalla. Han faltado, quizá, vías de exploración mucho más certeras, como el arte o la poesía. O podrían haberse incluido en la programación, que siempre es limitada. Es muy curioso el resultado de una búsqueda de películas que incluyen el término “verdad” en su título. Abundantes, pero no siempre buenas, por cierto.

Libro Mary Mapes
Portada del libro de Mary Mapes en una edición reciente. Fuente: Amazon.
Cartel La Verdad
Cartel de la película “La Verdad” (James Vanderbilt, 2015). Fuente: Filmaffinity.
Imagen de La verdad
Repasando la edición un minuto antes de emitir el programa. Imagen de la película “La Verdad” (James Vanderbilt, 2015). Fuente: Filmaffinity. El reparto no puede ser mejor: Robert Redford y, en la imagen, Elisabeth Moss, David Lyons, Topher Grace, Dennis Quaid y Cate Blanchett, como actores y actrices más destacados/as.

Un ejemplo, que a veces puede despistar, es la selección fragmentada del tráiler (en versión doblada al español. Las proyecciones de AulaCine son en VOSE):

Estas son las tres cuestiones en las que incide la guía de visionado:

1. Reparto excepcional. La interpretación de principales y secundarios, con un reparto de alto nivel. La credibilidad de la protagonista es un factor clave.
2. Simbología del color. El mundo de Mary Mapes es cálido en casa y frío fuera, aunque eso también se va transformando. Los tonos rojizos iniciales del hogar van desapareciendo. La forma fílmica es la que hace posible la claridad de la significación.
3. Las opciones del periodismo. Después del Watergate, cualquiera podría pensar que el periodismo es temido en USA. Y así es. Tanto, que los resortes del poder para evitar que se conozca la verdad son mucho más eficaces. Denuncia social y reflexión ética en el cierre de este ciclo de AulaCine. Que nadie desatienda nunca la búsqueda de la verdad.

Para leer la guía completa, hacer link aquí o en el icono de AulaCine

Para citar este post: Marfil-Carmona, R. (2018, 7 de marzo). Última proyección del ciclo de AulaCine dedicado a la verdad [Entrada en un blog]. Imaginado. Recuperado de https://blogs.ugr.es/rafaelmarfilcarmona/ultima-proyeccion-ciclo-aulacine-dedicado-a-la-verdad
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IMAGINADO es un blog centrado, inicialmente, en el análisis de la imagen y en la enseñanza de las artes visuales y audiovisuales. Sin embargo, da cabida a otros contenidos interdisciplinares que cada vez me interesan más, como la música o la historia. Presto una atención especial, habitualmente, a aspectos educomunicativos de la cultura visual y digital. Se trata, en resumen, de un espacio para la reflexión sobre múltiples temas, dentro y fuera de lo académico, en un entorno cambiante, complejo y diverso.

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